martes, 13 de julio de 2021

A LA CORRUPCIÓN Y A TODO LO ILÍCITO LE SOBRAN DEFENSORES CON O SIN LEY. ¿Y AL TRABAJO HONRADO Y A TODO LO LÍCITO “QUIEN LOS PODRA DEFENDER”?

 

A LA CORRUPCIÓN Y A TODO LO ILÍCITO LE SOBRAN DEFENSORES CON O SIN LEY. ¿Y AL TRABAJO HONRADO Y A TODO LO LÍCITO “QUIEN LOS PODRA DEFENDER”?

 

Desde el 12 de abril de 2.021, el Gobierno colombiano en cabeza del Señor Iván Duque Márquez, emitió del Decreto 380 con el cual le dio vía libre a las fumigaciones aéreas con el herbicida Glifosato a los cultivos de coca en diferentes zonas del país, una vez más, con el manido cuento de acabar con los “cultivos de uso ilícito”.

Es de suma importancia tener en cuenta en este caso que, a los pocos días, más exactamente el 28 de abril comenzó el llamado Paro Nacional, las enormes Movilizaciones Populares llevadas a cabo durante casi todo el mes de mayo y los tristemente célebres bloqueos de carreteras y vías públicas urbanas. En todo ello salió a flote, como era de esperarse, los reclamos, protestas y acciones en contra de lo ordenado por el Señor Duque de darle vía libre a las fumigaciones con glifosato a los cultivos de coca. Los cultivadores de coca con destino a la producción de estupefacientes, por orden de los grupos armados ilegales, hicieron presencia en las carreteras para bloquear, haciendo sentir su posición contra las fumigaciones y reclamando negociaciones directas con la Presidencia de la República. Desde luego que la posición del Gobierno nacional frente a estas exigencias fue la de no atenderlas, igual que todas las demás reclamaciones, así éstas fueran totalmente justificadas.

Pero lo que más llama la atención en este caso, y que constituye el meollo de lo que más nos interesa hacer notar aquí, es que por ninguna parte aparecen reclamaciones ni defensa alguna de la agricultura licita y limpia*. En el último pliego de negociación resumido, presentado por el Comité de Paro Nacional al Gobierno figura el punto de las fumigaciones con glifosato, obviamente rechazándolas, pero ni el Gobierno les prestó atención ni el Comité de Paro estaba en condiciones de obtener resultado favorable alguno. Las eventuales fumigaciones con glifosato fueron rechazadas y a su alrededor se hizo denuncia y agitación, no solo por los cultivadores de coca vía producción de clorhidrato de cocaína, sino por otros campesinos que no participan en esos cultivos, y por grupos y organizaciones defensores de ese invaluable patrimonio nacional, como son los sistemas ecológicos y ambientales de nuestro país.

Es más. El Comité Nacional de Paro (CNP) no ayudo a visibilizar la “representación campesina”, cuya presencia allí fue tan opaca, que todo se notó, menos que allí

 

había “campesinos”. Y los cultivadores de coca movilizados a los bloqueos que desconocían al CNP porque, según ellos, no los representaba, lo que consiguieron fue opacar lo poco que hubo de paro y las grandes movilizaciones, lo único rescatable de todo lo sucedido; ayudar allí sí efectivamente, a lanzar a la quiebra a miles de pequeños y medianos productores de la industria, el comercio y los servicios, y en últimas fastidiar, no solo a los ricos, a “la gente bien”, sino principalmente a los millones de informales que tienen que rebuscarse todos los días, desde antes de amanecer hasta altas horas de la noche, lo poco que logran conseguir para sobrevivir, y en general, a toda la gente que tiene que trabajar de una u otra forma para conseguir el sustento.

Al iniciar el análisis y evaluación de lo sucedido en estos acontecimientos, aun siendo poco lo que hemos avanzado en esa dirección, nos hemos encontrado con un hecho doloroso y francamente inconcebible: en nuestros campos colombianos, todavía viven, trabajan, producen, sufren, padecen y soportan los más aberrantes atropellos e injusticias y de vez en cuando gozan, unos cuantos millones de familias de pequeños y medianos productores agropecuarios en condiciones supremamente difíciles y adversas. La inmensa mayoría de estos productores no lo son de coca, marihuana o amapola. Son productores de alimentos, y lo hacen con el sistema de la agricultura convencional, es decir, mediante diversos grados de aplicación técnica y tecnológica convencional en el uso de herramientas y maquinaria que les ha impuesto el modelo económico neoliberal que nos rige y en diversos grados de aplicación de insumos agropecuarios de síntesis química. El narcotráfico, si bien los beneficia en unos casos por la irrigación de dinero en el mercado, con lo cual pueden obtener una mayor venta de sus productos, de manera general los afecta negativamente y en forma drástica, por la violencia que genera de todo orden, por la destrucción de sus tradiciones culturales, de sus organizaciones sociales y el sometimiento social y político a que son reducidos.

