martes, 26 de marzo de 2024

EL “PETARDO” LANZADO POR GUSTAVO PETRO

 

 

 

EL “PETARDO” LANZADO POR GUSTAVO PETRO

El “petardo” lanzado por el Presidente Gustavo Petro el 15 de marzo, en las horas de la tarde, ante la minga indígena en Cali, produjo fuertes ondas expansivas a todo el país y le rompió los tímpanos a más de uno. Al día siguiente, salieron, también en minga, toda la godarria, las derechas extrema y moderada, y con ellos, todos los patiamarillos que abundan en todas las agrupaciones políticas, en el Pacto Histórico y hasta en la Colombia Humana del mismo Petro, a decir “que eso no se puede”, “que no es el momento” y “que no se necesita una Constituyente”.

Medio ensordecidos y medio atontados, no se les escapó el sentido de lo que Petro les estaba anunciado. Salvo algunos pocos juristas que saben que no pueden violentar su conciencia jurídica y les es obvio que esa es una decisión autónoma de los pueblos que pueden tomarla en cualquier momento, y que, además, es un derecho expresamente reconocido en la Constitución Política de 1.991, la manada simiesca llenó el espacio de gruñidos, muecas, brincos y chillidos, expresando que no, que “eso no puede ser”.

A estas alturas esa horda cree que, después de más de 200 años, puede seguir de largo asustando a los pueblos con los fantasmas de su Legalidad y sus Derechos, hechos a su medida y para su exclusivo beneficio. Cree que la actual Constitución Política de 1.991 que, a sus 33 años, no ha resuelto ninguno de los más graves y recurrentes problemas estructurales de nuestro país, puede, al igual que la de 1.886, durar más de 100 años, incólume e intocable.

Con toda seguridad, más temprano que tarde, la Constituyente tendrá que hacerse en Colombia. Yo he sostenido y sostengo que la actual Constitución Política de 1.991, no sirve para hacer los cambios democráticos que el país necesita. No permite ni contribuye a facilitar las transformaciones estructurales que ha reclamado y reclama el pueblo colombiano.

La Constitución Política de 1.991, no modificó absolutamente en nada el régimen de la gran propiedad territorial y sí contribuyó a agravarlo aún más. Por eso, la propuesta de Reforma agraria de 1.994, aunque fuera acompañada de un subsidio bastante alto a la adquisición de las tierras, no pudo llevarse adelante. La actual propuesta de Reforma Agraria de Gustavo Petro, no avanza y no avanzará. Primero, porque fue concebida más con el propósito, muy noble, por cierto, de resarcir a las víctimas de la violencia, las guerras y el despojo; y segundo, no es propiamente el resultado de la lucha de un fuerte Movimiento campesino por la tierra. Este ya no existe, y no puede volver a existir como en la década de los años 70 del siglo pasado. Hoy la redistribución de la propiedad territorial para entregarla a los que necesitan tierras y a los pequeños y medianos productores, hay que replantearla totalmente. De llevarse a cabo, tiene que hacerse en la perspectiva de una política integral que va, desde la entrega de tierras, la reorganización de la producción, el acompañamiento tecnológico, la organización del mercadeo, la conectividad vial y virtual, la investigación científica en el mismo escenario de producción y la capacitación técnica y profesional de los productores.

La Constitución Política de 1.991 no modificó en nada, y ni siquiera avanzó en un mínimo de control a la abusiva y desmoralizante concentración de riquezas en muy reducidos dueños de la propiedad accionaria de empresas industriales, agroindustriales, comerciales, bancarias y de servicios. Por el contrario, lo que hizo fue quitarle los resortes a la puerta giratoria y dejarla que volteara libremente, permitiendo la entrada de inversionistas extranjeros a adueñarse de los saldos a precio de ganga de empresas de particulares y públicas; permitir la libre importación de una alta proporción de productos industriales y, sobre todo, de productos agropecuarios, condenando esta importante actividad productiva a la quiebra.

Desde mucho antes de la Constitución Política de 1.991, muchas empresas industriales nacionales, fueron liquidadas para convertirlas en simples importadoras de productos extranjeros. A partir de 1.991, lo que hizo esa Constitución fue rematar lo que ya era un hecho. En adelante se consumó la desindustrialización y la desnacionalización del país. Se consumó el despojo de lo más esencial de un Estado Nacional que es su Soberanía, o capacidad de decidir a su interior, qué debe producir y cómo producirlo, para garantizar la satisfacción de las necesidades básicas de su población.

En lo único que han descollado godos y liberales de la estirpe de vendepatrias, secundados por la caterva de patiamarillos que siempre han rondado a su lado, ha sido en el arte de entregar los intereses nacionales a sus amos, especialmente a los amos ingleses ayer y a los gringos después. Con el cinismo que los ha caracterizado, han respondido de manera agresiva o burlesca a las exigencias del pueblo, porque esa entrega siempre les ha reportado grandes beneficios para engordar sus presupuestos familiares. Y eso fue la Constitución Política de 1.991. Allí, godos y liberales continuadores de la misma estirpe, consumaron otro acto más de entrega de los intereses nacionales al modelo neoliberal que se habría paso como una avalancha, rompiendo barreras levantadas contra ese comportamiento político consuetudinario de la oligarquía colombiana.

