martes, 12 de abril de 2022

PRECISEMOS AÚN MÁS NUESTRA POSICIÓN FRENTE A LA GUERRA EN UCRANIA.

 

PRECISEMOS AÚN MÁS NUESTRA POSICIÓN FRENTE A LA GUERRA EN UCRANIA.

EL ENFRENTAMIENTO DE LOS DOS BLOQUES IMPERIALISTAS ACTUALES EN UCRANIA, CAUSA FUNDAMENTAL DEL CONFLICTO BÉLICO, PUEDE ESTAR TAN LEJOS O TAN CERCA DE NOSOTROS.

 

No tenemos necesidad de hacer tantos esfuerzos ni de torturarnos tanto el cerebro para enterarnos y darnos cuenta de la gigantesca campaña mediática desplegada por el bloque imperialista conformado por Estados Unidos, Unión Europea, Japón y todos sus aliados para manipular, aderezar y enderezar la opinión pública a su favor y en contra de “los agresores de Ucrania”, desde el momento en que comenzó la invasión militar rusa a su territorio. A partir de ese momento, todos los días, mañana, medio día, tarde y noche, tenemos el bombardeo continuo por la gran mayoría de medios de comunicación, cumpliendo la sagrada misión de “informarnos” acerca de los acontecimientos en Ucrania. La “información veraz” llueve a cántaros; las imágenes de los destrozos físicos y de los horrores contra la población civil van y vienen; las dramáticas escenas de los refugiados agigantan la tragedia; los analistas expertos en asuntos de conflictos geopolíticos, debutan haciendo las sustentaciones que convienen al uno o al otro bloque; y la parcialización grosera se erige en un burdo insulto a la inteligencia y la dignidad de quienes recibimos toda esa basura.

Es la misma función y los roles que debieron jugar los medios de comunicación en su momento y con el grado de desarrollo alcanzado, controlados y manejados por los nazi-fascistas, antes y durante la Segunda Guerra Mundial de mentir, engañar, intrigar, lanzar insultos y ofender para provocar a quienes no estén de acuerdo y a los adversarios, enlodar y destruir política y moralmente a quienes no comparten o tengan su posición crítica, así no estén con los adversarios, y sobre todo, de ocultar y silenciar todo lo que no convenga o ponga al descubierto sus patrañas, aun tratándose de verdades simples y elementales.  

De otra manera no podríamos entender por qué Estados Unidos con la Unión Europea, venían desde 2.014, en incluso antes, organizando, creando y armando bandas nazi-fascistas en Ucrania para desestabilizar los Gobiernos que bien o mal y de alguna manera, tenían una cierta legitimidad, para colocar en su reemplazo a Gobiernos y personajes títeres, como lo es el actual presidente, con el expreso y claro propósito de anexar a Ucrania a la Unión Europea y a la OTAN, es decir, colocarla del lado de su bloque imperialista. Esto no es más que la misma táctica y los mismos métodos que han venido empleando desde hace años atrás, como lo hicieron en Nicaragua, El Salvador y Guatemala creando, financiando y apoyando militarmente a los paramilitares o “contras”, como los denominaron; sucedió en Yugoeslavia con las bandas de “limpieza étnica”; en Siria e Irak, con los bandoleros del Estado Islámico; y lo hemos presenciado con horror y profundo dolor en nuestra propia tierra. Naturalmente, hacemos estas menciones como las más conocidas y recientes.

“¡Oh delirante confusión” de la perfidia y la perversidad! ¡Oh demencial circo romano! en el que la sangre de los gladiadores en la arena irritaba el hambre de pan de la plebe y saciaba los placeres de los Césares. De eso no se ocupan los medios de comunicación, ni los analistas expertos, ni los políticos, y menos si están en campaña electoral. Ahora “el único malo de la película” es Putin, y hay que hacerle creer a “los hambrientos de pan del circo …” que Putin y los invasores de Ucrania son “socialistas”, “revolucionarios”, que quieren acabar con la democracia. Ahora Macrón y Ángela Merkel, a la que tanto alabaron cuando se retiró del mando en el Gobierno de Alemania, otros Gobiernos de Europa Occidental y Central y sus mandarines estadounidenses, no han tenido nada que ver en lo que sucede en Ucrania y hay que pintarlos color de rosa y de abanderados de la defensa de los ucranianos, de los “derechos humanos”, de “la democracia” y “las libertades”.