Es a toda esta amplia e importante producción de alimentos, a lo que en EL FARO SOCIAL aludimos cuando hablamos de producción agropecuaria lícita para diferenciarla de las actividades ilícitas del narcotráfico. Es indispensable dejar suficientemente claro aquí que, la producción agropecuaria lícita no la hacen solo los pequeños y medianos productores; la hacen también sectores agroindustriales y productores ricos o campesinos ricos como generalmente se los denomina. Estos son los protegidos del modelo neoliberal en el agro y los que cuentan con defensores legales y hasta ilegales. Y por ello, desde el punto de vista político, nos interesa es la defensa de la producción agropecuaria lícita de pequeños y medianos productores que son las víctimas del modelo neoliberal, del narcotráfico, de la

 

exclusión económica, social y política del Estado al servicio de ese modelo y de todos sus factores de violencia crónica que ha vivido nuestro país. 

Y dentro de todo este sector de producción agropecuaria lícita está inmerso el segmento de la producción agropecuaria limpia que por ahora es minoritario, pero que en términos estratégicos es la más importante. Esta no es solo lícita, sino que, además, es producción orgánica, libre de contaminación por agrotóxicos (fungicidas, insecticidas, herbicidas, fertilizantes de síntesis química),                          realizada siguiendo las enseñanzas de la producción agroecológica que aplica técnicas, sistemas y protocolos de defensa y cuidado del medio ambiente, respetuosa de la naturaleza y, a la vez que incorpora tecnología y técnicas modernas, no desconoce ni desecha los conocimientos tradicionales de los productores.

Este sector de la economía nacional, con toda la importancia que tiene para la salud y la vida de productores y consumidores, con toda la fuerza laboral comprometida en ella, carece completamente de vocería, no hay quien asuma su defensa. En este caso, no hay Estado ni Gobiernos; no hay Ministros ni parlamentarios ni instituciones estatales que hagan algo por ella, con solo algunas muy pocas excepciones.

Por ello, la defensa de la producción agropecuaria lícita y limpia en las condiciones actuales, se erige como un monumental desafío y en uno de los problemas políticos centrales de lucha a que están obligados los pequeños y medianos productores del agro: primero, porque es a éstos a quienes el modelo neoliberal está excluyendo continuamente; segundo, porque la demanda de productos limpios en el mundo actual, está en continuo crecimiento por los consumidores conscientes que no quieren seguir envenenado sus cuerpos y sus vidas; y tercero, porque los productores de alimentos tienen la obligación ética y moral de proporcionar dichos alimentos a los consumidores que los requieren, así estén al otro lado del mundo, en condiciones libres de agrotóxicos. Con mayor razón estamos obligados a hacerlo los revolucionarios y los pueblos, por ser éste un asunto de vida o muerte; porque al modelo económico neoliberal y a quienes lo imponen desde afuera, no les importa la salud y la vida de los pueblos sino las utilidades del capital y, en consecuencia, para nosotros es un asunto de soberanía nacional. Por ser éste un conflicto eminentemente social y político, EL FARO SOCIAL está obligado a acompañar y apoyar en generar la lucha en defensa de la producción agropecuaria lícita y limpia, prioritariamente si esta es realizada en forma ASOCIATIVA, COOPERATIVA, SOLIDARIA Y EN FORMA COLECTIVA. Y de manera específica, debemos apoyar las acciones jurídicas, sociales y políticas que la Cooperativa del Sur del Cauca (COSURCA) ha emprendido a raíz de la

 

emisión del famoso decreto 380 de abril 12 de 2.021 enviando carta al Presidente Iván Duque Márquez y sus Ministros y un conjunto de documentos a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, solicitando medidas cautelares para la Cooperativa y sus asociados, en prevención de una eventual fumigación con glifosato en zonas donde éstos realizan la producción agropecuaria licita y limpia.  

Con respecto a las fumigaciones con glifosato a los cultivos de coca y eventualmente a los de marihuana y amapola, hacemos las siguientes precisiones: al asumir EL FARO SOCIAL la defensa de la producción agropecuaria lícita y limpia, éste no tiene nada en común con los cultivadores de coca, marihuana o amapola vía producción de estupefacientes, y mucho menos con el narcotráfico; por el hecho de estar en contra de las fumigaciones de esos cultivos, no se nos puede asociar con la posición en contra de esas fumigaciones de los cultivadores de esos productos y con los narcotraficantes, porque, en primera instancia, con la producción agropecuaria lícita y limpia, estamos ayudando a proteger la vida y el ambiente; en segunda instancia, estamos luchando contra la intoxicación y la muerte en todas sus dimensiones y manifestaciones; y en tercera instancia, porque en el terreno político estamos en posiciones totalmente divergentes.

 

Marino Ausecha Cerón

Especial para EL FARO SOCIAL

Popayán, julio 13 de 2.021

 

Nota.

*El uso de los calificativos licita y limpia para referirnos a un tipo específico de producción agropecuaria, lo hacemos de manera condicional, es decir, no los estamos erigiendo en categorías técnico-científicas de uso obligatorio para al designar situaciones, propiedades, fenómenos o cosas con la rigurosidad que esto exige. Rogamos comprensión a los expertos, académicos y estudiosos por la escasa precisión con que puedan están usados estos términos. Al unir éstos con una actividad específica, conforman el concepto de producción agropecuaria licita y limpia, el cual también lo usamos de manera condicional en cuanto nos permite y ayuda a hacer una diferenciación que, aunque necesaria, será transitoria.

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