Incluso antes de haber convocado la Asamblea Nacional Constituyente y aprobar en ella la nueva Constitución Política, ya se había modificado los últimos girones de legislación nacional que en cierta medida protegían la producción y algún aliento de soberanía nacional. Fue aprobada la descentralización política y administrativa que no era otra cosa que la desvertebración y diseminación del poder central en micro-poderes locales y, sobre todo, esa sí, descentralización y extensión de la corrupción política y administrativa, es decir que, hasta el último Alcalde del Municipio más pobre, pudiera robar algo. Fue modificada la legislación bancaria y flexibilizada para permitir la entrada de capitales extranjeros a apoderarse del mercado financiero y que, además, le permitió moverse con mayor facilidad al “blanqueo” o lavado de activos del narcotráfico.

Fue impuesta la “flexibilización laboral” para colmar de garantías extraordinarias al capital y demoler el derecho a la estabilidad laboral de los trabajadores, con lo que generaron la cuantiosa “informalidad” privándolos de elementales derechos conquistados en duras batallas durante largos años. La Constitución Política de 1991, en vez de reaccionar y crear defensas contra esta monumental injusticia, dejó el camino abierto para ahondarla. Por eso, convocar otra Constituyente para que haga simples retoques a la Constitución anterior, sin tocar en nada ese que es el quid de toda la cuestión, no pasaría de ser otra gran frustración.

Con el cuento de repartir derechos a diestra y siniestra como lo hizo la Constitución Política de 1.991, ocultó e impidió ver a los colombianos lo principal que era exactamente democratizar el régimen de propiedad de la tierra creando herramientas para impedir su concentración. Crear herramientas para impedir la concentración abusiva de la propiedad accionaria de empresas industriales, agroindustriales, comerciales, bancarias y de servicios; permitir una mayor distribución de las riquezas generadas por los crecientes índices de productividad del trabajo y por la explotación de recursos naturales.

Crear herramientas para democratizar la acción propia e independiente de los distintos sectores sociales populares y su participación efectiva en las decisiones políticas para promover el progreso y desarrollo colectivos de los colombianos. Ponerle término al sistema y la práctica partidistas tradicionales excluyentes que han reinado por tantos años en nuestro país, lo cual no se logra, mientras siga existiendo e incluso se haya fortalecido el régimen político que garantiza y perpetúa la concentración de la propiedad y todos sus beneficios económicos.

Es a esto a lo que podemos llamar con propiedad proceso de democratización en marcha. Proceso en el que el fortalecimiento del régimen político democrático garantiza y fortalece la redistribución amplia y equitativa de las riquezas, y esta a su vez, profundiza la democracia, la igualdad real, el crecimiento y desarrollo real del ciudadano, no únicamente de los dueños del país. Este perfeccionamiento continuo de un régimen político democrático es el que tenemos que construir entre todos para poder dar el salto a una sociedad realmente grande y civilizada, si no queremos seguir bajo la coyunda de “la democracia” de los Gómez, de los Ospina, de los Santos, de los Lleras, de los Uribe y todos los meseros que se han ido acomodando al amparo de un modelo que ya no da más.

Un proceso democrático consecuente en marcha hacia su perfeccionamiento progresivo, se caracteriza por hacer de la acción política democrática de las grandes mayorías nacionales, un proceso vivo, activo, en continuo movimiento y de cambio constante en el que se fortalecen y consolidan sin pausa los beneficios económicos, políticos, sociales y culturales de esas mayorías nacionales, y no al contrario, como sucede en nuestro país. Para estas fuerzas democráticas consecuentes, la democracia no es ni puede ser un cascarón vacío, muerto y petrificado que no significa nada para quienes trabajan, producen y construyen con su sudor el país, pero se los despoja y excluye de él. No puede ser una trinchera donde se parapetan los que no hacen nada, lo tienen todo y desde ella combaten a muerte todo intento de modificarles sus privilegios para mantener indefinidamente ese estado de cosas. Tampoco puede ser un harapo demagógico como lo ha sido en nuestro país en manos de esa caterva de politiqueros y patiamarillos en su oficio de engañar y corromper la conciencia de los electores.

Por eso, hemos sido lo suficientemente críticos de la Constitución Política de 1.991 desde el primer momento que fuera aprobada. No hay necesidad de que la frente le llegue a uno hasta la nuca para poder percibir, entender y formarse un criterio mínimamente crítico acerca de un documento de tanta trascendencia como es el de la Constitución Política de nuestro país. Y más todavía, cuando fueron las fuerzas de ultraderecha con sus representantes muy bien secundados desde la sombra por los carteles del narcotráfico, rodeados de leguleyos y patiamarillos los que realmente manejaron la Asamblea Nacional Constituyente.

No es posible y no es aceptable que, a estas alturas, después de 33 años, no hayamos hecho el más mínimo esfuerzo por evaluar y reflexionar por qué fueron precisamente los Gómez, los Pastrana, los Lleras, los Santos, los que asumieron la defensa más fanática de la Constitución Política de 1.991. Luego fueron los Gaviria, secundados por los promotores del modelo neoliberal dentro y fuera del país, los que se catapultaron en ella, y a continuación, los Uribe y todas las mafias que han ido desde la producción y comercialización de estupefacientes hasta las de la politiquería y la contratación con el Estado rodeados de paramilitares, que secuestraron al país para desangrarlo, los que han salido a defender esa Constitución con vehemencia. Si todo esto no nos dice nada y no nos hace entender a qué obedece, a quienes tanto hablamos de democracia, de alternatividad y hasta de revolución, es bueno que hagamos un alto en el camino y nos pongamos a pensar en qué sonambulismo es que hemos vivido en todo este tiempo.

