Estimados compañeros de EL FARO
SOCIAL
Es para nosotros un
motivo de inmensa satisfacción, el haber podido recuperar y poner en vuestras
manos, las 7 PIEZAS SUELTAS DEL ROMPECABEZAS MUNDIAL (El
Neoliberalismo como Rompecabezas: La Inútil Unidad Mundial que Fragmenta y
Destruye Naciones). Documento éste que fuera dado a conocer en junio de
1.997 por el EJERCITO ZAPATISTA DE LIBERACION NACIONAL (México), en pleno furor
del levantamiento armado de los indígenas en las montañas de Chiapas, al Sur de
ese país, hace ya casi veinticinco años.
En su primer momento,
este interesante y sugestivo documento, llamó la atención y despertó el
entusiasmo en diferentes sectores revolucionarios, grupos políticos y
organizaciones sociales con afinidades a las posiciones políticas de izquierda
e intelectuales que aún conservaban buena parte de la influencia de las
revoluciones anteriores, pero en los cuales se venía acentuando, casi se puede
decir que de modo irreversible, el escepticismo, las dudas sobre la validez de
las teorías revolucionarias científicas e incluso, de la validez de las
experiencias prácticas de la construcción del socialismo, dándole más crédito a
los charlatanes pregoneros del nuevo orden mundial económico, político e
ideológico: el neoliberalismo, con su tormentosa secuela de estragos causados
en estos 50 años de dominio en el escenario mundial y sus lúgubres vaticinios,
al tenor de “el socialismo fracasó”, estamos ante “el fin de las ideologías y
de la historia”, “el capitalismo (y principalmente éste en su modelo
neoliberal), tiene problemas y contradicciones, no es el mejor sistema, pero es
el único capaz de resolver sus crisis y sobrevivir”. “No intente cambiarlo”.
“La lucha de clases ya no existe y la revolución no es necesaria”.
Y ¿de qué podrían
servirnos los argumentos en defensa de las experiencias prácticas de la
construcción del socialismo sí, ante los ojos de la reacción mundial
envalentonada, y ante los ojos de los desconcertados revolucionarios, la
dirigencia de la revolución china en 1.979, tomaba la decisión de pactar la
alianza con los cabecillas del sistema imperialista mundial, el imperialismo
norteamericano, lanzando su regresivo programa de modernización capitalista de
China? Y ¿de qué podrían servirnos los argumentos en defensa del sistema
teórico del Socialismo Científico, de los grandes avances en la construcción
del sistema socialista y de todos los éxitos del Movimiento de Liberación
Nacional de las colonias y países dependientes, si ante los ojos de la
doblemente envalentonada reacción mundial y ante los ojos de los desconcertados
y ya incrédulos revolucionarios, se presentaba el espectáculo del
desmoronamiento y derrumbe de lo que con tanta insistencia denominaban “el comunismo
soviético” en 1.989? La Unión Soviética ya no existía en ese momento; el
sistema socialista tampoco. Este ya había sido destruido y su sistema estatal
también, desde 1.953, hacía 37 años antes. Lo que en 1.989 existía en esa parte
del mundo no era ya socialismo, sino el mismo sistema capitalista restaurado,
convertido en otro grupo imperialista o “socialimperialismo soviético”,
como se le denominaba en el momento.
Es pues entonces, en
pleno furor de esta catástrofe que ya venía desde antes, de destrucción del
Sistema Socialista, de debilitamiento progresivo de las fuerzas de la
revolución de una parte, y de otra, de recuperación, fortalecimiento y
envalentonamiento de las fuerzas de la reacción mundial y restauración
del capitalismo donde antes existió el socialismo, en que irrumpe, hasta cierto
punto, de manera sorpresiva, EL EJERCITO ZAPATISTA DE LIBERACIÓN NACIONAL en
México, como un intento de resistencia y de respuesta a la avasalladora
globalización del capital internacional y su destructor paso por todos aquellos
rincones del mundo donde hay recursos naturales y/o humanos susceptibles de
explotar para saciar esa avidez por la acumulación de más y más capital. De
hecho, como su autor lo menciona, el Tratado de Libre Comercio entre Estados
Unidos, Canadá y México, ya se había puesto en acción.
El documento contiene
no pocos vacíos, imprecisiones y silencios que chocan con la innegable claridad
que arroja en cuanto a lo que es el neoliberalismo y la globalización. Y este
es el mérito que tenemos en cuenta aquí para que lo acojamos como un documento
de estudio, no como un folletín de simple lectura. Este es más un documento de
trabajo, no de simple lectura. Si la insurgencia de los Zapatistas fue, en gran
parte sorpresiva; si se dio en sectores sociales que no garantizaban su
permanencia y continuidad a largo plazo; si solo fue un relumbrón de luciérnaga
o de un relámpago en la oscuridad, no es razón suficiente para subestimar el
intento, y menos para sepultarlos en el olvido. El documento y su acción, así
hubiese sido efímera, es uno de los tantos testimonios del esfuerzo de “esas
bolsas de resistencia” (como el autor lo dice) que tan a menudo han aparecido y
que han desaparecido también, pero que, de todas maneras, hacen parte de esa
experiencia general, que no podemos ni debemos desconocer.
Con la esperanza de
que este documento sea aprovechado de la mejor manera en EL FARO SOCIAL, que
podamos aprovechar sus enseñanzas positivas y, ojalá pudiéramos debatir sus
“vacíos, imprecisiones y silencios”, lo cual nos ayudaría enormemente a
ubicarnos mejor en el mundo y la situación que estamos viviendo, atentamente
Marino Ausecha Cerón
Presidente.
Popayán, nov. 18 /2.021
INDICE
Preámbulo …………………………… 3
La concentración de la
riqueza y la distribución......................... 15
de la pobreza
La globalización de la explotación......... 19
Migración, la pesadilla errante............ 25
Mundialización financiera y
globalización de la corrupción............... 28
y el crimen
¿La
legítima violencia de un poder...... 33
ilegitimo?
La Megapolítica y los enanos................ 38
Las bolsas de resistencia........................... 43
Biblioteca digital
de http://www.cgt.es
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PREAMBULO
"La guerra es un asunto de importancia vital para el Estado,
es la provincia de la vida y de la muerte, el camino que lleva a la supervivencia o a la aniquilación. Es indispensable estudiarla a fondo".
El Arte de la Guerra. Sun Tzu.
La globalización moderna, el neoliberalismo como sistema mundial,
debe entenderse como una nueva guerra de conquista
de territorios.
El fin de la III Guerra Mundial o "Guerra Fría" no significa
que el mundo haya superado la bipolaridad y se encuentre estable bajo la hegemonía
del triunfador. Al terminar esta guerra hubo, sin
lugar a dudas, un vencido (el campo socialista), pero es difícil
decir quién fue el vencedor.
¿Europa Occidental? ¿Estados
Unidos? ¿Japón? ¿Todos ellos? El caso es que la derrota del "imperio del mal"
(Reagan y Thatcher dixit) significó la apertura de nuevos mercados sin nuevo dueño. Correspondía, por tanto, luchar para tomar posesión de ellos,
conquistarlos.
No sólo eso, el fin de la "Guerra Fría" trajo consigo un nuevo marco de relaciones internacionales en el que la lucha nueva por esos nuevos mercados y territorios produjo una nueva guerra mundial, la IV.
Esto obligó, como en todas las guerras,
a una
redefinición de los Estados
Nacionales. Y más allá de la redefinición de los Estados
Nacionales, el orden mundial volvió a las viejas épocas de las conquistas de América,
África y Oceanía.
Extraña modernidad
esta que avanza hacia atrás, el atardecer del siglo XX tiene más semejanzas con sus brutales
centurias antecesoras que con el plácido
y racional futuro de algunas novelas
de ciencia -ficción. En el mundo de la Posguerra Fría vastos territorios, riquezas y, sobre todo, fuerza de trabajo
calificada, esperaban un nuevo amo...
Pero uno es el puesto de dueño del mundo, y varios son los aspirantes a serlo. Y para lograrlo se desata otra guerra, pero ahora
entre aquellos que se autodenominaron el "imperio del bien".
Si la III Guerra Mundial fue entre el capital ismo y el socialismo (liderados por los Estados Unidos y la URSS respectivamente), con escenarios alternos y diferentes grados de intensidad; la IV Guerra Mundial se realiza
ahora entre los grandes centros financieros, con escenarios totales y con una intensidad aguda y constante.
Desde el fin de la II Guerra Mundial hasta 1992, se han librado 149 guerras en todo el mundo. El resultado, 23 millones de muertos, no deja dudas de la intensidad
de esta III Guerra Mundial. (datos de UNICEF).