Es decir, para estos genios del embuste, la salvaje guerra que se libra en este momento en Ucrania, es simplemente producto de los apetitos expansionistas de Putin y de los invasores rusos. La desaforada pugna de los dos bloques imperialistas¸ de un lado, Estados Unidos, Unión Europea, Japón y todos los aliados, y de otro, Rusia, China, Corea del Norte, Irán, Venezuela y demás aliados, bloque éste que comenzó a reconfigurarse desde la primera década del presente siglo, hay que lanzarla a la penumbra, hay que ocultarla, silenciarla y desaparecerla, pues eso es lo que verdaderamente pone al descubierto el origen de los apetitos, no solo de Putin y los invasores rusos, sino de ambos bloques imperialistas de dominar el mundo y esquilmarlo hasta la saciedad, o hasta que los pueblos decidan levantarse, liberarse y acabarlos a ambos. Así es que la estafa del llamado “conflicto ruso-ucraniano” no es otra cosa que un eslabón más en la cadena de tropelías, atropellos y criminales acciones de invasión y desangre de los pueblos llevadas a cabo por ambos bloques imperialistas disputándose el dominio del mundo. Lo han venido haciendo en Afganistán; en Siria, Irak y todo el Medio Oriente; en África y en América Latina; y aunque muchos no lo crean, lo han venido haciendo en Colombia. Esto, sin referirnos a muchos otros casos semejantes o peores antes y después de terminada la Segunda Guerra Mundial.

En resumen, lo que sucede en este momento en Ucrania no es otra cosa que una brutal guerra de rapiña de los dos bloques imperialistas por un nuevo reparto del mundo, por un nuevo reparto de territorios, recursos naturales y humanos, fuentes de materias primas y mercados. Es, por lo tanto, una guerra reaccionaria por la dominación, en este caso del pueblo ucraniano. Ambos son fuerzas imperialistas que no persiguen propósito distinto al de someter a los pueblos, explotarlos y oprimirlos, para tratar de salvar su irremediable agonía en que se encuentran. Es por esto que los revolucionarios no podemos caer ingenuamente en la peligrosa trampa de justificar a un grupo de bandidos imperialistas y condenar al otro; de embellecer y adornar la propaganda fascista de los unos y condenar a los otros; de caer víctimas de las imágenes horrorizantes y terminar apoyando a los que dicen estar defendiendo al pueblo (ucraniano en este caso). Esta es una guerra de bandidos y entre bandidos, y la víctima y el que pierde es el pueblo ucraniano. Pierden los pueblos de los países imperialistas agresores, y pierden nuestros campesinos pagando insumos agrícolas más caros y nuestro pueblo comprando productos alimenticios más costosos.  

Hay quienes pueden argumentar que en las peleas entre bandidos no debemos meternos. Por supuesto que aquí no se trata de peleas de dos bandidos o de dos grupos de bandidos de barrio que tanto abundan en Colombia, sino de dos grandes bloques imperialistas por la dominación mundial que se enfrentan por repartirse pedazos de presa, en cuyo caso, son los pueblos los perjudicados económica, política, social, física, moral y sicológicamente. Como revolucionarios no podemos asumir la posición de simples espectadores indiferentes que poco o nada les importa las tragedias en que se debaten los pueblos a causa de la arbitrariedad de los poderosos imperialistas pisoteando a los débiles. En este caso concreto, es el pueblo ucraniano el que está siendo sometido a una brutal destrucción en todos los sentidos. Por el momento, no sabemos cuándo pueda terminar esa pesadilla a que está sometido. Tampoco podemos decir con exactitud cuál de los dos bloques que se disputan la presa, podrá declararse vencedor, o si ambos se declaren vencedores descuartizando y repartiéndose la presa.

Pero sí está más que claro, que es el pueblo ucraniano el que terminará descuartizado en todos los sentidos e incluso en el sentido territorial. Al buen estilo de los antiguos zares, los imperialistas rusos de hoy, ocuparon desde 2.014 la península de Crimea que ha sido y es parte del territorio ucraniano, con el pretexto de que esa área hacía parte del territorio ruso y que Rusia necesita una salida al Mar Negro y por ahí al Mar Mediterráneo. De igual manera en la región de Dombask (Lugansk y Donetsk), promovió, lo mismo que los imperialistas del otro bloque, fuerzas paramilitares en dos provincias separatistas y “plebiscitos democráticos” para crear dos “Repúblicas” nuevas anexadas a la Federación rusa actual, con el pretexto de que esa es población de origen ruso y son ruso-parlantes. Así de cínicos, pero estúpidos son los argumentos de los imperialistas, cuando necesitan justificar sus actuaciones. Con ese “sabio” argumento, el Gobierno colombiano del Señor Duque podría, con toda la frescura del caso, pedir que dos Estados venezolanos, pasen a su jurisdicción porque allá hay más de tres millones de colombianos; o al contrario, Venezuela y/o el Gobierno de Nicolás Maduro podrían reclamar a Norte de Santander y Arauca por estar infestados de guerrillas y paramilitares y paso obligado de venezolanos hacia el resto del continente; o pedir que en Chile, una parte de su territorio pase a jurisdicción colombiana porque allá hay población colombiana, e incluso reclamar que un Estado de Estados Unidos haga parte del territorio colombiano porque allá vive mucho colombiano.

