En el mes de enero del
presente año 2.021 fue lanzada a la opinión pública la primera versión del
“Pacto Caucano…”. Para este mes de marzo ya han aparecido otra u otras
versiones que, si bien no cambian su sentido y contenido, sí modifican su
presentación y extensión.
En el momento de
aparición de su primera versión, insistimos en la necesidad y obligación de
pronunciarnos desde el FARO SOCIAL, dando a conocer nuestra
opinión, puesto que ya lo habíamos hecho con ocasión de “La Cumbre del Cuca en
el Macizo”, pero nos fue imposible por razones ajenas a nuestra voluntad. Ahora
lo hacemos con relación a la última versión que conocemos porque lo que está en
juego no es el futuro de una u otra persona, de uno u otro grupo social o
político, de una u otra empresa, negocio o zona de nuestra geografía. Se trata
es del futuro del Cauca, del millón doscientos o trescientos mil habitantes que
nos hemos dejado reducir, acorralar y arrastrar por el fango de la indignante
indigencia en que nos encontramos.
Al “Pacto Caucano por
la Vida, los Derechos Humanos, el Territorio y la Paz” en su última versión
tenemos que decirle que “la implementación de los Acuerdos de La Habana para
poner fin al Conflicto Armado en Colombia” y los problemas de la guerra y la
paz que continúan posteriormente, con toda la importancia que tienen y la
atención que debe dárseles, no son los únicos que victimizan y martirizan al
Cauca. Mucho más graves y lacerantes son el del narcotráfico que lanza
combustible a la guerra a toda hora y con más intensidad después de los
Acuerdos de Paz de La Habana; el de la gran minería legal e ilegal
increíblemente destructoras de los sistemas ecológicos y ambientales; y mucho
más indignante es la tortura de la pobreza, miseria e indigencia proverbiales a
que ha sido y sigue siendo sometida en general, toda la población trabajadora de
nuestro Departamento.
Desde 2.014, cuando
se dio a conocer las decisiones ya acordadas de ir a La Habana a iniciar la
negociación política del conflicto armado entre el Gobierno nacional y las
FARC-EP, en evento de análisis y discusión, concluimos en que era necesario
apoyar esa iniciativa, el proceso de negociación y el inicio de su
implementación, porque eso significaba, según se dijo, descargarle un peso
demasiado torturante que cargaba nuestro pueblo colombiano, cuando esa
actividad armada se había convertido en una violencia profundamente degradada y
sin sentido para los intereses y propósitos de una transformación
revolucionaria de la sociedad colombiana. En octubre de 2.016, al enredarse los
Acuerdos en el tristemente célebre plebiscito, nos movilizamos para exigir su
cumplimiento por las partes y el paso a su ejecución inmediata. En estos años
siguientes, si bien no hemos podido contribuir más y mejor en este gran
propósito nacional debido a nuestras debilidades políticas, organizativas y de
fuerza social, realidad de la cual somos plenamente conscientes, sí hemos
continuado apoyando todo esfuerzo tendiente a consolidar las fuerzas políticas
democráticas y revolucionarias interesadas más que nadie en crear otro
escenario social y político en el que se pueda desarrollar la lucha política en
mejores condiciones. Y, aun así, hemos estado y estamos lejos de creer que el
único problema al que hay que prestarle atención en el Cauca es al de la
implementación de los Acuerdos de paz, o creer que el problema central a
resolver aquí es el de los indígenas.
No basta mencionar
simplemente los problemas del narcotráfico, de la gran minería legal e ilegal,
de la violencia recrudecida, del mejoramiento de las condiciones de vida de la
población caucana, mientras se silencia, se oculta y no se dice nada de las
condiciones de producción en que se encuentra el Cauca y qué debemos hacer para
salir de allí. Y precisamente para
nosotros, el problema central a resolver en el Cauca es éste, el de la
precariedad, el de la vulnerabilidad de nuestro aparato productivo, si es que
de aparato productivo podemos hablar. Por eso, nuestra posición política
con respecto a lo que estamos viviendo, es diferente. Así quedó clara y
explícita ya en las reuniones de “La Cumbre del Cauca en el Macizo”, por solo
dar un ejemplo, y lo ha sido desde mucho antes. Pero no nos hemos limitado a
señalar simplemente ese como el problema central a resolver. Hemos, además,
planteado soluciones, como lo veremos más adelante.
Paz sin integración
vial del Departamento, sin generación de energía eléctrica (propia) para desarrollar
y elevar el rendimiento del trabajo; paz en las condiciones de indigencia en
que nos encontramos, es sencillamente una predicación por la sumisión, una
invitación a la resignación y a conformarnos con las migajas y limosnas. Es
además, hasta indecoroso venirles a hablar de paz a los miles de payaneses y
caucanos que se han arruinado y/o están al borde de la ruina en la situación
económica agravada por la pandemia y a los miles de desplazados y condenados a
la “informalidad”. Hasta para hacer politiquería se necesita algo de astucia.