El argumento que esgrime ahora la manada simiesca, “irrefutable”, “inconmovible”, según el cual, la Constitución Política de 1.991 “fue el fruto de un consenso de todas las fuerzas políticas del momento” y que por eso no se puede tocar o que para tocarla hay que hacer otro consenso, sí, eso fue y es cierto. Pero, ¿“un consenso” manipulado y manejado por quién o quiénes? ¿Y no es eso lo que están exigiendo ahora? ¿Un “consenso” para aprobar las reformas presentadas por Petro al Congreso? Un “consenso” manipulado y manejado por ellos, para no aprobarlas o aprobarlas a su amaño y para su exclusivo beneficio. Así de simple es el asunto. Que sea el mismo “consenso” de siempre y para lo de siempre. Que se modifique todo para no modificarles nada a ellos.

Petro lanzó el “petardo” y el eco de las ondas sonoras retumbó por todas partes. Al día siguiente se prendió la loma. La algarabía de la manada simiesca no se hizo esperar. Y a los dos días, Petro retrocedió y salió a calmar los ánimos. Con el gorro y la capa de Arzobispo, salió a ungir de incienso y agua bendita la Constitución Política de 1.991 y declarar: “La Constituyente no es para cambiar la Constitución Política de 1.991, sino para hacer aprobar las reformas por el Congreso” y propuso 8 puntos como temas para la convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente, de debate y decisión en ella.

Convocar una Constituyente, si es que la manada simiesca se lo permite, solo para ponerla a debatir sobre la aprobación y ejecución de esos 8 puntos y las reformas sometidas a la aprobación del Congreso, sin modificar en nada el nervio central de la Constitución Política de 1.991 que es la intolerable concentración de la propiedad rural y urbana, es seguir en lo mismo, es hacer lo mismo que hizo la Constituyente pasada. Desde nuestro punto de vista, no es tan cierto que los Partidos tradicionales “se vieran forzados a aceptar el consenso para convocar la Constituyente” en 1.991. Creemos que fue al contrario. Los tradicionales sabían perfectamente que las fuerzas y organizaciones populares que estaban promoviendo la convocatoria, no tenían nada claro ni sabían qué era lo que iban a hacer en la Constituyente. Para ellos, era suficientemente claro que le podían echar mano a la convocatoria y manejarla, entre otras, porque en ese caso sí, tenían la urgencia de responder a exigencias internacionales de hacer la apertura democrática y de mercados, de abrirle el camino al modelo neoliberal. Es decir, fueron las fuerzas y organizaciones populares convocantes de la Constituyente, las que tuvieron que acogerse, aceptar y someterse “al consenso” de los señores que sí sabían qué era lo que iban a hacer en ella.

En las condiciones en que se encuentra el Pacto Histórico y la misma Colombia Humana, no hay, no existe la fuerza política con la capacidad para convocar una Constituyente y que esta produzca los resultados que requiere el país. Por lo menos, algunos sectores de los tradicionales perciben claramente este hecho. Por eso, el señor Vargas Lleras ya lanzó el anzuelo. Saben que ni Petro ni lo que gira alrededor de él, están en capacidad de ir siquiera, un poco más allá de la Constituyente de 1.991. En este estado de cosas, convocar una Constituyente, si es que se logra el apoyo del elector, entraña un gran riesgo hasta para la misma derecha y ultraderecha, puesto que su rumbo y lo que resulte de allí, es totalmente incierto. Ese puede convertirse en un petardo que continúa estallando y dañándole los pies a muchos. En cierta medida, esa es la razón de la algarabía de la manada simiesca que instintivamente, intuye el peligro.

Creemos que la convocatoria a una nueva Constituyente hay que plantearla, no para hacerla ahora, sino para trabajarla en perspectiva, hacia un determinado tiempo y unificando fuerzas políticas y sociales populares que asuman el compromiso de transformar de verdad el país desde abajo. Creemos que, para ello, hay que ir hacia la conformación de una Convergencia Nacional, no de personas o figuras, sino de fuerzas políticas y sociales populares. Tal Convergencia debe ir más allá del Pacto Histórico y Colombia Humana y acercar muchas más sectores, organizaciones, agrupaciones y personas que se comprometan por ahora, a movilizar todas las fuerzas que sea posible en torno al apoyo y exigencia de la aprobación y trámite de las reformas, pero también de la preparación de la Convocatorias de la Asamblea Nacional Constituyente.

Es evidente que las fuerzas políticas y sociales reaccionarias lograron bloquear la aprobación de las reformas en el Congreso y avanzar a su entierro definitivo, no porque tengan tanta fuerza política, sino porque la institucionalidad está prácticamente toda en sus manos y por la debilidad y desorganización de las fuerzas democráticas populares. Esto fue exactamente lo que hicieron con las reformas liberales de la “Revolución en marcha” de López Pumarejo 1.934-1.938. A propósito, veamos lo que escribe la periodista Tatiana Acevedo en El Espectador de marzo 24 de 2.024, rememorando algo de la masacre de las bananeras en 1.928 y lo que vino después.

“La masacre expuso el talante excluyente de la Hegemonía Conservadora. El crecimiento económico de inicios de los años veinte había legado una clase trabajadora urbana organizada que comenzaba a protestar. En el campo el descontento era similar. En Córdoba, Juana Julia Guzmán inició unos procesos de luchas y resistencias campesinas por el derecho a la tierra que cosecharon algunas victorias y despertaron mucha represión. La Hegemonía se aferraba a una modernidad económica sin reformas sociales y se negaba a compartir el estado con la mayoría de habitantes del país.  