Desde las cata cumbas del
espionaje internacional hasta el
espacio sideral de la llamada Iniciativa de Defensa
Estratégica (la "Guerra de las Galaxias" del cowboy
Ronald Reagan); desde las arenas de Playa
Girón, en Cuba, hasta el Delta del Mekong, en Vietnam;
desde la desenfrenada carrera armamentista nuclear hasta los salvajes
golpes de Estado en la dolorosa América Latina; desde las ominosas
maniobras de los ejércitos
de la Organización del Tratado del Atlántico Norte hasta los agentes
de la CIA en la Bolivia
del asesinato del Che Guevara; la
mal llamada "Guerra Fría" alcanzó altas temperaturas
que, a pesar del continuo
cambio de escenario y el incesante sube -y-baja de la crisis nuclear (o precisamente por esto),
acabaron por fundir al campo socialista como sistema mundial, y lo diluyeron como alternativa social.
La III Guerra Mundial mostró las bondades
de la "guerra total" (en todas partes y en todas las formas)
para el triunfador: el
capitalismo. Pero el escenario de posguerra quedó perfilado, de hecho, como un nuevo teatro
de operaciones mundial: grandes extensiones de "tierra de nadie" (por el desfonde político, económico y social de Europa del Este y de la URSS),
potencias en expansión (Estados
Unidos, Europa Occidental y el Japón),
crisis económica mundial,
y una nueva revolución tecnológica:
la informática
"De la misma forma que la revolución industrial había permitido el remplazo del músculo por la máquina, la actual revolución informática apunta al remplazo del cerebro (al menos de un número cada vez más importante
de sus funciones) por la computadora.
Esta "cerebralización general" de los medios de producción
(lo mismo en la industria
que en los servicios) es acelerada por la explosión
de nuevas investigaciones en las telecomunicaciones y por la proliferación de los cybermundos." (Ignacio Ramonet.
"La planété des désordres" en "Géopolitique du Chaos." Maniére de Voir 3. Le Monde Diplomatique (LMD). Abril de 1997.)
El rey supremo
del capital, el financiero, empezó entonces
a desarrollar su estrategia guerrera sobre el nuevo mundo y sobre lo que quedaba en pie del viejo.
De la mano de la revolución tecnológica que ponía al mundo entero, por medio de una computadora, en sus escritorios y a su arbitrio, los mercados financieros impusieron sus leyes y preceptos
a todo el planeta. La "mundialización" de la nueva guerra no es más que la mundialización de las lógicas de los mercados
financieros. De rectores de la economía, los Estados Nacionales (y sus gobernantes) pasaron a ser regidos,
más bien teledirigidos, por el fundamento del poder financiero: el libre cambio
comercial. Y no sólo eso, la lógica
del mercado aprovechó
la "porosidad" que, en todo el espectro social del mundo, provocó el desarrollo de las telecomunicaciones, y penetró
y se apropió todos los aspectos de la actividad social.
¡Por fin una guerra mundial totalmente
total!
Una
de las primeras bajas de esta nueva guerra es el mercado nacional. Como una bala disparada dentro
de un cuarto blindado, la guerra iniciada por el neoliberalismo rebota de uno a otro lado y hiere a quien
la disparó. Una de las bases fundamentales del poder del Estado capitalista moderno, el mercado nacional, es liquidado
por el cañonazo
de la nueva era de la economía
financiera global. El
capitalismo internacional cobra algunas de
sus víctimas caducando
los capitalismos nacionales y adelgazando, hasta la inanición, los poderes públicos.
El golpe ha sido tan brutal y definitivo que los Estados
nacionales no disponen de la fuerza necesaria para oponerse a la acción
de los mercados internacionales que transgrede los intereses de ciudadanos y gobiernos.
El cuidado y ordenado escaparate que se suponía heredaba el fin de la "Guerra Fría", el "nuevo orden mundial", pronto se ve hecho añicos por la explosión neoliberal. El capitalismo mundial sacrifica sin misericordia alguna a quien le dio futuro y proyecto histórico:
el capitalismo nacional. Empresas y
Estados se derrumban en minutos, pero no por las tormentas de las revoluciones proletarias, sino por los embates de los huracanes financieros.
El hijo (el neoliberalismo) devora al padre (el capitalismo
nacional), y de paso destruye todas las falacias discursivas de la ideología capitalista: en el nuevo orden mundial no hay ni democracia, ni libertad, ni igualdad,
ni fraternidad.
En el escenario mundial producto del fin de la "Guerra Fría" sólo se percibe un nuevo campo de batalla y en éste, como en todo campo de batalla,
reina el caos.
A finales
de la "Guerra Fría", el capitalismo crea un nuevo horror bélico:
la bomba de neutrones.
La "virtud" de esta arma es que sólo destruye la vida y respeta las construcciones. Ya se podían destruir ciudades
enteras (es decir, sus habitantes) sin que fuera necesario
reconstruirlas (y pagar
por ello). La industria
armamentista se felicitó a sí misma, la "irracionalidad" de las bombas nucleares era suplantada por la nueva "racionalidad" de la bomba de neutrones.
Pero una nueva "maravilla"
bélica será descubierta a la par del nacimiento de la IV Guerra Mundial: la bomba financiera.
Porque la nueva bomba neoliberal, a diferencia de su antecesora atómica
en Hiroshima y Nagasaki, no sólo destruye la polis (la Nación en este caso) e impone la muerte, el terror y la miseria
a quienes la habitan; o, a diferencia de la bomba de neutrones,
no sólo destruye "selectivamente".
La neoliberal, además, reorganiza y reordena
lo que ataca y lo rehace como una pieza dentro del rompecabezas de la globalización económica.
Después de su efecto destructor, el resultado
no es
un montón de ruinas humeantes, o decenas de miles
de vidas inertes,
sino una barriada
que se suma a alguna de las megápolis comerciales del nuevo hipermercado mundial y una fuerza de trabajo reacomodada
en el nuevo mercado de trabajo mundial.
La Unión Europea, una de las megápolis producto del neoliberalismo, es un resultado
de la presente
IV Guerra Mundial. Aquí, la globalización económica logró borrar las fronteras
entre Estados rivales,
enemigos entre sí desde hace mucho tiempo, y los obligó
a converger y plantearse
la unión política. De los
Estados Nacionales a la federación europea,
el camino economicista de la guerra neoliberal
en el llamado "viejo continente" estará lleno de destrucción y de ruinas, una de ellas será la civilización europea.
Las megápolis
se reproducen en todo el planeta. Las zonas comerciales integradas son el terreno
donde se erigen.
Así ocurre en América del Norte, donde el Tratado de
Libre Comercio para América del Norte ("NAFTA" por sus siglas
en inglés) entre Canadá, los Estados
Unidos y México no es más que el preludio del cumplimiento de una vieja aspiración de conquista
estadounidense: "América para los
americanos". En América del Sur se camina en igual sentido.
Con el Mercosur entre Argentina,
Brasil, Paraguay
y Uruguay. En África del
Norte, con la Unión del Maghreb árabe (UMA) entre Marruecos,
Algeria, Túnez, Libia y Mauritania; en África del Sur, en el Cercano
Oriente, en el Mar Negro, en Asia Pacífico,
etc., en todo el planeta
explotan las bombas financieras y se reconquistan territorios.
¿Las megápolis
sustituyen a las naciones? No, o no sólo. También las incluyen y les reasignan
funciones, límites y posibilidades.
Países enteros se convierten en departamentos de la megaempresa
neoliberal. El neoliberalismo opera así la DESTRUCCIÓN / DESPOBLAMIENTO, por un lado, y la RECONSTRUCCIÓN/ REORDENAMIENTO por el otro, de regiones
y de naciones para abrir nuevos mercados y modernizar los existentes.
Si las bombas nucleares
tenían un carácter disuasivo, intimidatorio y coercitivo en la III Guerra
Mundial, en la IV conflagración mundial no ocurre lo mismo con las hiperbombas financieras. Estas armas sirven para atacar
territorios (Estados Nacionales) destruyendo las bases materiales de su soberanía nacional
(obstáculo ético, jurídico,
político, cultural e histórico contra la globalización económica) y produciendo un despoblamiento cualitativo en sus territorios. Este despoblamiento consiste en prescindir de todos aquellos
que son inútiles para la nueva economía de mercado (por ejemplo, los indígenas).
Pero, además, los
centros financieros operan, simultáneamente,
una reconstrucción de los Estados
Nacionales y los reordenan
según la nueva lógica del mercado mundial (los modelos económicos desarrollados se imponen sobre relaciones sociales débiles o inexistentes).
