A LA CORRUPCIÓN Y A TODO LO ILÍCITO LE
SOBRAN DEFENSORES CON O SIN LEY. ¿Y AL TRABAJO HONRADO Y A TODO LO LÍCITO
“QUIEN LOS PODRA DEFENDER”?
Desde el 12 de
abril de 2.021, el Gobierno colombiano en cabeza del Señor Iván Duque Márquez,
emitió del Decreto 380 con el cual le dio vía libre a las fumigaciones aéreas
con el herbicida Glifosato a los cultivos de coca en diferentes zonas del país,
una vez más, con el manido cuento de acabar con los “cultivos de uso ilícito”.
Es de suma
importancia tener en cuenta en este caso que, a los pocos días, más exactamente
el 28 de abril comenzó el llamado Paro Nacional, las enormes Movilizaciones
Populares llevadas a cabo durante casi todo el mes de mayo y los tristemente
célebres bloqueos de carreteras y vías públicas urbanas. En todo ello salió a
flote, como era de esperarse, los reclamos, protestas y acciones en contra de
lo ordenado por el Señor Duque de darle vía libre a las fumigaciones con
glifosato a los cultivos de coca. Los cultivadores de coca con destino a la
producción de estupefacientes, por orden de los grupos armados ilegales,
hicieron presencia en las carreteras para bloquear, haciendo sentir su posición
contra las fumigaciones y reclamando negociaciones directas con la Presidencia
de la República. Desde luego que la posición del Gobierno nacional frente a
estas exigencias fue la de no atenderlas, igual que todas las demás
reclamaciones, así éstas fueran totalmente justificadas.
Pero lo que más
llama la atención en este caso, y que constituye el meollo de lo que más nos
interesa hacer notar aquí, es que por ninguna parte aparecen reclamaciones ni
defensa alguna de la agricultura licita y limpia*. En el último pliego de
negociación resumido, presentado por el Comité de Paro Nacional al Gobierno
figura el punto de las fumigaciones con glifosato, obviamente rechazándolas,
pero ni el Gobierno les prestó atención ni el Comité de Paro estaba en condiciones
de obtener resultado favorable alguno. Las eventuales fumigaciones con
glifosato fueron rechazadas y a su alrededor se hizo denuncia y agitación, no
solo por los cultivadores de coca vía producción de clorhidrato de cocaína,
sino por otros campesinos que no participan en esos cultivos, y por grupos y
organizaciones defensores de ese invaluable patrimonio nacional, como son los
sistemas ecológicos y ambientales de nuestro país.
Es más. El
Comité Nacional de Paro (CNP) no ayudo a visibilizar la “representación
campesina”, cuya presencia allí fue tan opaca, que todo se notó, menos que allí
había
“campesinos”. Y los cultivadores de coca movilizados a los bloqueos que
desconocían al CNP porque, según ellos, no los representaba, lo que
consiguieron fue opacar lo poco que hubo de paro y las grandes movilizaciones,
lo único rescatable de todo lo sucedido; ayudar allí sí efectivamente, a lanzar
a la quiebra a miles de pequeños y medianos productores de la industria, el
comercio y los servicios, y en últimas fastidiar, no solo a los ricos, a “la
gente bien”, sino principalmente a los millones de informales que tienen que
rebuscarse todos los días, desde antes de amanecer hasta altas horas de la
noche, lo poco que logran conseguir para sobrevivir, y en general, a toda la
gente que tiene que trabajar de una u otra forma para conseguir el sustento.
Al iniciar el
análisis y evaluación de lo sucedido en estos acontecimientos, aun siendo poco
lo que hemos avanzado en esa dirección, nos hemos encontrado con un hecho doloroso
y francamente inconcebible: en nuestros campos colombianos, todavía viven,
trabajan, producen, sufren, padecen y soportan los más aberrantes atropellos e
injusticias y de vez en cuando gozan, unos cuantos millones de familias de pequeños
y medianos productores agropecuarios en condiciones supremamente
difíciles y adversas. La inmensa mayoría de estos productores no lo son de
coca, marihuana o amapola. Son productores de alimentos, y lo
hacen con el sistema de la agricultura convencional, es decir, mediante
diversos grados de aplicación técnica y tecnológica convencional en el uso de
herramientas y maquinaria que les ha impuesto el modelo económico neoliberal
que nos rige y en diversos grados de aplicación de insumos agropecuarios de
síntesis química. El narcotráfico, si bien los beneficia en unos casos por la
irrigación de dinero en el mercado, con lo cual pueden obtener una mayor venta
de sus productos, de manera general los afecta negativamente y en forma
drástica, por la violencia que genera de todo orden, por la destrucción de sus
tradiciones culturales, de sus organizaciones sociales y el sometimiento social
y político a que son reducidos.
Es a toda esta
amplia e importante producción de alimentos, a lo que en EL FARO SOCIAL aludimos
cuando hablamos de producción agropecuaria lícita para
diferenciarla de las actividades ilícitas del narcotráfico. Es
indispensable dejar suficientemente claro aquí que, la producción agropecuaria
lícita no la hacen solo los pequeños y medianos productores; la hacen también
sectores agroindustriales y productores ricos o campesinos ricos como
generalmente se los denomina. Estos son los protegidos del modelo neoliberal en
el agro y los que cuentan con defensores legales y hasta ilegales. Y por ello,
desde el punto de vista político, nos interesa es la defensa de la producción
agropecuaria lícita de pequeños y medianos productores que son las víctimas del
modelo neoliberal, del narcotráfico, de la
exclusión
económica, social y política del Estado al servicio de ese modelo y de todos
sus factores de violencia crónica que ha vivido nuestro país.