En medio de esta crisis, el Partido Conservador llegó dividido a las elecciones de 1.930 y Enrique Olaya Herrera pudo llegar a la presidencia. Su gobierno fue uno de transición, respaldado tanto por conservadores de centro como por liberales que proponían una ruptura grande con el pasado. Pero, sin importar los esfuerzos de concertación de Olaya Herrera, los conservadores comenzaron a radicalizarse. La presidencia de Alfonso López Pumarejo hizo que se polarizara más y más. El programa de reformas sociales, llamado ‘Revolución en Marcha’ (que introdujo la reforma agraria, la educación pública laica y el sufragio universal de varones) fue recibido con gran alarma por los conservadores. Trataron de bloquear cada cambio no solo en el Congreso sino sobre todo desde la prensa, la radio y el pulpito. Proclamaron la destrucción de la familia, la propiedad privada y la civilización. Y emitieron amenazas directas y soterradas exigiendo el final de la República Liberal.

Es por esto que trabajos académicos sobre la violencia, que se inició en 1.948, coinciden en afirmar que uno de los procesos que condujeron a la confrontación fue la virulenta oposición al reformismo de la República Liberal. Sobre todo, al primer gobierno de López Pumarejo (1.934-1.938) en que conservadores y liberales católicos albergaron temores que con el tiempo se convirtieron en grandes llamados a la agresividad” (Las negrillas son nuestras). 

Parafraseando el adagio popular, podríamos decir: cualquier parecido (con lo que nos está sucediendo hoy), no es pura coincidencia. Esto ya lo hemos vivido. Ya lo ha experimentado nuestro pueblo en su propia carne. Si lo queremos seguir repitiendo o, más bien, si queremos que nos sigan repitiendo la dosis, es ya asunto enteramente nuestro.

Creemos que lo que el momento amerita y necesita es un Plan de Acción Inmediato coherente, que contemple estratégicamente qué es lo que hay que hacer, y tácticamente, cómo hacerlo; que mida los pasos a realizar; que defina con precisión qué hay que hacer en cada paso. Creemos que lo primero es convocar a todas las fuerzas políticas, sectores, organizaciones, grupos y personas que sea posible pero que estén dispuestas a asumir las responsabilidades que pesan sobre el país, para conformar una gran Convergencia Nacional, de la cual deberán salir unos representantes que continúen la lucha por las reformas que están planteadas, ya no tanto dentro, sino fuera del Congreso; que continúe la preparación para la convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente y otras propuestas que habrá que definirlas con el mayor cuidado.  

No es el momento de improvisar ni de lanzar iniciativas de manera desordenada, que siendo buenas y hasta oportunas, se convierten en material inflamable que empeoran la situación. Es el momento de organizar, de ordenar, reflexionar y actuar con serenidad, no llevados por la precipitud de responderle a los adversarios.

 

Cordialmente

 

Marino Ausecha Cerón

Especial para EL FARO SOCIAL

Popayán, marso 26/2.024

 

sábado, 2 de marzo de 2024

LA CONFERENCIA DE LAS PARTES (COP16) SOBRE BIODIVERSIDAD A REALIZARSE EN CALI (COLOMBIA).

 


En nuestra condición de expresión política organizada por personas conscientes, preocupados por el deterioro progresivo de nuestros ecosistemas naturales y del planeta en su conjunto; por el agravamiento y aceleración de lo que se ha denominado Calentamiento Global o Cambio Climático, principalmente por el uso intensivo de energías contaminantes; por la acumulación de desechos sólidos (comúnmente denominados basureros), muchos de ellos, productos sin uso alguno, arrojados al desperdicio y dilapidados para poder sostener en movimiento una industria privada que produce sin necesidad y control; por la deforestación que arrasa bosques solo para enriquecer a los grandes propietarios de tierras, y por la contaminación hídrica con subproductos que van desde los plásticos hasta metales altamente tóxicos; la realización de este evento en nuestra tierra, no puede generarnos otra cosa que alegría, optimismo y muchas más esperanzas en que los Gobiernos reunidos en él, por fin decidan pasar de la retórica, del desfile de datos, cifras estadísticas y floridos discursos, a los hechos, a realmente asumir compromisos concretos y, especialmente, a establecer instrumentos de seguimiento y control estricto sobre su ejecución

Expresamos nuestra gran satisfacción por que Colombia, el Suroccidente colombiano y particularmente Cali, hayan tenido ese honor de convertirse en anfitriones de un Evento como este que puede ser definitivo para que los dirigentes de los países de todo el mundo y por supuesto Colombia y esta región que allí van a debatir, asumamos el compromiso de dar pasos mucho más a fondo en la difícil lucha por revertir unos procesos, más que de desarrollo, de crecimiento económico, aumento de producciones, intercambio y consumo, por la vía de la conquista y dominio sobre la naturaleza con un tipo de relaciones eminentemente destructoras, dilapidadoras y depredadoras. Hacemos un ferviente reconocimiento al Gobierno nacional del Presidente Gustavo Petro por su esfuerzo, al lograr que nuestro país entre a jugar un papel de primer orden en una obra tan gigantesca como es la de construir otro modo de progresar sin depredar, de gozar en nuestro planeta embelleciéndolo y de dignificarnos transformando el mundo sin destruirlo. Saludamos complacidos desde luego al pueblo caleño por ese logro y a todas las comunidades del Suroccidente, de las cuales hacemos parte.