La IV Guerra Mundial en el terreno rural, por ejemplo, presenta
este efecto. La modernización rural, que exigen
los mercados financieros, trata de incrementar la productividad agrícola, pero lo que consigue
es destruir las relaciones
sociales y económicas tradicionales. Resultado: éxodo
masivo del campo a las ciudades.
Sí, como en una guerra.
Mientras tanto, en las zonas urbanas se satura el mercado de trabajo
y la distribución desigual
del ingreso es la "justicia" que espera
a quienes buscan
mejores condiciones de vida.
De ejemplos que ilustran
esta estrategia está lleno el mundo indígena:
Ian Chambers, director de la Oficina para Centroamérica de la OIT (de las Naciones
Unidas), declaró que la población indígena
mundial, calculada en 300 millones, vive en zonas que tienen el 60% de los recursos
naturales del planeta.
Así que "no sorprenden
los múltiples conflictos por el uso y destino de sus tierras alrededor de los intereses de gobiernos
y empresas. (...) La explotación de recursos
naturales (petróleo y minería) y el turismo son las principales industrias que amenazan los territorios indígenas en América" (entrevista de Martha García
en "La Jornada". 28 de mayo de 1997). Detrás
de los proyectos de inversión
vienen la polución, la prostitución y las drogas. Es
decir, se complementan destrucción / despoblamiento y reconstrucción / reordenamiento de la zona.
En esta nueva guerra mundial, la política moderna como organizadora del Estado Nacional no existe más.
Ahora la política es sólo
un organizador económico y los políticos
son modernos administradores de empresas. Los nuevos dueños del mundo no son gobierno, no necesitan serlo. Los gobiernos "nacionales" se encargan
de administrar los negocios
en las diferentes regiones del mundo.
Este es el "nuevo orden mundial", la unificación del mundo entero en un solo mercado.
Las naciones son tiendas de departamentos con gerentes a manera de gobiernos, y las nuevas alianzas regionales, económicas y políticas, se acercan más al modelo de un moderno "mall" comercial
que a una federación política. La "unificación" que produce el neoliberalismo es económica, es la unificación de mercados para facilitar la circulación de dinero y mercancías.
En el gigantesco hipermercado
mundial circulan libremente las mercancías, no las personas.
Como toda iniciativa empresarial (y de guerra), esta globalización económica va acompañada de un modelo general
de pensamiento. Sin embargo, entre tantas cosas nuevas, el modelo ideológico que acompaña
al neoliberalismo en su conquista
del planeta tiene mucho de viejo y mohoso. El "american way of life" que acompañó a las tropas norteamericanas en la Europa de la II Guerra Mundial, en el Vietnam de los 60´s, y, más recientemente,
en la Guerra del Golfo Pérsico, ahora va de la mano (o más bien de las
computadoras) de los mercados
financieros.
No se trata sólo de una destrucción material
de las bases materiales de los Estados
Nacionales, también (y de
manera tan importante como poco estudiada)
se trata de una destrucción histórica
y cultural. El digno pasado indígena de los países del continente americano, la brillante civilización europea,
la sabia historia
de las naciones asiáticas, y la poderosa y rica antigüedad del África y Oceanía, todas las culturas y las historias que forjaron naciones
son atacadas por el modo de vida norteamericano. El neoliberalismo impone así una guerra total: la destrucción de naciones
y grupos de naciones para homologarlas con el modelo capitalista norteamericano.
Una guerra pues, una guerra mundial, la IV. La peor y más cruel. La que el neoliberalismo libra en todas partes y por todos los medios en contra
de la humanidad.
Pero, como en toda guerra, hay combates,
hay vencedores y vencidos,
y hay pedazos rotos de esa realidad destruida. Para intentar
armar el absurdo rompecabezas del mundo neoliberal hacen falta muchas piezas. Algunas se pueden encontrar entre las ruinas que esta guerra mundial ha dejado ya sobre
la superficie planetaria. Cuando menos 7 de
esas piezas pueden reconstruirse y alentar la esperanza
de que este conflicto mundial no termine
con el rival más débil: la humanidad.
7 piezas para dibujar, colorear, recortar, y para tratar
de armar, junto otras, el rompecabezas mundial. La una es la doble acumulación, de riqueza
y de pobreza, en los dos polos de la sociedad mundial. La otra
es la explotación total de la totalidad del mundo. La tercera
es la pesadilla de una parte errante de la humanidad.
La cuarta es la nauseabunda relación entre crimen y Poder. La quinta es la violencia
del Estado. La sexta es
el misterio de la megapolítica. La séptima es la multiforme
bolsa de resistencia de la humanidad contra
el neoliberalismo.
PIEZA
1:
La concentración de la riqueza
y la distribución de la pobreza.
La figura 1 se
construye dibujando un signo monetario.
En la historia de la humanidad,
distintos modelos sociales se han disputado el enarbolar el absurdo
como distintivo de orden mundial. Seguramente el neoliberalismo tendrá un lugar privilegiado a la hora de los premios,
porque su "reparto" de la riqueza social no hace más que distribuir un doble absurdo
de acumulación: la acumulación de riquezas en manos de unos cuantos,
y la acumulación de pobreza en millones
de seres humanos.
En el mundo actual,
la injusticia y la desigualdad son los signos distintivos.
El planeta Tierra, tercero del sistema planetario solar, tiene 5 mil millones de seres
humanos. En él, sólo 500 millones
de personas viven con comodidades
mientras 4 mil 500 millones
padecen pobreza y tratan de sobrevivir.
Un doble absurdo es el balance
entre ricos y pobres: los ricos son pocos y los pobres
son muchos. La diferencia cuantitativa es criminal, pero el balance entre
los extremos se consigue con la riqueza:
los ricos suplen su minoría numérica con miles de millones de dólares.
La fortuna de las 358 personas
más ricas del mundo (miles de
millones de dólares) es superior al ingreso anual del
45% de los habitantes más pobres, algo así como 2 mil 600 millones
de personas.
Las leontinas de oro de los relojes
financieros se convierten en una pesada
cadena para millones de seres. Mientras
que la "... cifra de negocios
de la General Motors es más elevada que el Producto Nacional Bruto (PNB) de Dinamarca, la de la Ford es más importante que el PNB de África del Sur, y la
de la Toyota sobrepasa al PNB de Noruega." (Ignacio Ramonet, en LMD I/ 1997 #15), para todos los trabajadores los salarios reales han caído, además de que deben
sortear los cortes de personal en las empresas, el cierre de fábricas y la reubicación de sus centros
laborales. En las llamadas
"economías capitalistas avanzadas" el número de desempleados llega ya a los 41 millones de trabajadores.
En forma paulatina, la concentración de la riqueza en pocas manos y la distribución de la pobreza en muchas, va delineando el signo de la sociedad mundial moderna: el frágil equilibrio de absurdas desigualdades.
La decadencia del sistema económico
neoliberal es un escándalo: "La deuda mundial (comprendiendo
las de las empresas, los gobiernos y las administraciones) ha sobrepasado los 33,100 miles de millones
de
dólares, es decir,
130% del Producto Interno
B ruto (PIB) mundial,
y crece a una tasa
del 6% al 8% por año, más de 4
veces el crecimiento del PIB mundial" (Frédéric F. Clairmont.
"Ces deux cents sociétés
qui controlent le monde", en LMD. IV/ 1997).
El progreso de las grandes transnacionales no implica el avance de las Naciones desarrolladas. Al contrario, mientras más ganan los gigantes financieros, más se agudiza la pobreza en los llamados "países ricos".
La diferencia a eliminar entre ricos y pobres es brutal y no parece
haber ninguna tendencia por ese
rumbo, antes al contrario. Lejos de atenuarse, ya no digamos de eliminarse, la desigualdad
social se acentúa, sobre todo en las naciones capitalistas desarrolladas: En los Estados Unidos, el 1% de los norteamericanos más ricos
ha obtenido el 61,6% del conjunto
de la riqueza
nacional del país entre 1983 y 1989. El 80% de los norteamericanos más pobres no se han repartido
más que el 1,2%. En la Gran Bretaña el número de los sin techo se ha duplicado; el número de niños que viven sólo de la ayuda social ha pasado del 7% en 1979 al 26% en 1994; el número de británicos que vive en la pobreza (definida cómo menos de la mitad del salario
mínimo) ha pasado de 5 millones a 13,700,000; el 10% de los más pobres han perdido el 13 % de su poder adquisitivo, mientras
que l0% de los más ricos han ganado el 65% y
desde hace cinco años se ha doblado
el número de millonarios (datos de LMD. IV/ 97).