Parece ser que hasta en las artes y mañas de la politiquería tradicional hemos
retrocedido. La politiquería alternativa que ha reemplazado en gran parte a la
tradicional, no ha podido crear nada distinto, ni siquiera en el discurso.
Incluso con respecto a los asuntos planteados en “La Cumbre del Cauca en el
Macizo” se ha retrocedido; al menos allí se planteó algo acerca de la
integración vial del Departamento y del impulso a la generación de energías
alternativas.
Con toda la paciencia
y consideraciones que hay que tener en estos casos, les preguntamos a los promotores
del “Pacto caucano por la Vida…” y a algunos que han salido a validarlo y
legitimarlo, sin darse cuenta que con ello lo que están haciendo es distraer y
prestarse para ocultar la solución de los verdaderos problemas del Cauca: ¿PARA DÓNDE ES QUE VAMOS? De acuerdo a
lo que allí está consignado, no nos queda más que responder que vamos es para abajo y para atrás. Cada
día nos empequeñecemos más y quedamos más rezagados. Este “Pacto”, igual que el
“Programa de Gobierno” del Taita Floro Alberto Tunubalá, quedarán como
imperecederos monumentos a la más lamentable ineficiencia. Y que conste que
nosotros no andamos en el intenso oficio de derrumbar estatuas.
Para que quede claro
que no aparecemos de un momento a otro opinando sobre todos los asuntos habidos
y por haber, terminamos remitiéndonos a las propuestas que hicimos llegar en su
momento a la “La Cumbre del Cauca en el Macizo”. Allí y en ese momento
expresamos:
“Nuestra propuesta es
la siguiente:
1.- En la coyuntura y
en el escenario que tenemos en el Cauca, el problema central a resolver, es el
de la seguridad y la construcción de una paz duradera. Sin seguridad nadie
vendrá a invertir capitales para exponerlos a un riesgo que sus propietarios no
van correr. Y seguridad no significa mayor pie de fuerza pública simplemente.
Es en este sentido que enfatizamos que los problemas existentes no son
simplemente presupuestales o de tipo militar. Lo fundamental de la situación
conflictiva que vivimos es de carácter político y, en consecuencia, su solución
es política, si queremos atemperar un clima de coexistencia tal, que sabiendo
que existen conflictos heredados y presentes, podemos construir soluciones que
nos beneficien a todos. Por lo demás, tenemos que convencernos que los recursos
presupuestales del orden nacional, aún si fueran financiadas la gran mayoría de
las iniciativas por ese medio, son completamente insuficientes. Se necesita la
inversión privada de orden local, nacional e internacional. Y en este caso no
es solo a la institucionalidad gubernamental regional a la que hay que dejarle
la iniciativa de la gestión; es LA
CUMBRE la que debe asumir un papel destacado y dinámico en esa tarea.
2.- Creemos que una de
las causas que determinan y explican la situación conflictiva en que han ido
hundiéndose Popayán y el Cauca y se precipitan sin médicos ni dolientes, ha
sido y es la ausencia de una cultura empresarial industrial y agroindustrial
que le permitieran pasar de la costumbre de vivir de las rentas y de la
burocracia estatal a crear riqueza, superar los niveles de pobreza en que se
encuentra y mejorar sus ingresos y sus condiciones de vida. Esto debió hacerlo
desde principios del Siglo XX, cuando otras regiones picaron en punta. Creemos
que este paso es absolutamente necesario y desde nuestro punto de vista, la
discusión no está en si se hace o no se hace. Lo que sí es necesario discutir
con toda la rigurosidad posible, es cómo hacerlo. Las más grandes industrias y
agroindustrias del Cauca, cuando se hizo necesario crearlas, se ubicaron en el
sitio donde mejor le conviene al capital nacional y externo, pero eso no ha
resuelto los graves problemas sociales y de conflictos que vive la zona. El
resto, es una inmensa masa de pequeños y medianos productores agrarios y de
pequeños y medianos comerciantes e industriales que difícilmente logran
sobrevivir. Frente a los primeros, lo que proponemos es promover de manera integral,
procesos agroindustriales asociativos, cooperativos y solidarios, partiendo de
sus experiencias, de sus dinámicas y de sus capacidades técnicas y
administrativas, y respecto a los segundos, lo que necesitan es que haya a su
disposición incentivos como créditos blandos, acceso a adquisición de materias
primas, mercados y, sobre todo, que haya crecimiento del mercado interno local,
regional y nacional. No debemos olvidar que Popayán y el Cauca tienen una
enorme potencialidad para el impulso al conocimiento profesional, técnico y
tecnológico en la electrónica, nanotecnología, mecatrónica, ingeniería de
sistemas y para la instalación de empresas que usen esta tecnología de punta,
dada su ubicación geoestratégica.