Y por tratarse de un Evento de tal magnitud, de la trascendencia de los temas a tratar y de la urgencia de las decisiones y soluciones que se tienen que adoptar, no nos podemos quedar solo en alabanzas y felicitaciones. Nos preocupa mucho, además de los resultados que esperamos arroje el evento y las realizaciones posteriores en dirección a la protección de la biodiversidad de la acción catastrófica de los depredadores con rostro humano, propósito imposible de lograr si no se produce una modificación sustancial de ese tipo de relaciones de posesión y dominio destructores de la naturaleza en aras del beneficio particular, sino también, otras realidades, situaciones y condiciones existentes, sobre todo en el Valle del Cauca y Cali. Está muy bien que uno de los argumentos más fuertes que contribuyó a asignar la sede del Evento a Cali fuera el de que la Región Pacífica es la que alberga la mayor biodiversidad del país. Y a nosotros, como parte que somos de ella, nos complace que así sea.

Sin embargo, no perdamos de vista que, si bien la región pacífica alberga un poco más de biodiversidad, es el país entero el que ocupa el segundo lugar en biodiversidad en el mundo, a pesar de la destrucción que se ha hecho y continúa. Esta inapreciable riqueza no valorada y sí muy despreciada por los depredadores con rostro humano, comenzando por los conquistadores españoles que no sabían a donde era que habían llegado, ha sido y sigue siendo sistemáticamente amenazada y cada día más violentada. Según datos científicos de estudios recientes, entre ellos, del Ecólogo Nicola Clerici, el geógrafo Paulo Murillo y Camilo Correa-Ryram, una vez terminó la tragedia del conflicto armado FARC-Estado colombiano, se inició otra que puede ser más devastadora: “Solo en 2016, la deforestación aumentó en 44% con respecto al año anterior”. La sociedad colombiana y el mundo estamos perdiendo 1.500 klms cuadrados de bosque cada año. De estos, el 65% corresponden a bosques amazónicos.

 


Paramos de alta montaña.   Un páramo invadido hasta por vivienda.

“La mayor parte de esta deforestación está concentrada en las zonas que antes controlaban las FARC y que incluyen una franja de 500 klms de longitud en la que se intersecan y confunden las faldas o piedemontes de la cordillera de los Andes y las tierras bajas de la Amazonía-un sitio que es corredor para miles de especies, una zona de intercambio genético entre distintas poblaciones de la misma especie y una región que soporta una extensa red de ríos que bajan de las montañas para alimentar la cuenca Amazónica-“. En un trabajo publicado en 2.022 en Global Ecology and Conservatión, estos científicos encontraron que entre 2.000 y 2.020, la pérdida de hábitat en la región Andes-Amazonía colombiana fue del 13%, mientras que la pérdida de hábitat conectado fue aún mayor, del 18%, con tendencia a acelerarse desde el 2.016, coincidiendo con la negociación y terminación del conflicto con las FARC. El estudio señala: “Este resultado es preocupante, porque indica que los parches bien conectados están cada vez más fragmentados y aislados afectando a las conexiones naturales de los Andes y la Amazonía y a la capacidad de movimiento de especies”.

 


Imágenes.  Faldas de la cordillera oriental de Colombia

Y teniendo en cuenta esa conexión vital, esa dependencia de la Amazonía de la alta montaña de nuestras cordilleras y sus páramos, que apenas ahora comienza a plantearse y a convertirse en conciencia científica, en especial de sus consecuencias catastróficas, la investigadora de la U. Nacional Daniela P. Rodríguez ha encontrado que: “En Colombia se ha perdido 57% de estos ecosistemas: de los 2,9 millones de hectáreas que existían ahora solo se contabilizan alrededor de 1.120.000. En los páramos afectados por actividades ganaderas o agrícolas la vegetación autóctona desapareció; los suelos se perdieron pues se compactaron y ya no retienen agua, y por lo tanto esta ya no corre hasta llegar a quebradas y ríos. El ecosistema se está fragmentando y cifras e investigaciones lo aseguran”. Y a continuación, el Profesor Conrado de Jesús Tobón Marín, de la U. Nacional (Medellín) afirma: “Aunque los páramos están protegidos desde 2018 por la Corte Constitucional, esta legislación no se aplica, por eso ellos necesitan primeros auxilios urgentes y, desde los mandatarios de pueblos que tengan jurisdicción en estas áreas, hasta el Gobierno nacional, deben tomar decisiones apoyadas en la evidencia científica”. A continuación, agrega: “Aunque los páramos están protegidos desde 2018 por la Corte Constitucional, esta legislación no se aplica, por eso ellos necesitan primeros auxilios urgentes y, desde los mandatarios de pueblos que tengan jurisdicción en estas áreas, hasta el Gobierno nacional, deben tomar decisiones apoyadas en la evidencia científica”. Y al final concluye: “Solo por el servicio hidrológico que prestan deberían conservarse al 100 % e ir más allá: restaurar los páramos degradados”. Solo estos dos casos, nos permiten alcanzar a vislumbrar la gravedad de los daños ya causados y los que están en marcha, si no tomamos medidas drásticas y damos pasos efectivos en la reversión de ese camino a la muerte.     (https://www.agronegocios.co/clima/en-colombia-se-han-perdido-57%-de-las-hectareas-de-los-paramos-de-alta-montaña-3809688).