A inicios de la década de los 90´s "... unas 37,000
firmas transnacionales encerraban,
con sus 170,000 filiales, la economía internacional en sus tentáculos. Sin embargo, el
centro del poder se sitúa en el círculo más restringido de las 200 primeras: desde los inicios de los años 80, ellas han tenido una expansión
ininterrumpida por vía de las fusiones y las compras "de
rescate " de empresas. De este modo, la
parte del capital
transnacional en el PIB
mundial ha pasado de 17% a mitad de los años 60 a 24% en 1982 y a más del 30% en 1995. Las 200 primeras son conglomerados cuyas
actividades planetarias cubren
sin distinción
los sectores primario,
secundario y terciario: grandes
explotaciones agrícolas, producción
manufacturera, servicios financieros, comercio, etc. Geográficamente ellas se reparten entre 10 países: Japón (62),
Estados Unidos (53), Alemania
(23), Francia (19),
Reino
U nido (11), Suiza (8), Corea del Sur (6), Italia
(5) y Países Bajos (4)". (Frédéric F. Clairmont. Op.Cit.).
Los “Doscientos Primeros” del Mundo.
Aquí tiene usted el símbolo del poder
económico.
Ahora píntese de color verde dólar.
Del olor nauseabundo no se produce, el
aroma a estiércol, lodo y sangre le viene de nacimiento…
PIEZA
2:
La globalización de la explotación.
La figura 2 se construye dibujando un
triángulo.
Una de las falacias neoliberales consiste en decir que el crecimiento económico de las empresas
trae aparejados un mejor reparto de la
riqueza y un crecimiento del
empleo. Pero no es así. De la misma forma
en que el crecimiento del poder
político de un rey no trae
como consecuencia un crecimiento del poder político
de los súbditos
(antes al contrario), el absolutismo del capital financiero no mejora la distribución de la riqueza
ni provoca mayor trabajo para la sociedad. Pobreza,
desempleo y precariedad del trabajo son sus consecuencias estructurales.
En los años de las décadas de 1960 y 1970, la población considerada
pobre (con menos de un dólar diario de
ingreso para resolver sus necesidades elementales, según el Banco Mundial)
era de unos 200 millones de personas.
Para el inicio de la década de los 90´s sumaba ya 2,000 millones de seres
humanos. Además, el "... montante de las 200 empresas más importantes del planeta representa más de un cuarto
de la actividad económica mundial; y sin embargo,
esas 200 firmas emplean sólo a 18,8 millones
de asalariados, o sea, menos del 0,75 % de la mano de obra del planeta" (Ignacio Ramonet
en LMD. Enero 1997 #15).
Más seres humanos pobres y más empobrecidos, menos personas ricas y más enriquecidas, éstas son las lecciones
del trazo de la pieza 1 del rompecabezas neoliberal. Para lograr este absurdo,
el sistema capitalista mundial "moderniza" la producción, la circulación y el consumo de las mercancías. La nueva revolución tecnológica (la informática) y la nueva revolución política (las megápolis
emergentes sobre
las ruinas de los Estados
Nacionales) producen
una nueva "revolución" social. Esta "revolución"
social no consiste más que en un reacomodo, un
reordenamiento de las fuerzas sociales, principalmente de la fuerza de trabajo.
La Población Económicamente Activa (PEA) mundial pasó de 1,376 millones en 1960,
a 2,374 millones de trabajadores en 1990. Más seres humanos con capacidad de trabajo, es decir, de generar riquezas.
Pero el "nuevo orden mundial" no sólo acomoda a esta nueva fuerza de trabajo en espacios geográficos
y productivos, además, reorden a su lugar (o su no - lugar, como en el caso de desempleados y subempleados) en el plan globalizador de la economía.
La Población Mundial Empleada por Actividad (PMEA) se modificó
sustancialmente en los últimos
20
años. La PMEA en el sector agrícola y pesquero pasó del 22% en 1970, al 12% en 1990; en la manufactura
del 25% en 1970, al 22% en 1990; mientras que en
el sector terciario (comercio, transporte, banca y servicios) creció del 42%
en 1970, al 56% en 1990. En el caso de los
países subdesarrollados, el sector terciario creció
del 40% en 1970, a 57% en 1990;
mientras que su población empleada en el sector agrícola y pesquero cayó del 30% en 1970, al 15% en 1990. (Datos de "Mercado Mundial de Fuerza de Trabajo en el Capitalismo Contemporáneo". Ochoa
Chi, Juanita del Pilar. UNAM. Economía.
México, 1997).
Esto significa que cada vez más trabajadores son canalizados hacia las
actividades necesarias para incrementar la
productividad o para acelerar la realización de mercancías.
El sistema neoliberal opera así
como un megapatrón, concibiendo al mercado
mundial como una empresa unitaria, administrada con criterios "modernizadores".
Pero la "modernidad" neoliberal parece más cercana
al bestial nacimiento del
capitalismo como sistema
mundial, que a la "racionalidad" utópica. La "moderna" producción capitalista sigue basada en
el trabajo de niños,
mujeres y trabajadores inmigrantes.
De los 1,148 millones de niños
en el mundo, por lo menos 100 millones
viven literalmente en la calle y
200 millones trabajan, y se prevé que serán 400 millones para el año 2000.
Se dice, además, que 146 millones de niños
asiáticos laboran en la producción de autopartes,
juguetería, ropa, comida, herrería y química. Pero esta explotación del trabajo infantil
no sólo se da en los países subdesarrollados, 40% de los niños
ingleses y 20% de los niños franceses trabajan
para completar el gasto familiar o para sobrevivir. También
en la "industria" del placer
hay lugar para los infantes.
La ONU calcula que, cada año, un millón de niños entra al comercio sexual
(datos en Ochoa
Chi, J. Op.Cit.).
La bestia neoliberal invade el todo social mundial homogeneizando hasta las pautas
de alimentación. "En
términos globales si bien observamos
que hay particularidades
en el consumo alimenticio de cada región, (y a su interior), no por ello deja de ser evidente el proceso de homogeneización que se
está imponiendo, incluso sobre las diferencias fisiológico - culturales de las
diversas zonas."
("Mercado mundial de
medios de subsistencia. 1960 -1990". Ocampo Fi gueroa, Nashelly,
y Flores Mondragón, Gonzalo.
UNAM. Economía. 1994.)
Esta
bestia le impone a la humanidad una pesada carga.
El desempleo y la precariedad de millones
de trabajadores en todo el
mundo es una aguda realidad que no tiene visos
ni siquiera de atenuarse. El desempleo en los países de la Organización para la Cooperación y del Desarrollo Económico (OCDE) pasó del 3,8% en 1966, al 6,3% en 1990. Tan sólo en
Europa pasó del 2,2% en 1966, al 6,4% en 1990.
La imposición de las leyes del mercado en todo el mundo, el mercado globalizado, no ha hecho sino destruir
las pequeñas y medianas empresas. Al desaparecer los mercados locales y regionales, los pequeños y medianos productores se ven a sí mismos sin protecciones y sin posibilidad alguna de competir
contra los gigantes
transnacionales.
Resultado: quiebre masivo de empresas. Consecuencia: millones de trabajadores al desempleo.
El absurdo neoliberal reiterado: el crecimiento de la producción no genera empleo, al contrario, lo destruye.
La Organización de las Naciones
Unidas (ONU) nombra a esta etapa como "crecimiento sin empleo".
Pero la pesadilla no termina
ahí. Además de la amenaza del desempleo, los
trabajadores deben enfrentar condiciones precarias de ocupación.
Mayor inestabilidad del empleo, prolongación de las jornadas de trabajo y desventaja salarial, son consecuencias de la globalización en general y de la "terciarización" de la economía (el crecimiento del sector "servicios")
en particular. "En los países dominados, la mano de obra sufre
una
precariedad multiforme: extremada
movilidad, empleos sin contrato, salarios irregulares y generalmente inferiores al mínimo vital y regímenes de jubilación héticos, actividades independientes
no declaradas, con ingresos aleatorios,
es decir, servidumbre o realización de un trabajo forzoso por parte
de sectores, supuestamente protegidos, como los niños"
(Alain Morice. "Los trabajadores extranjeros, avanzadilla de la precariedad". LMD. Enero 97).
Las consecuencias de todo esto se traducen en un verdadero
desfonde social globalizado. El reordenamiento de los procesos de producción
y circulación de mercancías y el reacomodo
de las fuerzas productivas, producen un
excedente peculiar: seres humanos que sobran, que no son necesarios para el "nuevo orden mundial", que no producen, que no consumen, que no son sujetos
de crédito, en suma, que son desechables.