Es posible que, después de todas estas fechorías de ambos bloques imperialistas, lleguen a un “arreglo diplomático” para ponerle término a la invasión rusa al territorio ucraniano, pero Ucrania quedará destrozada y su territorio despedazado. O también es posible que la guerra se prolongue y pueda terminar en enfrentamiento bélico directo entre las potencias de los dos bloques y que, en ese caso, indudablemente llegarían al uso de armamento nuclear. Este riesgo no lo podemos descartar, puesto que los invasores rusos exigen para cualquier arreglo, que Ucrania no haga parte de la OTAN, cosa no tan fácil de resolver, puesto que ellos ya anexaron parte del territorio ucraniano a la Federación rusa actual. En estas condiciones, es en primer término a la clase obrera europea a quien le corresponde levantarse y exigirle a los imperialistas de ambos bloques, ponerle término a esa invasión, y nos corresponde a todos los revolucionarios y los pueblos del mundo levantarnos en lucha contra las guerras imperialistas y por la paz mundial, detener, al menos por ahora, las acciones de las manos ensangrentadas de los imperialistas y prepararnos ideológica, política y organizativamente, porque llegará el momento en que los pueblos transformarán esas guerras reaccionarias de los imperialistas, en guerras revolucionarias de liberación nacional y social, como ya lo han hecho en tantas ocasiones.

Por nuestra parte, consideramos que el único arreglo para resolver definitivamente la situación en Ucrania es que ambos bloques imperialistas, reconozcan y respeten la integridad territorial del pueblo ucraniano; que los territorios que están siendo anexados por los invasores rusos, sean reintegrados a su territorio sin ningún condicionamiento; y que los imperialistas del otro bloque se retiren de Ucrania de igual forma, sin condicionamientos. Permitir que el pueblo ucraniano ejerza su soberanía nacional y decida libre y voluntariamente, su propio camino. Que ambos bloques imperialistas se comprometan a indemnizar al pueblo ucraniano por todos los daños causados y que su reconstrucción y reparación la haga sin ninguna injerencia externa. Condenamos ésta y todas las guerras imperialistas reaccionarias de rapiña, de saqueo e invasión a los pueblos más débiles y apoyamos por ahora, la movilización cívica masiva de los pueblos del mundo contra esas guerras y por la paz mundial. No basta decir no al imperialismo y no a las guerras imperialistas. Es necesario señalar claramente qué es lo que debemos hacer los revolucionarios y los pueblos.

No podemos estar de acuerdo y ni siquiera ayudar a ocultar lo que han estado haciendo. los sectores económicos, políticos y sociales pro-occidentales en Ucrania, y menos embellecer a los invasores rusos, cabeza principal del otro bloque imperialista y las bandas que han creado y organizado para anexarse, por lo menos parte de su territorio. Estamos contra todos los imperialistas y sus bandidajes, sean de donde sean; sean de oriente o de occidente, del norte o del sur; sean grandes o pequeños, grandes capos o peones de brega. El enfrentamiento de estos dos bloques imperialistas no va a terminar con y en la guerra en Ucrania, sean cuales sean sus resultados. Por eso, es ineludible que los revolucionarios entendamos la imperiosa necesidad de retomar e impulsar la lucha por la soberanía nacional y la autodeterminación de los pueblos. Que ni el sistema capitalista en general ni el sistema imperialista en particular con sus bloques actuales, y menos el modelo neoliberal que implantaron, el cual ha ahondado aun más las desigualdades entre potencias imperialistas y pueblos débiles y ha agudizado a extremos insoportables las crisis económicas, políticas y sociales en todo el mundo, podrán resolver los conflictos y las guerras en que están enfrascados ambos bloques, y que, en consecuencia, las tempestades revolucionarias se acercan cada día más; lentamente los pueblos van retomando la iniciativa, van recuperando su conciencia revolucionaria y barrerán con todo lo que se les atraviese, incluidos nosotros mismos, si no nos preparamos para jugar el papel que nos corresponde.  

 

MARINO AUSECHA CERON

Abril 8/2.022.

Se escala la guerra imperial de reparto entre potencias capitalistas

 Adjuntamos el documento de Camilo González Posso,  porque consideramos que aporta al esclarecimiento de los motivos y razones de la guerra que libran los bloques imperialistas en Ucrania.