 


Imágenes.  Amazonia colombiana

Pero volvamos a nuestra región. En el Valle del Cauca y Cali esa biodiversidad que se resiste a morir, cada día está siendo traslapada por otras actividades económicas que no le hacen ningún honor a la biodiversidad. Por ejemplo, en su parte central y sur principalmente fue inundado del monocultivo de caña de azúcar, con el que se han enriquecido unas familias, las cuales, beneficiándose, además con la adopción e imposición del modelo de apertura de mercados, mantienen una numerosa fuerza de trabajo con relaciones laborales precarias. A finales de la década de los años 60 (1.967) del siglo XX,  en Palmira, fue instalado el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT), uno de varios de ese tipo que fueron creados en diferentes partes del mundo para promover la tristemente célebre “Revolución Verde” como política, instituciones e instrumentos que llevaron a cabo el más grande y devastador atentado contra la biodiversidad, al apropiase el germoplasma de numerosas especies, acabando semillas nativas de papa, maíz, fríjol, trigo, arroz y reemplazándolas por otras modificadas para enganchar a lo productores en el gigantesco negocio de semillas y agroquímicos.


Imágenes. Monocultivo de la caña de azúcar en el norte del Cauca Colombia

Desde mediados de la década de los años 50 del siglo XX cuando hiciera presencia en el Valle del Cauca, y particularmente en Cali, la trans-multinacional irlandesa Smurfit Carpa y poco después comprara parte de la Empresa Cartón de Colombia S. A., del mismo modo inundaron de pino y eucaliptus diferentes zonas, especialmente en el Cauca y Valle del Cauca, poblando de estas especies introducidas, áreas no propiamente de vocación forestal sino agrícola, desapareciendo muchas especies nativas de flora y fauna, mientras gran parte de la comunidad indígena misak precariamente sobrevive arañando en microfundios de 2.000 m2., y miles de productores de alimentos de consumo inmediato y café lo hacen en minifundios, entre una y dos hectáreas. Esta realidad comprobada y comprobable a simple vista, de manera palpable y sin hacer tantos esfuerzos mentales, tampoco es que le haga muchos méritos a la conservación de la biodiversidad.

 


Imágenes. Monocultivo de Eucaliptus en la meseta central del Cauca Colombia

Por estos y muchos otros motivos, preguntamos a la Señora gobernadora del Valle del Cauca y al Señor Alcalde de Cali actuales: ¿Será mucho motivo de orgullo presentar a los Gobiernos del mundo ese monumento del monocultivo de caña de azúcar y la gran producción azucarera que ni es alimento ni es saludable? Y ¿lo será presentar el otro monumento del monocultivo de pinos y eucaliptus, en especial en la meseta de Popayán, ocupando áreas que en su mayoría son de vocación agrícola?¿Será un gran motivo de orgullo ocultar, porque estamos totalmente seguros que en la Conferencia ocultarán, esa monstruosa realidad de destrucción de especies maderables en áreas del Chocó que llegaban hace muy poco tiempo por los ríos hasta el mar y de allí a los aserraderos ilegales instalados en Buenaventura, sin que ninguna autoridad ambiental ni policiva ni administrativa hiciera nada?

¿Será mucho motivo de orgullo la tenebrosa situación de violencia que han vivido las comunidades en Buenaventura promovida por los grupos armados ilegales, por el narcotráfico, otros grupos mafiosos y en buena medida por el abandono al cual han contribuido Cali y su clase dirigente limitándose a recibir dividendos económicos y políticos de los muchos que ha producido y produce el puerto, sin hacer nada para resolver las inaceptables condiciones de pobreza en que se han debatido sus habitantes? ¿Deberemos revestirnos de orgullo los chocoanos, vallecaucanos, caucanos y nariñenses, sabiendo que en el Pacífico andan los barcos camaroneros, pescadores de otras especies y cazadores de tiburones para cortarles las aletas, como Pedro por su casa en el mar territorial de Colombia llegados hasta del Japón y que nadie haga nada para proteger esa biodiversidad?

¿Será que tenemos tantos motivos de orgullo para inflarnos como el globo cuando los grupos armados ilegales neutralizan al Gobierno nacional pactando “cese el fuego” con él, mientras se dedican a hacerse la guerra entre ellos por reparto de territorios y de rutas del narcotráfico? Y no solo eso. ¿Cuánta contaminación y destrucción de bosques, de biodiversidad y social han ocasionado con esa actividad a las comunidades en la región y del mundo? ¿Cuánta destrucción y contaminación han producido con la gran minería ilegal? ¿Estará esa clase dirigente y gobernante del Valle del Cauca y Cali dispuesta a hacer los cambios económicos y políticos que, por lo menos, mitiguen en parte la angustiosa situación que viven los desplazados de Nariño, Cauca, del mismo Valle y Chocó, y que en su gran mayoría han llegado a Cali?

¿O será que esa clase dirigente y gobernante tradicional está de plácemes por haberse ganado esa lotería sin comprarla y simplemente cree que puede hacer uso de la Conferencia con el propósito de ir a pedir aportes económicos porque se imagina que allí se moverán cuantiosos recursos, sin comprometerse en nada? ¿Será que por fin hace a un lado la oposición solapada que ha mantenido durante muchos años a la construcción de la carretera Popayán-Guapi, ha bloqueado el mejoramiento de las comunicaciones de Pasto con el Pacífico y otras posibilidades en el Chocó porque pretende mantener indefinidamente el monopolio del puerto de Buenaventura?  ¿No será que, frente a estas realidades tan evidentes que a todo momento se eluden y dulcifican, hay que comprometerse a modificarlas sustancialmente, porque a todas luces, no son motivo de orgullo, sino de vergüenza, con el agravante de ser un detonante incontrolable, como lo pudimos apreciar en los estallidos sociales de 2.019 y 2.021?