Cada día, los grandes centros financieros imponen sus leyes a naciones y a grupos de naciones
en todo el mundo. Reordenan
y reacomodan a sus habitantes.
Y, al terminar la operación,
se encuentran con que "sobran" personas. "Se
dispara, por tanto, el volumen de población excedente, que no sólo está sometida al azote de la pobreza
más aguda, sino que no cuenta para nada, que está desestructurada y atomizada,
y cuya única finalidad es deambular
por las calles sin rumbo fijo, sin
vivienda ni trabajo, sin familia ni relaciones sociales -al menos mínimamente estables -, con la única compañía de sus cartones o bolsas
de plástico" (Fernández Durán, Ramón. "Contra la Europa del capital y la globalización económica". Talasa. Madrid, 1996).
La globalización económica
"... hizo necesaria
una disminución de los salarios reales a nivel internacional, que junto con la disminución del gasto
social (salud, educación, vivienda y alimentación) y una política
antisindical, vinieron a constituir la parte fundamental de las nuevas políticas neoliberales de reactivación capitalista" (Ocampo F.
y Flores M. Op. Cit.).
Aquí tiene usted la representación de
la pirámide de explotación mundial,
PIEZA
3:
Migración, la pesadilla errante.
La figura 3 se construye dibujando un circulo.
Hablamos antes de la existencia de nuevos territorios, al final de la III Guerra
Mundial, que esperaban ser conquistados (los antiguos países
socialistas), y de otros que debían
ser reconquistados por el "nuevo orden mundial". Para lograrlo,
los centros financieros llevan
adelante una triple estrategia criminal y brutal:
proliferan las "guerras regionales" y los "conflictos internos", los capitales
siguen rutas de acumulación atípica, y se movilizan grandes masas
de trabajadores.
El resultado
de esta guerra mundial de conquista es una gran rueda de millones
de migrantes en todo el mundo. "Extranjeros" en el mundo "sin fronteras" que prometieron los vencedores de la III Guerra Mundial, millones de personas padecen la persecución xenófoba, la precarización laboral,
la pérdida de
identidad cultural, la represión
policíaca, el hambre, la cárcel y la muerte
"Del Río Grande americano al espacio Schengen
"europeo", se confirma
una doble tendencia contradictoria: por un lado las fronteras se cierran oficialmente a las migración
es de trabajo, por otro, ramas enteras de la economía oscilan entre la inestabilidad y la flexibilidad, que son los medios más seguros para atraer la mano de obra extranjera" (Alain Morice. Op.Cit.).
Con nombres distintos, bajo una diferenciación jurídica, compartiendo una igualdad miserable, los migrantes o refugiados
o desplazados de todo el mundo son "extranjeros" tolerados o rechazados. La pesadilla de la migración, cualquiera que sea la causa que la provoque,
sigue rodando y creciendo
sobre
la superficie
planetaria. El número de personas que estarían
en el ámbito de competencia del Alto Comisionado
de las Naciones Unidas para Refugiados (ACNUR) ha crecido desproporcionadamente algo más de 2 millones
en 1975, a más de 27 millones
en 1995.
Destruidas las fronteras nacionales (para las mercancías), el mercado globalizado organiza la economía mundial: la investigación y el diseño de bienes y servicios,
así como su circulación y consumo, son pensados en términos intercontinentales. Para cada parte del proceso capitalista, el "nuevo orden mundial" organiza el flujo de fuerza de trabajo,
especializada y no, hacia donde lo
necesita. Lejos de sujetarse a la "libre concurrencia" tan
cacareada por el neoliberalismo, los mercados
de empleo están cada vez más determinados por los flujos migratorios. Tratándose de trabajadores especializados, aunque poco en comparación con la migración mundial, este "traspaso
de cerebros" representa mucho en términos
de poder económico y de conocimientos.
Pero, sea de fuerza de trabajo calificada, sea de simple
mano de obra, la política migratoria del neoliberalismo está más orientada
a desestabilizar el mercado mundial
de trabajo que a
frenar la inmigración.
La IV Guerra Mundial, con su proceso de destrucción / despoblamiento y reconstrucción / reordenamiento,
provoca el desplazamiento de millones
de personas.
Su destino será el seguir
errantes, con su pesadilla
a cuestas, y ofrecer
a los trabajadores con empleo en
las distintas naciones
una amenaza a su estabilidad laboral, un enemigo para suplir
la imagen del patrón,
y un pretexto
para darle sentido
a la sinrazón racista
que el neoliberalismo promueve.
Este es el símbolo de la pesadilla
errante de la migración mundial, una rueda de terror que gira por todo el mundo.
PIEZA
4:
Mundialización financiera y globalización de la corrupción y el crimen.
La figura 4 se construye dibujando un
triángulo
Los medios masivos
de comunicación nos regalan una imagen
de los dirigentes de la delincuencia mundial:
hombres y mujeres vulgares, vestidos estrafalariamente, viviendo en mansiones
ridículas o tras los barrotes de una cárcel.
Pero esa imagen oculta más de lo que muestra:
ni los verdaderos jefes de
las mafias modernas,
ni su organización, ni sus influencias reales en los terrenos económicos y políticos son divulgados
públicamente.
Si usted piensa que el mundo de la delincuencia es sinónimo de ultratumba y oscuridad,
está equivocado. Durante el
período de la llamada "Guerra Fría", el crimen organizado fue adquiriendo una imagen
más respetable y no sólo empezó a funcionar como cualquier empresa moderna, también fue penetrando profundamente en los sistemas políticos y económicos de los Estados nacionales. Con el
inicio de la IV Guerra Mundial,
la implantación del "nuevo orden mundial", y su consiguiente apertura de mercados, privatizaciones, la desregulación del comercio y las finanzas internacionales, el crimen organizado "globalizó" sus actividades.
"Según la ONU, los ingresos
mundiales anuales de
las organizaciones criminales transnacionales (OCT) son del orden de 1000 miles de millones de dólares,
un monto equivalente al PNB combinado
de países de ingreso
débil (según la categorización de la banca mundial)
y de sus 3 mil millones
de habitantes. Esta estimación toma en cuenta tanto el producto
del tráfico de droga, las ventas ilícitas de armas, el contrabando
de materiales
nucleares, etc., y las ganancias de las actividades
controladas por las mafias (prostitución, juego, mercado negro de divisas...).
En cambio,
no mide la importancia de las inversiones continuamente realizadas por las organizaciones criminales dentro de la esfera de control
de negocios legítimos, ni tampoco
la dominación que ellas ejercen sobre los medios de producción dentro de numerosos sectores
de la economía legal" (Michel Chossudovsky, "La Corruption mondialisée" en "Géopolitique du Chaos". Op. Cit.).
Las organizaciones criminales de los 5 continentes han hecho suyo el "espíritu
de
cooperación mundial" y, asociadas, participan
en la conquista y reordenamiento de los nuevos mercados.
Pero no sólo en actividades criminales, también participan en negocios
legales. El crimen organizado
invierte en negocios legítimos
no sólo para "blanquear"
el dinero sucio, también para hacerse de capital para sus actividades ilegales. Las empresas preferidas
para esto son las inmobiliarias de lujo,
la industria del ocio, los medios de comunicación, la industria,
la agricultura, los servicios públicos y... ¡la banca!
¿Alí Babá y los 40 banqueros?
No, algo peor. El dinero sucio del crimen organizado
es utilizado por los bancos comerciales para sus actividades: préstamos, inversiones en los mercados financieros, compra de bonos de deuda externa,
compra y venta de oro
y divisas. "En muchos países, las organizaciones criminales se han convertido
en los acreedores del Estados y ejercen,
por su acción sobre los mercados,
una influencia sobre la política macroeconómica de los gobiernos. Sobre las bolsas de valores,
ellas invierten igualmente en los mercados especulativos de
productos derivados y de materias primas" (M. Chossudovsky, Op. Cit.).
Por si fuera poco, el crimen organizado
cuenta con los llamados
paraísos fiscales. En todo el mundo hay, cuando menos, 55
paraísos fiscales (uno de ellos, en las
Islas Caimán, tiene el quinto lugar mundial como centro bancario
y tiene más bancos y sociedades registradas que habitantes).
Las Bahamas, las islas Vírgenes
británicas, las Bermudas, San
Martin, Vanuatu, las islas Cook, la isla
Mauricio, Luxemburgo, Suiza, las islas Anglo -Normandas, Dublín, Mónaco, Gibraltar, Malta, son buenos lugares para que el crimen
organizado se relacione con las grandes firmas financieras del mundo.