Se escala la guerra imperial de reparto entre potencias capitalistas

 

No a la guerra, no a la alianza militar heredada de la guerra fría, ni nuevos bloques militares de potencias hegemónicas, no a las invasiones a otros países, no a los bloqueos económicos contra Estados y pueblos. No a la doctrina del intervencionismo preventivo para combatir enemigos en cualquier país. a la desmilitarización, al respeto a la soberanía y autodeterminación. Sí al desarme, al confinamiento y eliminación de armas atómicas. Sí a los medios pacíficos y diplomáticos para resolver conflictos internacionales. (Lista de principios, 2022)

 

Por Camilo González Posso, presidente de Indepaz

Bogotá D.C. 28 de febrero de 2022 Notas para el Conversatorio

 

Las noticias nos abruman con las imágenes de guerra entre las fuerzas invasoras rusas en Ucrania y una precaria pero persistente resistencia de los partidarios del gobierno de Zelensky. La ocupación rusa cuenta con el respaldo de millones de ruso parlantes que viven en la parte oriental y choca con la mayoría de la población que suma los ucranianos pro-occidente, antirusos y defensores de la independencia de su país de cualquier potencia extranjera. Las sanciones de Estados Unidos y de países de la OTAN se han concentrado en fuertes medidas económicas de bloqueo, en movimiento de tropas hacia Polonia, envío de armas y amenazas de Turquía de cerrar el paso del Mar Negro al Mediterráneo que sería un duro golpe a Putin. Lo más divulgado en la escalada en los primeros días han sido las batallas por la toma de Kiev y otras ciudades con centenares de muertos y la orden terrorífica de Putin de poner en alerta máxima a sus fuerzas estratégicas incluidas las atómicas.

Esta mirada inicial a la guerra en Ucrania puede ocultar la dimensión de un conflicto que es mucho más que otra muestra del choque entre Rusia y la OTAN, y más que una operación supuestamente orientada a proteger unas regiones Donest y


Lugansk – que se constituyeron como repúblicas independientes después de soportar años de agresión con miles de muertes.

Tal vez se comprende mejor esta situación si se encuadra en la historia de disputas entre potencias capitalistas por el reparto de posiciones y mercados en Europa del Este después de la desaparición de la URSS (1991) y del pacto de Varsovia y se analiza el reacomodo darwiniano del capitalismo mundial en esta nueva etapa planetaria de catástrofe económica y pandémica. Como en una mala película de Juego de Tronos se ha desatado una guerra de rapiña en el mundo, entre imperios, potencias y grandes conglomerados.

Son hilos entrelazados de una misma historia que lleva a la poli-crisis actual: crisis del desorden posguerra fría y sus acuerdos militares, crisis de la hegemonía unipolar post URSS y del papel de EE. UU como gendarme del mundo, emergencia en disputa de nuevas potencias e imperios, crisis de la energía y exacerbación de las guerras por recursos, choque de esta civilización contra la Gaia, catástrofe de la economía mundial acelerada por la pandemia y lucha por un nuevo reparto en la “nueva normalidad”.

 

1.      El desorden posguerra fría y la crisis de sus acuerdos militares

 

 

Se ha repetido que el derrumbe de la URSS en 1991 desbarató todo el “bloque socialista” agrupado en el COMECOM y en el pacto militar dirigido por Moscú (Pacto de Varsovia). Se formaron rápidamente 14 repúblicas independientes que salieron en desbandada a buscar alianzas con Europa y Estados Unidos para pasar del estatismo soviético al capitalismo. El modelo de referencia fue la democracia representativa corporativa y sus monopolios de producción, finanzas y mercados. Y para la acelerada transición se conformó una élite capitalista con oligarcas emergentes que se apropian de bienes estatales o se forman como aliados de las inversiones externas. Rusia se precipitó en el caos ordenado por mafias y nuevos oligarcas que imponían con violencia su capitalismo salvaje. V. Putin se encargó desde 1991 de re institucionalizar a Rusia y del desorden mafioso se va pasando a un capitalismo nacionalista/oligárquico, bendecido por la iglesia ortodoxa que se torna en una cuasi religión oficial.

El triunfo de Estados Unidos y de sus aliados europeos en la confrontación al soviet-comunismo les permite lanzarse al reparto de las repúblicas y de la economía de Europa del Este. Y lo hacen combinado todas las formas de dominación. Entran masivamente las multinacionales, el  Fondo Monetario Internacional y, en  lugar de


desmilitarizar las relaciones internacionales, aprovechando dos décadas de bancarrota y reconstrucción de Rusia, también se expande la OTAN como gran aparato militar hegemonizado por Estados Unidos para mantener el régimen de posguerra en Europa y ahora anexando a esa alianza militar a casi todos los países del Este europeo. Ha sido una historia de incumplimientos comenzando por el olvido del compromiso de Bush con Gorbachov de no ampliar la OTAN al este a cambio de que Moscú aceptara la unificación de Alemania (Chomsky, 2022) hasta la ruptura del Acuerdo de Minsk con la anexión de Crimea a la Federación Rusa.