3.- Si uno de los
fundamentos y propósitos que unifican LA
CUMBRE es la defensa del agua por la incontrovertible potencialidad que
tenemos en ese recurso vital, hagámoslo. Pero hagámoslo en toda la envergadura
que tiene y con todas las consecuencias que de allí se derivan. Esto implica
que lo primero que hay que desechar de una vez por todas es la gran minería
legal e ilegal. Estas no solo destruyen las fuentes y corrientes de agua, sino
que la que queda, la envenenan. En este sentido, no es solo el Macizo el que no
debería estar en venta. Es el Cauca y es el país los que hay que sacarlos de la
subasta. Eso es defensa de la vida y de los territorios. No podemos quedarnos
en la simple conservación del recurso, e incluso realizando acciones y
actividades de protección del recurso para que más abajo lo utilicen otros de
manera muy rentable. O, ¿no es eso lo que está sucediendo con las
hidroeléctricas de Betania, El Quimbo, La Salvajina e Hidroituango, cuando esta
se estabilice y entre a funcionar? ¿Y no es eso lo que hace la gran minería
legal e ilegal y las agroindustrias para sus sistemas de riego?
Es desde esta
perspectiva que consideramos que uno de los objetivos más trascendentales que LA CUMBRE debe asumir y plantear una
lucha decisiva es en relación con la compensación que el Cauca debería tener ya
por la generación de energía eléctrica en cualquiera de los ríos que nacen en
el Macizo colombiano y por la venta de agua embotellada en todo el país. Y esa
compensación no podemos reducirla y transarla con la sola inclusión de las
iniciativas del Pacto por el Cauca en el Plan Nacional de Desarrollo.
Suponiendo que se llevara a cabo la financiación completa de todas ellas
mediante el Plan, esto no puede aceptase como la compensación misma. Es
suficientemente conocido que el Cauca tiene una gran potencialidad para generar
electricidad vía hidroeléctricas superior incluso a la de Antioquia, y la tiene
y muy grande para generarla vía sistemas alternativos como el eólico y solar,
solo que mientras sigamos en las mismas, no lo veremos nunca. Y para lograr el
propósito que señalamos en este numeral, sí que será necesaria la movilización
general del Cauca. Además, ya debería existir la Hidrología como carrera
profesional dedicada específicamente al conocimiento científico, técnico y
tecnológico para el uso y manejo de un recurso tan importante como éste.
4.- Una de las
barreras que ha bloqueado la integración y unificación del Cauca, entre otras,
es el mal tratamiento que se le ha dado a las diferentes culturas indígenas existentes,
a la cultura afrocolombiana, a la campesina que todavía subsiste y a la de
origen ibérico dominante y con un gran peso del componente religioso. Por eso
hay quienes, a estas alturas, plantean prácticamente la creación de guetos
sociales y culturales, es decir, fracturar aún más al Cauca.
Desde EL FARO SOCIAL pensamos que el Cauca
necesita y con urgencia la promoción y desarrollo de un amplio y fuerte
Movimiento Intercultural, que reconozca y respete las culturas existentes sí,
pero que también propenda por la construcción de una cultura común en la que
nos reconozcamos todos, que nos identifique de manera colectiva y podamos
coexistir sin prejuicios de superioridad de unos sobre otros, sin la demagogia
que oculta la discriminación y la
adulación politiquera que anda a la caza de votos. Los mecanismos de como
iniciar este Movimiento y convertirlo en un aglutinante social de la más alta
significación debe ser objeto de discusión en conjunto en LA CUMBRE.
5.- La integración
económica, social y cultural de Popayán y el Cauca no podrá realizarse de
manera exitosa y beneficiosa para todos los caucanos, si no superamos uno de
sus principales obstáculos que es su integración vial terrestre, de la
interacción entre todas sus zonas, algunas de las cuales padecen un aislamiento
francamente intolerable en las condiciones actuales. La integración vial
terrestre por sí sola no hará milagros, pero sin ella, es poco probable lograr
lo demás. No podemos reducir esta integración así concebida a lo que hasta ahora
es la expectativa de la doble calzada Buga-Santander de Quilichao-Popayán. Con
toda la importancia que tiene este eje vial para la comunicación nacional e
internacional y el progreso general, corremos el riesgo de quedarnos viendo
pasar el progreso de norte a sur y de sur a norte, sin que podamos tocarlo ni
sentirlo. Esto nos obliga a ver el problema en conjunto y a actuar en las demás
propuestas que aquí planteamos”.
Aunque
los anteriores puntos fueron presentados a la Cumbre del Cauca en el Macizo, reiteramos
su importancia y vigencia por cuanto hacen referencia a los problemas
estructurales de la economía caucana, y por ello creemos que deben ser tenidos
en cuenta en las discusiones en el PACTO CAUCANO POR LA VIDA, LOS DERECHOS
HUMANOS, EL TERRITORIO Y LA PAZ, no los consideramos como los únicos problemas
a resolver. Es igualmente importante la discusión sobre los monocultivos
forestales, caña de azúcar, café, potrerización de las montañas y valles y
otros; y la reactivación económica para salir de la encrucijada en que se
encuentra Popayán y el Cauca por la pandemia y las causas históricas.
Popayán,
Abril 05 de 2021