Dada la magnitud de lo que allí se dirime, además de expresar nuestras preocupaciones, queremos presentar a la opinión pública del Suroccidente y del país unas propuestas básicas que creemos, deberían ser consideradas en el Evento. Estas son:

1.- Que los conocimientos y aportes de los investigadores científicos, intelectuales y profesionales eco-ambientales, sean recepcionados y tenidos en cuenta en la construcción de las soluciones que necesitan la región y el país.

2.- Que, a los investigadores, intelectuales y profesionales de las Ciencias Económicas del Agro, igualmente les sean recibidos y considerados sus conocimientos y aportes en las soluciones.

3.- Que se permita la participación y posibilidades de dar a conocer sus opiniones a representantes de organizaciones sindicales del sector industrial de Cali, el Valle del Cauca, de la región y del país.

4.- Que se le de participación y se escuche lo que piensan los representantes de los trabajadores de la caña de azúcar.

5.- Que haya participación de representantes de comunidades indígenas y campesinas de Nariño, Cauca, Valle del Cauca y Chocó y, de manera especial, se escuche la voz de las comunidades negras del litoral pacífico.

6- Construir una política ambiental con sus correspondientes instrumentos que le den a las comunidades posibilidades reales de hacer parte activa de la protección de sus recursos naturales, de reordenar el uso del suelo y reorganizar ambientalmente los territorios, hacer efectivo el cumplimiento de los acuerdos de paz y promover el desarrollo protegiendo la biodiversidad, como tema esencial.

Cordialmente

 

EL FARO SOCIAL

Popayán, febrero 29 /2.024

 

 

      

 

martes, 20 de febrero de 2024

¿QUE O A QUIENES ES QUE ESTAMOS ESPERANDO? ...

 ¿QUÉ O A QUIÉNES ESTAMOS ESPERANDO?... ¿CUÁL ES EL IDÍLICO FUTURO QUE ESPERAMOS? 

Parte fundamental del tema que tratamos en el anterior artículo para el blog de EL FARO SOCIAL de reconocer la realidad tal como es y llamarla por su nombre, es el ejercicio de identificar, de acuerdo al movimiento de esa realidad, el rumbo que sigue y hacia dónde llevan las acciones de las diferentes fuerzas económicas, políticas y sociales en contienda. Estas fuerzas que se enfrentan, actúan con y por sus objetivos, propósitos, estrategias, tácticas, métodos y procedimientos. Tienen sus Planes a mediano y largo plazos, y sus programaciones operacionales que a diario los están ejecutando. Para esto, han de actuar y moverse, cambiar, evolucionar y desarrollar sus conocimientos y sus prácticas. 

Pues bien. La observación atenta, el estudio y análisis de cómo se están moviendo esas fuerzas, cuáles son los objetivos y propósitos que consciente o inconscientemente persiguen, es lo que nos permite entender y caracterizar qué tipo de fuerzas son; si son ultraderechistas, moderadas, liberales demócratas, alternativas o revolucionarias, y de acuerdo a eso, decidir cuál debe ser nuestra actitud como revolucionarios frente a cada una de ellas, y definir qué debemos hacer y cómo actuar. Este ejercicio es definitivo en nuestro trabajo, pues no podemos meter en un mismo costal a estas diferentes expresiones políticas y tratarlas a todas de la misma manera. Para los revolucionarios, es absolutamente indispensable saber qué tipo de tratamiento le damos a cada una de ellas y cómo podemos cambiar nuestra actitud, de acuerdo a los cambios que puedan darse en ellas, entendiendo que la realidad no permanecerá estática por mucho tiempo y que la confrontación, en la medida que se agudiza y profundiza, indefectiblemente produce cambios, si no en su naturaleza, por lo menos sí los produce en su comportamiento político. 

¿A qué vienen estas consideraciones, aparentemente sin objetivo ni sentido? Precisamente a tratar de dejar lo más claro posible y a entender que no basta ni es suficiente percibir, describir, reconocer y aceptar la realidad tal como es y esperar que ella, por sí sola, produzca los cambios y resultados que deseamos y esperamos. Los cambios sí pueden darse y llegar, pero no a nuestro favor, y la mayor parte de las veces, totalmente en contra nuestra. El papel de los revolucionarios no es sentarse a la vera del camino a esperar que pase el féretro de la vieja sociedad que deseamos cambiar, sino actuar para transformar esa realidad en la dirección, en el sentido que queremos ir. Nuestro actuar tiene que ser consciente, con objetivos y propósitos claros del rumbo a donde queremos llegar. Y este actuar consciente no lo podemos realizar con las manos vacías, sin herramientas, que no pueden ser otras distintas a las fuerzas políticas organizadas, experimentadas en la lucha, muy bien dotadas de conocimientos científicos de esa realidad y disciplinadas. Fuerza política consciente, revolucionaria, no para esperar que los cambios lleguen por sí solos, y ni siquiera, que lleguen de manera fácil, sino para conquistarlos en la lucha. 

En el escenario que presentamos en el artículo anterior, mostramos la confrontación de los dos bloques imperialistas que se disputan el dominio mundial en el momento y cómo esa confrontación se ha intensificado y adquirido características amenazadoras, ya no solo para la paz mundial, sino de manera preocupante, para la supervivencia de la especie humana, y dimos algunas de las razones que han conducido a ese agravamiento. Ahora queremos avanzar un poco más en señalar algunos casos y ejemplos emblemáticos que nos ayudan a entender cómo operan esas fuerzas políticas reaccionarias, ultraderechistas, unas tradicionales y otras surgidas o resurgidas después, que aún hoy, arman y crean todas las falacias que les sea posible, para presentarse como amigos, como defensores de la democracia y de los pobres, y hasta de revolucionarios. 