 

Figura 1. Proceso de expansión de la OTAN -1999 a 2020

 






 

 

Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/OTAN#:~:text=En%20teor%C3%ADa%2C%20estaba%2 0destinada%20a,OTAN%2C%20nuevos%20pa%C3%ADses%20fueron%20sum%C3% A1ndose.

 

Como había desaparecido el enemigo que le dio razón de ser en 1947, la OTAN sigue viva después de disuelta la URSS para simbolizar el predominio militar de EE. UU. en la lucha contra nuevos enemigos, encarnados en el terrorismo internacional y en quienes entraban en disputa de recursos estratégicos. Las hazañas más notables de la OTAN han sido la invasión y guerra en Afganistán que duró 20 años hasta su derrota en 2021 y la llamada “intervención humanitaria” con bombardeos en Yugoeslavia en 1999.


En 2011 la OTAN actuó en la invasión a Libia y respaldó la toma de Trípoli. A este relato Noam Chomky (2022), el reconocido catedrático emérito del MIT, le agrega que,

 

No es necesario hablar de Irak: la agresión estadounidense enfureció a casi todo el mundo. Los ataques de la OTAN a Libia y Serbia, un bofetón ambos en la cara de Rusia durante su fuerte declive en los años 90, se revisten de honestos términos humanitarios en la propaganda norteamericana. Todo ello se disuelve rápidamente al ser objeto de examen, como se ha documentado ampliamente en otros lugares. Y no hace falta revisar el rico historial de veneración de los Estados Unidos por la soberanía de las naciones.

 

 

Como puede verse en el gráfico la expansión de la OTAN hacia el este se da primero al ritmo del acercamiento de las nuevas repúblicas a Europa y para consolidar su transformación capitalista, pero pasa a ser un mecanismo para contener a Rusia capitalista en su política de recuperar nexos con los estados de Europa del Este y en especial para disputar la influencia en Ucrania. En 2014 EE. UU promueve el golpe de Estado contra el presidente ucraniano que vacila en el ingreso a la OTAN y se inicia un periodo de crisis y confrontaciones armadas que se prolonga hasta hoy. La reacción de Rusia fue apoyar a las mayorías prorusas en Crimea y en la región del Donbass. Después de un plebiscito promovido y apoyado desde Moscú, Crimea decide ser parte la Federación Rusa. Al mismo tiempo se declaran las repúblicas de Donest y Lugansk que son desconocidas por el gobierno de Ucrania.



Figura 2. Ruta de salida de Ucrania, Rumania y Rusia al Mediterráneo Ucrania: Zonas de influencia en donde se habla mayoritariamente el ruso

 


  Crimea paso a ser parte de Rusia en 2014 y su puerto en Sebastopol es además en donde se ubica la mayor base de protección en la Zona y de movilidad hacia el mediterráneo.

   Cuando la crisis de 2014 en Estados Unidos se debatió abiertamente la estrategia que debería seguirse con el nuevo gobierno promovido en Ucrania. Fueron notables las recomendaciones de Henry Kissinger (2014) cuando señala que,

 

1.     Ucrania debe tener derecho a elegir libremente sus asociaciones económicas y políticas, incluso con Europa.

2.   Ucrania no debería unirse a la OTAN, una posición que asumí hace siete años, cuando se planteó por última vez.

3.   Ucrania debe ser libre de crear cualquier gobierno compatible con la voluntad expresa de su pueblo. Los sabios líderes ucranianos optarían entonces por una política de reconciliación entre las diversas partes de su país. A nivel internacional, deberían adoptar una postura comparable a la de Finlandia. Esa nación no deja dudas sobre su feroz independencia y coopera con Occidente en la mayoría de los campos, pero evita cuidadosamente la hostilidad institucional hacia Rusia.

4.   Es incompatible con las reglas del orden mundial existente que Rusia se anexione Crimea. Pero debería ser posible poner la relación de Crimea con Ucrania sobre una base menos tensa. Con ese fin, Rusia reconocería


la soberanía de Ucrania sobre Crimea. Ucrania debe reforzar la autonomía de Crimea en las elecciones celebradas en presencia de observadores internacionales.

(ver https://www.notiar.com.ar/index.php/internacionales/117536-henry-kissinger-para-resolver- la-crisis-de-ucrania-hay-que-empezar-por-el-final-por-henry-a-kissinger-5-de-marzo-de-2014 )

Ya se sabe que no hubo acuerdo y el nuevo gobierno reivindicó el derecho no solo a ingresar a la Unión Europea sino a la misma OTAN con las implicaciones sobre ubicación de bases y cohetes en la frontera con Rusia. La anexión de Crimea a Rusia y el apoyo al independentismo en la región del Donbass fue la respuesta de Putin que vio en peligro la base de su armada en Sebastopol y con ello la ruta en el Mar Negro y al Mediterráneo.