Además de "blanqueo" de dinero sucio, los paraísos fiscales son usados para evadir impuestos,
de aquí
que sean un punto de contacto entre gobernantes, empresarios y capos del crimen organizado. La alta tecnología, aplicada a las finanzas, permite la circulación rápida del dinero y la desaparición de ganancias
ilegales. "Los negocios
legales e ilegales
están cada vez más imbricados, introducen un cambio
fundamental en
las estructuras del capitalismo de la posguerra.
Las mafias invierten
en negocios legales e, inversamente, ellas canalizan recursos
financieros hacia la economía criminal, a través del control de bancos o de empresas comerciales
implicadas en el blanqueo
de dinero sucio o que tiene relaciones con las
organizaciones criminales. Los bancos
pretenden que las transacciones son efectuadas
de buena fe y que sus dirigentes ignoran el origen de los fondos depositados. La consigna de no preguntar
nada, el secreto bancario
y el anonimato de las transacciones, todo está garantizando los intereses del crimen organizado, protegen a la institución bancaria de investigaciones públicas
y de inculpaciones. No solamente
los grandes bancos aceptan
blanquear dinero, en vista de sus pesadas comisiones, sino que también concesionan créditos a tasas de interés
elevadas a las mafias, en detrimento
de las inversiones productivas industriales o agrícolas" (M. Chossudovsky,
Op. Cit.).
La crisis de la deuda mundial,
en los 80´s, provocó
que el precio de las materias primas se fuera para abajo. Esto hizo que los países subdesarrollados vieran reducidos
drásticamente sus ingresos. Las medidas económicas dictadas por el Banco Mundial y el
Fondo Monetario Internacional, supuestamente para "recuperar" la economía de estos países, sólo agudizaron
las crisis de los negocios legales.
En consecuencia, la economía
ilegal se ha desarrollado para llenar el vacío dejado por la caída de los mercados nacionales.
De acuerdo con
un informe de las Naciones
Unidas, "la intrusión de los sindicatos del crimen a sido facilitada por los programas de
ajuste estructural que los países
endeudados han sido obligados
a aceptar para tener acceso a los préstamos
del Fondo Monetario
Internacional" (United Nations. "La Globalization du crime" New York, 1995).
Así que aquí tiene usted el espejo
rectangular donde legalidad e ilegalidad intercambian reflejos.
¿De qué lado del espejo está el
criminal?
¿De cual el que lo persigue?
PIEZA
5:
¿La legítima
violencia de un poder ilegítimo?
La figura 5 se construye dibujando un pentágono
El Estado, en el neoliberalismo, tiende a contraerse al "mínimo indispensable". El llamado "Estado Benefactor" no sólo se convierte en obsoleto, se desprende
de todo lo que lo constituía en tal y se queda desnudo.
En el cabaret
de la globalización, tenemos el "show" del Estado sobre una "table dance" que se despoja
de todo hasta quedar con su prenda mínima indispensable:
la fuerza represiva. Destruida su base material,
anuladas sus posibilidades de soberanía
e independencia, desdibujadas sus clases políticas,
los Estados Nacionales se convierten, más o menos rápido, en un mero aparato de "seguridad" de las megaempresas que el neoliberalismo va erigiendo
en el desarrollo de esta IV Guerra Mundial.
En lugar de que la inversión
pública la orienten
al gasto social, los Estados Nacionales
prefieren mejorar su equipo,
armamento y preparación para cumplir
con eficacia la labor que la política
dejó de cumplir hace años: el control de la sociedad.
Los "profesionales de la violencia legítima" se llaman a sí mismos los aparatos represivos de los Estados Modernos.
Pero, ¿qué hacer si la violencia está ya bajo
las leyes del mercado? ¿Dónde está la violencia
legítima y dónde la ilegítima? ¿Qué monopolio de la violencia pueden pretender los maltrechos Estados nacionales si el libre
juego de la oferta
y la demanda desafía
ese monopolio? ¿No demostró la pieza 4 que el crimen organizado, los gobiernos y los centros
financieros están más que bien relacionados? ¿No es palpable
que el crimen organizado
cuenta con verdaderos ejércitos sin más frontera
que el poder de fuego
del rival? Así que el "monopolio de la violencia" no pertenece ya a los Estados Nacionales. El mercado moderno lo puso a venta...
Viene
a cuento esto porque, debajo de la polémica
entre violencia legítima
e ilegítima, también está la
disputa (falsa, pienso) entre violencia "racional" e "irracional".
Cierto sector de la intelectualidad
mundial (insisto en que su quehacer es más complejo que el simple ser
"de derecha o de izquierda", "progubernamental o de oposición", " etcétera bueno o etcétera malo") pretende que la violencia
se puede ejercer de modo "racional", administrar de forma selectiva, (hay quien, incluso,
adelanta algo
así como la "mercadotecnia de la
violencia"), y aplicar con habilidad
"de cirujano" en contra
de los males de la sociedad. Algo así inspiró la pasada etapa armamentista
en la Unión Americana: armas "quirúrgicas", precisas,
y operaciones militares
como bisturí del "nuevo orden mundial". Así nacieron las "smart bombs" (que, según me platicó
un reportero que cubrió
"Desert Storm", no son tan "inteligentes" y batallan para
distinguir entre un hospital y un depósito de
misiles, en la duda, las
"smart bombs" no se abstienen, destruyen). En
fin, el Golfo Pérsico, como decían los compañeros de los pueblos zapatistas, está
más allá de la capital estatal de Chiapas (aunque la situación de los kurdo tenga semejanzas espeluznantes con
los indígenas de un país que
se precia de ser "democrático"
y "libre"), así que no insistamos en "aquella" guerra cuando tenemos la "nuestra".
Bien, la pugna entre violencia "racional" e "irracional" abre una vía de discusión interesante y, lamentablemente, no es inútil en los tiempos actuales. Podíamos tomar, por ejemplo,
qué se entiende por "racional". Si se responde que es la "razón del Estado" (suponiendo que eso existiera y, sobre todo, que se le pudiera reconocer alguna razón al actual Estado neoliberal), entonces cabe preguntarse
si esa "razón de Estado" se corresponde a la "razón de la sociedad"
(siempre suponiendo que la sociedad
de hoy retiene algo de racionalidad) y, más todavía,
si la violencia "racional" del Estado
es "racional"
también a la sociedad. Aquí no hay mucho que
discurrir (como no sea ociosamente), la "razón de Estado" en la modernidad no es otra que "la razón
de los mercados financieros".
Pero,
¿cómo administra su "violencia racional" el Estado moderno? Y, ojo a la historia, ¿cuánto tiempo dura esa "racionalidad"? ¿El tiempo
que va desde una a otra elección
o golpe de Estado (según el caso)?
¿Cuántas violencias de Estado,
que fueron aplaudidas como "racionales" en su
tiempo, son
ahora irracionales"?
Lady Margaret
Thatcher, de "grata" memoria para el pueblo británico, se tomó la molestia
de prologar el libro "The Next War", de Caspar
Weinberg and Peter
Schweizer. (Regnery Publisihng, Inc. Washington,
D.C. 1996).
En este texto, la señora Thatcher,
adelanta algunas
reflexiones sobre las 3 similitudes entre el mundo de la Guerra Fría y el de la Pos Guerra Fría: La primera de ellas es que el "mundo
libre" nunca carecerá
de agresores potenciales.
La segunda
es la necesidad de una superioridad
militar de los "Estados democráticos" sobre los posibles agresores. La tercera similitud es que tal superioridad
militar debe ser, sobre todo, tecnológica.
Para terminar su prólogo, la llamada "dama de hierro"
define la "racionalidad violenta" de
los Estados modernos al señalar: "Una guerra puede ocurrir de muchas maneras diferentes. Pero la peor usualmente
pasa porque un poder cree que puede alcanzar sus objetivos sin una guerra o al menos con una
guerra limitada que puede ser ganada rápidamente - y, en consecuencia, fallan los cálculos".
Para
los señores Weinberg
y Schweizer los escenarios de las "Guerras Futuras" son: Corea del Norte y China
(abril 6 de 1998),
Irán (abril 4 de 1999), México (marzo 7 del 2003), Rusia (febrero
7 del 2006), y el Japón agosto 19 de 2007).
No hay, pues, duda de quiénes
serían los posibles
agresores: asiáticos, árabes, latinos y europeos. ¡Casi la totalidad
del
mundo es considerado "posible agresor" de la "democracia" moderna!