Y dentro de
todo este sector de producción agropecuaria lícita está inmerso el segmento de
la producción agropecuaria limpia que por ahora es minoritario, pero que en
términos estratégicos es la más importante. Esta no es solo lícita, sino que,
además, es producción orgánica, libre de contaminación por agrotóxicos
(fungicidas, insecticidas, herbicidas, fertilizantes de síntesis química), realizada siguiendo las
enseñanzas de la producción agroecológica que aplica técnicas, sistemas y
protocolos de defensa y cuidado del medio ambiente, respetuosa de la naturaleza
y, a la vez que incorpora tecnología y técnicas modernas, no desconoce ni
desecha los conocimientos tradicionales de los productores.
Este sector de
la economía nacional, con toda la importancia que tiene para la salud y la vida
de productores y consumidores, con toda la fuerza laboral comprometida en ella,
carece completamente de vocería, no hay quien asuma su defensa. En este caso, no
hay Estado ni Gobiernos; no hay Ministros ni parlamentarios ni instituciones
estatales que hagan algo por ella, con solo algunas muy pocas excepciones.
Por ello, la
defensa de la producción agropecuaria lícita y limpia en las condiciones
actuales, se erige como un monumental desafío y en uno de los problemas
políticos centrales de lucha a que están obligados los pequeños y medianos
productores del agro: primero, porque es a éstos a quienes el modelo neoliberal
está excluyendo continuamente; segundo, porque la demanda de productos limpios
en el mundo actual, está en continuo crecimiento por los consumidores
conscientes que no quieren seguir envenenado sus cuerpos y sus vidas; y
tercero, porque los productores de alimentos tienen la obligación ética y moral
de proporcionar dichos alimentos a los consumidores que los requieren, así
estén al otro lado del mundo, en condiciones libres de agrotóxicos. Con mayor
razón estamos obligados a hacerlo los revolucionarios y los pueblos, por ser
éste un asunto de vida o muerte; porque al modelo económico neoliberal y a
quienes lo imponen desde afuera, no les importa la salud y la vida de los
pueblos sino las utilidades del capital y, en consecuencia, para nosotros es un
asunto de soberanía nacional. Por ser éste un conflicto eminentemente social y
político, EL FARO SOCIAL está obligado a acompañar y apoyar en generar la
lucha en defensa de la producción agropecuaria lícita y limpia, prioritariamente si
esta es realizada en forma ASOCIATIVA, COOPERATIVA, SOLIDARIA Y EN
FORMA COLECTIVA. Y de manera específica, debemos apoyar las acciones
jurídicas, sociales y políticas que la Cooperativa del Sur del Cauca (COSURCA)
ha emprendido a raíz de la
emisión del
famoso decreto 380 de abril 12 de 2.021 enviando carta al Presidente Iván Duque
Márquez y sus Ministros y un conjunto de documentos a la Corte Interamericana
de Derechos Humanos, solicitando medidas cautelares para la Cooperativa y sus
asociados, en prevención de una eventual fumigación con glifosato en zonas
donde éstos realizan la producción agropecuaria licita y
limpia.
Con respecto a
las fumigaciones con glifosato a los cultivos de coca y eventualmente a los de
marihuana y amapola, hacemos las siguientes precisiones: al asumir EL
FARO SOCIAL la defensa de la producción agropecuaria lícita y limpia, éste
no tiene nada en común con los cultivadores de coca, marihuana o amapola vía
producción de estupefacientes, y mucho menos con el narcotráfico; por el hecho
de estar en contra de las fumigaciones de esos cultivos, no se nos puede
asociar con la posición en contra de esas fumigaciones de los cultivadores de
esos productos y con los narcotraficantes, porque, en primera instancia, con la
producción agropecuaria lícita y limpia, estamos ayudando a proteger la
vida y el ambiente; en segunda instancia, estamos luchando contra la
intoxicación y la muerte en todas sus dimensiones y manifestaciones; y en
tercera instancia, porque en el terreno político estamos en posiciones
totalmente divergentes.
Marino Ausecha Cerón
Especial para EL
FARO SOCIAL
Popayán, julio
13 de 2.021
Nota.
*El uso de los calificativos licita
y limpia para referirnos a un tipo
específico de producción agropecuaria, lo hacemos de manera condicional, es
decir, no los estamos erigiendo en categorías técnico-científicas de uso
obligatorio para al designar situaciones, propiedades, fenómenos o cosas con la
rigurosidad que esto exige. Rogamos comprensión a los expertos, académicos y
estudiosos por la escasa precisión con que puedan están usados estos términos.
Al unir éstos con una actividad específica, conforman el concepto de producción agropecuaria licita y limpia, el
cual también lo usamos de manera condicional en cuanto nos permite y ayuda a
hacer una diferenciación que, aunque necesaria, será transitoria.