Noam Chomsky comenta en la ya citada entrevista del xxx que,

 

 

Hay, de hecho, una cualidad surrealista en el rechazo de los Estados Unidos a la neutralidad al estilo austriaco para Ucrania. Los responsables políticos de los Estados Unidos saben perfectamente que la admisión de Ucrania en la OTAN no es opción en un futuro previsible. Podemos, por supuesto, dejar de lado las ridículas posturas sobre la santidad de la soberanía. Así que, en aras de un principio en el que no creen ni por un momento, y en pos de un objetivo que saben inalcanzable, los Estados Unidos se arriesgan a lo que puede convertirse en una traumática catástrofe. A primera vista, parece ininteligible, pero hay cálculos imperiales plausibles. (2022)

 

Antes de preguntarnos por los “cálculos imperiales plausible” que han llevado a Estados Unidos a negarse a un acuerdo sobre neutralidad de Ucrania ante la OTAN, independencia de Rusia y aceptación de Crimea como parte de la Federación Rusa, hay que preguntarse por el impacto que produce en medio de la guerra de ocho años desatada después del golpe de estado de 2014, el que el gobierno de Zelensky haya promovido una reforma a la constitución de Ucrania en la cual se establece la autorización para tramitar el ingreso a la OTAN e incluso para la instalación de bases nucleares en este país (Dato Ahilesva, 2022). Sobre este tema cabe recordar la información de EuroNews del 14 de febrero de 2022 según la cual ““Este rumbo no sólo


está reflejado en la Constitución, sino que cuenta con el pleno consentimiento de las autoridades y la sociedad”, dijo a Reuters el portavoz Sergii Nykyforov”. (ver https://es.euronews.com/2022/02/14/ucrania-crisis-diplomacia )

 

2.      Los cálculos imperiales

La prueba de fuerzas en Ucrania es parte de una confrontación de potencias en el escenario mundial en la cual las decisiones las toman las partes más fuertes haciendo cálculos en el conjunto y en función de intereses estratégicos. Desde esa perspectiva puede releerse la pregunta del ¿Por qué Rusia decide invadir a Ucrania asumiendo grandes costos y a riesgo de una escalada bélica con amenazas de uso de armas nucleares? ¿porqué Estados Unidos y sus aliados en la OTAN, conociendo desde tiempo atrás los planes de invasión de Ucrania por Rusia se rehusaron a un acuerdo y prefirieron dejar que su aliado externo asumiera solo la guerra?

Para aproximarnos a la respuesta, en lo que concierne a Rusia hay que tener en mente la recomposición del capitalismo nacional que acelera Putin desde principios de siglo con la idea de recuperar parte del imperio perdido con la disolución de la URSS, iniciando por los países vecinos de mayor presencia rusa y con posiciones estratégicas para la seguridad nacional. Desde el año 2008 se fortalece Rusia como potencia militar hasta el punto de ser hoy considerado en el segundo lugar después de Estados Unidos y seguido por China. En cuanto a armas nucleares Rusia está en el primer lugar, por encima de EE. UU y lleva ventaja en tecnologías de cohetes hipersónicos que tienen cinco veces la velocidad del sonido.






Fuente:

https://gestion.pe/mundo/guerra-rusia-ucrania-estos-son-los-misiles-aeronaves-y-todas-las-armas-que-usan-desde- ambos-lados-en-el-conflicto-belico-rmmn-noticia/


Ese poderío militar pesa al lado de la OTAN indicando que un enfrentamiento de mayor escala tiene grandes riesgos para todos, incluso teniendo en cuenta que la OTAN cuenta con el doble de aviones de combate (3.891 vs. 1.511 en 2020) y que Rusia supera a la OTAN en tanques y vehículos blindados.

El poderío militar, la industria de guerra y la producción de petróleo y gas han sido las palancas de la recuperación rusa en la era de Vladimir Putin. Visto en conjunto el poder como potencia sigue lejos de Estados Unidos, China y los países líderes de Europa (Alemania, Reino Unido, Francia e Italia). Pero la proyección del poder ruso, con mentalidad de imperio, se ha hecho sentir en las guerras en Chechenia (1994 – 2009), la incursión en Georgia en 2008, la anexión de Crimea ya comentada, la defensa a ultranza de sus posiciones en Siria incluida la mayor base militar en Tartus que es puerto en el Mediterráneo. Ha sido con la industria militar y los hidrocarburos que ha ampliado negocios en varias fronteras e incluso en América Latina, con venta de armamento a Brasil, Argentina, Colombia, Venezuela, entre otros.