Lógico (cuando menos en la lógica liberal): en la modernidad,
el poder (es decir, el poder financiero) sabe que sólo puede "alcanzar sus objetivos" con una guerra, y no con una "guerra limitada que puede ser ganada rápidamente", sino con una guerra totalmente
total, mundial en todos los
sentidos. Y, si le creemos
a la nueva secretaria de Estado de los Estados Unidos, Madeleine
Albright, cuando dice: "Uno de los objetivos prioritarios de nuestro gobierno
es el
de asegurar que los intereses económicos de los
Estados Unidos puedan extenderse a escala planetaria"
("The Wall Street Journal".
21/ I/ 1997), entonces debemos
entender que todo el mundo (y quiero decir "todo todo") es el teatro de operaciones de esta guerra.
Es de entender, entonces, que si la disputa por
el "monopolio de la violencia" no se da de acuerdo a las
leyes del
mercado, sino que es
desafiado desde abajo, el poder mundial "descubra" en ese reto a un "posible agresor". Este es uno de los desafíos
(de los menos estudiados
y más "condenados", entre los muchos que representa) lanzado por los indígenas en armas y en rebeldía del
Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en contra del neoliberalismo y por la humanidad...
Este es el símbolo del Poder militar
norte-americano, el pentágono. La nueva “policía mundial” pretende que los
ejercito y policías “nacionales” sólo sean el “cuerpo de seguridad” que
garantice el “orden y el progreso” en las megápolis neoliberales.
PIEZA
6:
La Megapolítica y los enanos.
La figura 6 se construye dibujando un garabato.
Antes dijimos que los Estados
Nacionales son atacados por los centros
financieros y "obligados" a disolverse dentro de las megápolis. Pero
el neoliberalismo no sólo opera su guerra
"uniendo" naciones y regiones.
Su estrategia de DESTRUCCIÓN/DESPOBLAMIENTO y RECONSTRUCCIÓN /REORDENAMIENTO produce una o varias
fracturas en los Estados Nacionales.
Esta es la paradoja de la IV Guerra Mundial:
hecha para eliminar fronteras
y "unir" naciones, lo que va dejando tras
de sí es una multiplicación de las fronteras y una pulverización de las naciones que perecen en sus garras.
Más allá de los pretextos, ideologías o banderas, la actual dinámica MUNDIAL de quiebre de la unidad de los Estados
Nacionales responde a una política, igualmente mundial, que sabe que puede ejercer
mejor su poder, y crear las condiciones óptimas para su reproducción, sobre las ruinas de los Estados Nacionales.
Si alguien tuviera alguna duda sobre
este caracterizar al proceso de globalización como una guerra mundial, debería desecharla al hacer cuentas
de los
conflictos que provocaron y han sido provocados por los colapsos de algunos Estados Nacionales.
Checoslovaquia, Yugoslavia, la URSS, son muestras de la profundidad
de estas crisis que dejan hechos añicos no sólo los
fundamentos políticos y económicos de los Estados Nacionales, también las estructuras sociales. Slovenia,
Croacia y Bosnia,
además de la presente
guerra dentro de la federación Rusa con Chechenia de escenario,
no marcan sólo el destino
de la trágica caída del campo socialista en los fatídicos
brazos del "mundo
libre", en todo el mundo este proceso
de
fragmentación nacional se repite en escala e intensidad
variables. Hay tendencias separatistas en el Estado Español (País Vasco, Cataluña y Galicia), en Italia (Padua), en Bélgica
(Flandes), en Francia
(Córcega), en el Reino Unido (Escocia
y el País de Gales), y en Canadá (Québec). Y hay más ejemplos en el resto del mundo.
Ya nos referimos al proceso de construcción de las megápolis, ahora
hablamos de la fragmentación de países. Ambos procesos se dan sobre la destrucción de los Estados Nacionales. ¿Se trata de dos procesos paralelos, independientes? ¿Dos facetas
del proceso de globalización? ¿Son síntomas de una megacrisis
aún por estallar?
¿Meros hechos aislados?
Pensamos que se trata de una contradicción inherente al proceso de globalización, una de las esencias del modelo neoliberal. La eliminación de fronteras comerciales, la universalidad de las telecomunicaciones, las superautopistas
de la informática, la omnipresencia de los
centros financieros, los acuerdos internacionales de unidad económica, en fin, el proceso de globalización en su conjunto
produce, al liquidar los Estados Nacionales, una pulverización de los mercados
internos. Éstos no desaparecen
o se diluyen en los mercados internacionales, sino que consolidan su fragmentación y se multiplican.
Sonará contradictorio, pero la globalización produce un mundo fragmentado, lleno de pedazos aislados
unos de otros (y no pocas veces enfrentados entre sí). Un mundo lleno de compartimentos estancos,
comunicados apenas por frágiles puentes económicos (en todo caso tan constantes como la veleta de viento
que es el capital
financiero). Un mundo de espejos rotos reflejando la inútil unidad mundial del rompecabezas neoliberal.
Pero
el neoliberalismo no sólo fragmenta el mundo que supone unir, también produce el centro
político -económico que dirige esta guerra. Y si, como señalamos antes, los centros financieros imponen
su ley (la del mercado) a naciones y a grupos de naciones,
entonces deberíamos redefinir los límites y alcances de la política, es decir, del quehacer político.
Conviene entonces hablar de la megapolítica,
en ésta sería donde se decidiría el "orden mundial".
Y cuando decimos
"megapolítica" no nos referimos al número de quienes en ella se mueven. Son pocos,
Muy pocos, los que se
encuentran en esta “megaesfera".
La megapolítica globaliza
las políticas nacionales, es decir, las sujeta a una dirección que tiene
intereses mundiales
(que por lo regular son
contradictorios a los intereses nacionales) y cuya lógica es la del mercado, es decir, la de la ganancia
económica. Con este criterio
economicista (y criminal) se decide sobre guerras, créditos,
compra y venta de mercancías, reconocimientos diplomáticos, bloqueos comerciales, apoyos políticos,
leyes de migración, golpes de Estado,
represiones, elecciones, unidades políticas
internacionales, rupturas políticas
intrana-cionales, inversiones, es decir,
la supervivencia de naciones
enteras.
El poder mundial de los centros
financieros es tan grande, que pueden prescindir de la preocupación
por el signo político de quien
detente el poder en una nación, si es que se garantiza que el programa político de quien detente
el poder en una nación,
si es que se garantiza que el programa
económico (es decir,
la parte que corresponde
al megaprograma económico mundial) no se altere. Las
disciplinas financieras se imponen a los distintos
colores del espectro político mundial en cuanto se llega al gobierno de una
nación.
El gran poder mundial puede
tolerar un gobierno de izquierda en cualquier parte del mundo, siempre y cuando ese gobierno no
tome medidas que vayan en
contra de las disposiciones de los centros
financieros mundiales. Pero de ninguna manera tolerará que una alternativa de organización económica, política y social se consolide. Para la megapolítica, las políticas nacionales son hechas por enanos
que deben plegarse
a los dictados del gigante financiero.
Así será, hasta que los enanos se rebelen...
Aquí tiene usted la figura que representa la "megapolítica". Comprenderá
usted que es inútil
tratar de encontrarle una racionalidad y que, desenredando la madeja, nada quedará claro.
PIEZA
7:
Las bolsas de resistencia.
La figura 7 se construye dibujando una
bolsa.
"Para empezar, te ruego no confundir
la Resistencia con la oposición política. La oposición
no se opone
al poder sino a un gobierno, y su forma lograda y completa es la de un
partido de oposición; mientras que la resistencia,
por definición (ahora sí), no puede ser un partido: no está hecha para gobernar a su vez, sino para... resistir."
Tomás Segovia. "Alegatorio". México,
1996.
La aparente infalibilidad de la
globalización choca con la terca desobediencia de la
realidad. Al mismo tiempo que
el neoliberalismo lleva adelante su
guerra mundial,
en todo el planeta se van formando
grupos
de inconformes, núcleos de rebeldes. El imperio
de las bolsas financieras enfrenta
la rebeldía de las bolsas de resistencia.
Sí, bolsas. De todos los tamaños, de diferentes colores, de las formas más variadas. Su única semejanza
es su resistirse al "nuevo
orden mundial" y al crimen
contra la humanidad que conlleva la guerra neoliberal.
Al tratar de imponer su
modelo económico, político, social
y cultural, el neoliberalismo
pretende subyugar
a millones de seres,
y deshacerse de todos aquellos
que no tienen lugar
en su nuevo reparto del mundo.
Pero resulta que estos "prescindibles" se rebelan y resisten contra
el poder que quiere eliminarlos.
Mujeres, niños, ancianos, jóvenes, indígenas, ecologistas, homosexuales, lesbianas, seropositivos, trabajadores y todos aquellos y aquellas que no sólo "sobran",
sino que también "molestan" al orden y el progreso
mundiales, se rebelan, se organizan y
luchan. Sabiéndose iguales y diferentes, los excluidos de la modernidad"
empiezan a tejer las resistencias
en
contra del proceso de destrucción/despoblamiento y reconstrucción /reordenamiento
que lleva adelante, como guerra mundial, el neoliberalismo.
En México, por poner un ejemplo, el
llamado "Programa de desarrollo integral del Istmo de Tehuantepec" pretende construir un moderno centro internacional de distribución y ensamble de mercancías. La zona de desarrollo abarca un complejo
industrial en el que se refina la tercera parte del crudo mexicano y se elabora
el 88% de los productos petroquímicos. Las vías de tránsito interoceánico consistirán en carreteras,
una ruta fluvial aprovechando el tendido natural de la zona (río Coatzacoalcos) y, como eje articulador, la línea del ferrocarril transístmico (a cargo de 5 empresas,
4 de EU y 1 de Canadá). El proyecto sería zona
ensambladora bajo el régimen de maquiladoras. Dos millones de pobladores del lugar pasarían
a ser estibadores, controladores de paso o maquiladores. (Ana Esther
Ceceña. "El Istmo de Tehuantepec: frontera de la soberanía nacional". "La Jornada del Campo" 28 de mayo 1997.)
También en el sureste
mexicano, en la selva Lacandona,
se echa a andar el "Programa de Desarrollo
Regional Sustentable para la Selva
Lacandona". Su objetivo real es poner a disposición
del capital
las tierras indígenas que, además de ser ricas en dignidad
e historia, también
lo son en petróleo
y uranio.
El resultado previsible de estos proyectos
será, entre otros, la fragmentación de México (separando
al sureste del resto del país). Además, y ya que de guerras hablamos, los proyectos tienen implicaciones contrainsurgentes. Forma parte de una pinza para liquidar la rebeldía antineoliberal que explotó en 1994.
En medio quedan los indígenas
rebeldes del Ejército Zapatista de Liberación
Nacional (EZLN).
(Ya en el tema de indígenas rebeldes
conviene un paréntesis:
los zapatistas piensan que, en México (ojo:
en México) la recuperación y defensa de la
soberanía nacional es parte de
una revolución antineoliberal.
Paradójicamente, el EZLN es acusado
de pretender la fragmentación de la nación mexicana. La realidad es que los únicos
que han hablado de separatismo
son empresarios del estado de Tabasco
(rico en petróleo) y los diputados
federales chiapanecos que pertenecen al PRI. Los zapatistas piensan
que es necesaria la defensa
del Estado Nacional frente a la globalización, y que los intentos de partir
a México en pedazos vienen del grupo gobernante
y no de las justas demandas de
autonomía para los pueblos indios.
El EZLN, y lo mejor del movimiento indígena Nacional, no
quieren que los pueblos indios se separen
de México, sino ser reconocidos como parte del país con sus especificidades.
No sólo eso, quieren un México con democracia, libertad
y justicia. Las paradojas siguen, porque mientras el EZLN
lucha por la defensa de la soberanía
nacional, el Ejército
Federal Mexicano lucha contra esa
defensa y defiende
a un gobierno que ha destruido
ya las bases materiales de la soberanía nacional y ha entregado el país, no sólo al gran capital extranjero, también al narcotráfico).
Pero
no sólo en las montañas del sureste mexicano
se resiste y se lucha contra el neoliberalismo. En otras
partes de México,
en la América Latina, en los
Estados Unidos y el Canadá,
en la Europa del Tratado
de Masstrich, en el África, en el Asia,
y en Oceanía, las bolsas de
resistencia se multiplican. Cada una de ellas tiene su propia historia, sus diferencias, sus igualdades, sus demandas, sus luchas,
sus logros. Si la humanidad tiene todavía esperanzas
de supervivencia, de ser mejor,
esas esperanzas están en las bolsas que forman los excluidos, los sobrantes, los desechables.
Éste es un modelo de bolsa
de resistencia, pero no haga mucho caso de él. Hay tantos modelos como resistencias y como mundos hay en el mundo. Así que dibuje el modelo que más le guste. En esto de las bolsas,
como en las resistencias, la diversidad es riqueza. Hay, a no dudarlo, más piezas del rompecabezas
neoliberal. Por ejemplo: los medios de comunicación, la cultura, la polución,
las pandemias. Aquí sólo hemos querido mostrarle
el trazo de 7 de ellas.
Estas
7 bastan para que usted, después de dibujarlas, colorearlas y recortarlas, se dé cuenta que es
imposible armarlas
juntas. Y éste es el problema
del mundo que la globalización ha pretendido
rearmar: las piezas no encajan.
Por esto, y por otras razones que no vienen
al espacio de este texto, es necesario hacer un mundo nuevo.
Un mundo donde quepan muchos mundos,
donde quepan todos los mundos...
Desde las montañas del Sureste Mexicano. Ejército Zapatista de Liberación Nacional. México, Junio de 1997.
P.D. QUE CUENTA SUEÑOS QUE EL AMOR ANIDA.- Reposa la mar a mi lado.
Comparte desde hace tiempo angustias, incertidumbres y no pocos sueños, pero ahora duerme conmigo la caliente noche de la selva. Yo miro su trigo agitado en el sueño y me maravillo de nuevo al encontrarla a ella como es ley: tibia, fresca
y a mi lado. La asfixia
me saca del lecho
y toma mi mano y la pluma para
traer al Viejo Antonio hoy, como hace años...
He pedido al Viejo Antonio que me acompañe
en una exploración río abajo. No llevamos
más que un poco de pozol para comer. Durante horas seguimos
el caprichoso cauce y el hambre y el calor aprietan.
Toda la tarde la pasamos tras una piara
de jabalíes. Casi anochece cuando le damos alcance, pero un enorme censo (puerco
de monte) se desprende del grupo y nos ataca. Yo saco a relucir
todos mis conocimientos militares, dejo tirada mi arma y me trepo al árbol más cercano. El Viejo Antonio
queda inerme ante el ataque, pero en lugar de correr,
se pone tras una maraña de bejucos.
El gigantesco jabalí
arremete de frente y con toda su fuerza, pero queda atrapado
entre las lianas y las espinas. Antes de que pueda librarse,
el Viejo Antonio levanta su vieja chimba y,
de un
tiro en la cabeza, resuelve la
cena de ese día.
Ya en la madrugada, cuando he terminado de limpiar
mi moderno fusil automático (un M -16,
calibre 5.56
mm, con selector de cadencia
y alcance efectivo
de 460 metros, además de mira telescópica, bipie y cargador de
"drum" con 90 tiros),
escribo en mi diario de
campaña y, omitiendo
todo
lo sucedido,
sólo anoto: "Topamos puerco y A. mató una pieza.
Altura 350 msnm. No llovió".
Mientras esperamos que
se cueza la carne,
le cuento al Viejo Antonio
que la parte que me toca servirá
para las fiestas que se preparan
en el campamento. "¿Fiestas?", me pregunta mientras
atiza el fuego.
"Sí", le digo, "No importa el mes, siempre hay algo que celebrar.". Después sigo con lo que yo
supuse era una brillante disertación sobre el calendario histórico y las celebraciones zapatistas. En silencio escucha el Viejo Antonio y, suponiendo que no le interesa,
me acomodo para dormir.
Entre sueños miró
al Viejo Antonio tomar mi cuaderno y escribir algo. En la mañana, repartimos
la carne después del desayuno y cada uno toma
su camino. Ya en nuestro campamento,
reporto al mando y le muestro la
bitácora para que sepa lo
ocurrido.
"Esta no es tu letra", me dice mientras
me muestra la hoja del cuaderno. Ahí, al final de lo que yo anoté ese día,
el Viejo Antonio había escrito
con letras grandes:
"Si no puedes tener la razón y la fuerza, escoge siempre la razón y deja que el enemigo
tenga la fuerza.
En muchos combates puede la
fuerza obtener la victoria, pero en la lucha toda sólo la razón vence. El poderoso nunca podrá sacar razón de su fuerza,
pero nosotros siempre
podremos obtener
fuerza de la razón".
Y más abajo, con letra muy pequeña: "Felices fiestas".
Ni para qué decirlo, se me quitó el hambre. Las
fiestas, como siempre,
estuvieron bien alegres.
"La del moño colorado" estaba todavía, felizmente, muy lejos del "hit parade" de los zapatistas...