Las grandes reservas de gas y petróleo le han permitido a Rusia volverse proveedor de varios países de la Unión Europea, reemplazado en mucho la oferta desde el oriente medio o el norte de África. El 30% del gas que consume Europa lo suministra Rusia por gasoductos que atraviesan Ucrania y Biolorusia y por el NortStreem que llega directamente a Alemania por el Báltico, reforzado ahora por el NortStreen 2 que va paralelo al primero y que se encuentra suspendido. Para algunos países la dependencia de las importaciones rusas de gas está entre el 50% y 80% de su consumo interno como ocurre con los países de Europa del Este. Alemania, Italia, Suecia, Bélgica y Países Bajos importan entre el 30% y el 50% del gas que consumen y tienen suministro ruso.




Fuente: https://desenchufados.net/europa-necesita-gas-ruso/

 La guerra por el petróleo sigue siendo una de las claves de la confrontación entre potencias en el escenario mundial y es uno de los hilos del choque de intereses en el actual conflicto que tiene a Ucrania invadida. En medio de la crisis climática mundial se habla de una transición de la energía proyectada hasta 2070 en la cual las reservas de hidrocarburos tienden a decaer, pero al mismo tiempo los acuerdos sobre el clima y la dinámica de mercado ubica al gas como la gran apuesta para ir reemplazando al carbón y al petróleo. El gas de fracking de Estados Unidos está en desventaja por los costos y precios elevados en comparación con la explotación más tradicional y requiere un escenario de precios del petróleo por encima de 60 dólares/barril y ojalá cerca a los 100 dólares/barril. En muchos mercados y dada la presión por diversificar la bandeja de energía, se proyecta el uso creciente del hidrógeno que por ahora resulta más rentable si usa metano – gas natural – o metano a partir de quemar carbón.


En estos escenarios Estados Unidos se ha resentido por la penetración de Rusia en Europa, que se suma al incremento de negocios con China que incluyen esferas de alta tecnología.

 


 

 El cálculo de Estados Unidos, en la primera etapa de la invasión rusa en febrero de 2022, incluye lograr un reacomodo del mercado de la energía en Europa, al tiempo que revitaliza la muy disminuida OTAN en los tiempos de Trump. Mediante la imposición de sanciones a Rusia Estados Unidos se ofrece como proveedor no solo de gas sino de acuerdos comerciales que mitiguen en algo los altos costos que tiene para los países europeos comprometerse con imponer a Rusia otra cortina de hierro para volverla, como ha dicho Joe Biden, “un paria en el mundo”. Ese cálculo parece incluir dejar a Ucrania en conflicto con Rusia y probablemente fragmentada con estados o regiones autónomas prorusas al oriente, disciplinar a Alemania y Francia y utilizar el poderío militar para intentar recuperar la influencia política y económica perdida.

 

3.      Reacomodos ante la crisis económica mundial y en perspectiva de la “nueva normalidad” post Covid

 

La guerra en Ucrania y la prueba de fuerzas entre Rusia con Estados Unidos y sus aliados se da en un contexto de crisis económica mundial en la cual las grandes potencias se encuentran debilitadas interiormente, en forma desigual, pero con


estrategias de competencia exacerbada para lograr las mayores ventajas en el nuevo orden post pandemia. Entre Rusia y Estados Unidos o con respecto a la Unión Europea existe una desproporción en poderío general que tiene consecuencias estratégicas desfavorables para Rusia si se escala la confrontación y el bloqueo. El peso del extractivismo y el rezago tecnológico de Rusia limitan su capacidad para sostener una guerra larga en Ucrania y menos aún para escalarla a otras zonas de Europa.

Pero al mismo tiempo Estados Unidos se encuentra en un momento critico de su economía interna, resentida por la catástrofe económica asociada a la pandemia, con altas tasas de inflación devaluación del dólar, alto endeudamiento y déficit fiscal, a lo que se suma la critica polarización entre demócratas y republicanos. En relación a la crisis en Ucrania esto significa que Estados Unidos no está en buenas condiciones para meterse en una guerra en Europa comprometiendo tropas y su poderío militar.

En el panorama mundial lo más destacado en el juego de poder es el fortalecimiento de China que ha logrado ubicarse en segundo lugar, después de Estados Unidos, disputando mercados en áreas importantes de alta tecnología y en las industrias de punta de la computación, la inteligencia artificial y otras dimensiones de la revolución digital. La dinámica actual de la competencia entre potencias muestra el debilitamiento de la hegemonía de los Estados Unidos y la perspectiva no lejana de emergencia de un polo más fuerte en Asia, con papel destacado de un eje liderado por China y en el cual gravitaran India, Rusia, entre otros. No ha pasado desapercibido el avance de China en Latinoamérica con grandes inversiones en Brasil, Chile, Argentina y la inclusión de las principales economías de la región en la llamada “ruta de la seda”.

En medio de este panorama el peligroso juego de imperios está colocando el poder militar para recomponer alianzas en un lado y en otro para consolidar posiciones estratégicas en el panorama global. No es ajena a este forcejeo el incremento de fricciones en el Mar de China y el Indopacífico que va creciendo en este 2022 por las iniciativas de Joe Biden de reactivar el llamado Diálogo de Seguridad Cuadriliteral – QUAD con India, Japón y Australia y el Aukus con Reino Unido y Australia. La agenda incluye fortalecer lazos para contrarrestar cualquier papel del nuevo gobierno de Afganistán en la geopolítica regional y dar mensajes a China con la presencia de fuerzas conjuntas del AUKUS en movimiento de naves e incluso de submarinos nucleares. Las alianzas militares y el aumento de fricciones y de incidentes van de la mano de reacomodos económicos en los cuales los ganadores son las grandes potencias.


4.      Alineamientos y des alineamientos en América Latina

 

 

Ante la guerra en Ucrania y la confrontación de potencias se han definido posiciones de los gobiernos de América  Latina con declaraciones de la mayoría en contra de la intervención militar de Rusia en Ucrania. Venezuela, Cuba y Nicaragua han tomado partido por Rusia con el argumento de la existencia de un plan de agresión de la OTAN que atenta contra intereses vitales de esa Federación. Brasil ha sido más cauteloso, pero se inclina más por el apoyo a Putin y Argentina condena a medias el ingreso de tropas rusas a Ucrania.

En Colombia ha sido rápido y beligerante el apoyo del gobierno de Iván Duque a la OTAN y la puesta a disposición de los Estados Unidos para la defensa de los intereses tanto en Europa como en Latinoamérica. El gobierno y sus aliados a la derecha han aprovechado la situación para elevar el tono contra el régimen de Maduro en Venezuela, acogiendo el discurso de la administración Biden de enfrentar las maniobras abiertas y encubiertas de potencias extracontinentales, que incluyen en particular a Rusia y a China.

La frontera con Venezuela es vista por el gobierno como zona de fricción, de operaciones militares y guerras encubiertas no solo por la presencia de grupos armados como el ELN y disidencias de las FARC. Y en la coyuntura electoral se acusa a Rusia de planear acciones cibernéticas para alterar los resultados en contra de los candidatos de la derecha. No cabe duda de que las elecciones presidenciales en Colombia se han convertido en asunto de interés para la seguridad nacional de los Estados Unidos y para sus pretensiones de promover un cambio de régimen en Venezuela que les permita mejores condiciones en el reparto de las más grandes reservas de petróleo del mundo.

Colombia aparece como el mejor aliado de los Estados Unidos en Latinoamérica, que puede ser útil para recuperar el terreno perdido y en un panorama en el cual se le han desalineado la mayoría de los países, incluidos Chile, Argentina, Bolivia, Perú, Honduras y México. En esa lógica, un triunfo de Lula en Brasil y de Petro en Colombia lo aprecian como un problema mayor para la reconquista de Latinoamérica y el freno a China en la región.

Las organizaciones sociales y políticas en Colombia y en buena parte de América Latina han sido tomadas por sorpresa por los vertiginosos acontecimientos en la crisis ucraniana y el conflicto de Rusia con la OTAN. Prima el desconcierto y la confusión, sobre todo cuando se maneja la lógica de alienarse con algunas de las partes


en contienda. Por eso es importante destacar el análisis de la crisis en su complejidad, sin caer en las lecturas ideológicas que, en lugar de una guerra de reparto entre imperios y potencias, creen que en el caso Ucrania se está en una prolongación de la guerra fría, en un enfrentamiento entre democracia y totalitarismo y peor aún entre capitalismo y socialismo. En semejante panorama la invitación es volver a valores básicos del derecho internacional a la luz de los cuales recordamos algunos principios:

 

No a la guerra, no a la alianza militar heredada de la guerra fría, ni nuevos bloques militares de potencias hegemónicas, no a las invasiones a otros países, no a los bloqueos económicos contra Estados y pueblos. No a la doctrina del intervencionismo preventivo para combatir enemigos en cualquier país. a la desmilitarización, al respeto a la soberanía y autodeterminación. Sí al desarme, al confinamiento y eliminación de armas atómicas. Sí a los medios pacíficos y diplomáticos para resolver conflictos internacionales. (Lista de principios, 2022)

 

Siguiendo principios como esos podemos acercarnos al diálogo que se agiganta en Colombia, Latinoamérica y el mundo frente a la grave crisis y amenaza de escalamiento hasta limites nunca vistos. Si se trata de tomar posición la opción del pacifismo de principios, sin alineamiento en la guerra de potencias, puede ser el camino.



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