En consonancia con lo anterior, tenemos que hacer el esfuerzo por comprender que, esta confrontación entre grandes grupos de capitalistas, monopolios, oligopolios y las potencias imperialistas por abarcar y apoderarse de grandes sectores de producción, comercio, capital bancario y otros renglones, comenzó en los albores del siglo XX (1.900). Esa disputa por mercados, fuentes de materias primas, territorios, recursos humanos y naturales, condujo a las dos Guerras Mundiales en 1.914-18 y 1.941-45. La humanidad vivió, sufrió, padeció y sobrevivió a todos los horrores de estas dos guerras, pero principalmente de la segunda. Y claro está, también vivió y disfrutó la gran derrota de la bestia hitleriana y los avances de la Revolución Socialista, la construcción del Sistema Socialista y su ampliación, una vez terminada la guerra, con la Unión Soviética y el Campo Socialista. 

Sin embargo, la terminación de esta II Guerra Mundial, no significó ni podía significar la terminación de todas las guerras en general. La confrontación continuó en otro escenario y con otras características, en la modalidad de guerras locales. Al iniciarse la década de los años 50 del siglo XX sobrevinieron otros fenómenos y cambios drásticos en ese escenario, y esas guerras locales comenzaron a tener otros motivos y otros objetivos, pero tampoco terminaron. La construcción del Sistema Socialista, del Movimiento Comunista Internacional y del Movimiento Revolucionario de Liberación Nacional se vinieron al piso, pero la clase obrera y los pueblos siguieron luchando por su liberación social y nacional. La restauración del sistema capitalista en la Unión Soviética y otros países que siguieron ese camino, echó igualmente a tierra la lucha por la construcción del Sistema Socialista, por la liberación social de la clase obrera y la liberación nacional de los pueblos, pero la confrontación de las superpotencias imperialistas, si bien tuvo cambios de actores, su esencia siguió siendo la misma. Aquí es donde comienza eso que en la época denominaron “guerra fría”, que no fue otra cosa que la confrontación entre las dos superpotencias del momento: EE. UU. de un lado y Rusia del otro. 

Las décadas de los años 60, 70 y 80 del siglo XX fue un período de intensa rivalidad política, económica, militar y sicológica entre estos dos gigantes por el dominio mundial en Asia, África, América y Oceanía. Y es precisamente a partir de allí, desde donde queremos identificar ejemplos que nos permiten, si se quiere, palpar cómo actuaron y siguen actuando estas fuerzas reaccionarias, de extrema derecha para defender el sistema capitalista, la propiedad privada y el poder político, que es lo que les da, si no la legitimidad, por lo menos la facultad para mantener la explotación y dominación dentro y fuera de sus países. Por ello, hemos elegido un ejemplo poco conocido, pero altamente significativo, vivo y elocuente para percibir lo que es el espíritu, la mentalidad y la conducta de las fuerzas políticas ultrarreaccionarias, cuando deciden sepultar cualquier propósito de cambio favorable al pueblo, por muy débil y frágil que sea. Se trata en este caso, del golpe de Estado promovido, asesorado y dirigido por el Gobierno de EE. UU. en Indonesia a finales de 1.965. 

Por obvias razones, solo podemos hacer aquí un breve recuento histórico anterior y luego de este acontecimiento que, en términos generales, tanto en la época y posteriormente pasó, en gran parte desapercibido. En agosto de l.945 se informó al mundo la conformación de un nuevo Estado en la colonia holandesa en el Sudeste asiático. Sukarno, el dirigente que logró unificar hasta cierto punto a unas 350 islas dispersas en un amplio espacio y a una población que, en la época, se estimaba la cuarta más más numerosa del mundo, no le fue fácil estabilizar esta nueva nación y su Estado, y al mismo tiempo alcanzar un desarrollo económico y político que superara las secuelas del colonialismo, y que además de la dispersión poblacional, cargaba con una fuerte fragmentación étnica y cultural con más de 300 lenguas distintas, divisiones políticas, religiosas y de clases sociales que se expresaban como nacionalistas, musulmanas, comunistas y liberales con sus discrepancias en cuanto al régimen político que se debía adoptar y las soluciones a los múltiples problemas heredados y generados en todo el proceso. 

En cierto modo, Holanda (Países Bajos hoy), contribuyó a unificar a las fuerzas que luchaban por la independencia debido a la invasión que sus fuerzas armadas realizaron al territorio, las cuales fueron derrotadas y el Gobierno colonial holandés tuvo que reconocer la independencia y al nuevo Gobierno indonesio. Con todas las dificultades que suponía esa realidad existente, el sector político mayoritario que era el de los nacionalistas, a la cabeza del cual estaba Sukarno, en alianza con los comunistas y los musulmanes, logró una amplia mayoría para la unificación nacional y estatal, que siguieron siendo muy frágiles. Sin poder consolidar unas instituciones democráticas fuertes por esa mayoría, Sukarno hubo de retroceder y buscó fortalecer el Gobierno dándole participación a todas las fuerzas que hacían parte de la alianza, pero se reservó decisiones fundamentales tales como el nombramiento del parlamento, del Consejo asesor y otras que dependían exclusivamente de él; es decir, montó lo que el mismo llamó una “Democracia Dirigida”, o simplemente “dedocracia”, como se le denomina en Colombia. Unas relaciones externas erráticas, un proceso inflacionario fuerte y el manejo personal de asuntos políticos muy sensibles, terminaron desprestigiando a Sukarno, a lo que se agregó otros conflictos políticos igualmente sensibles del momento. 

En 1.965 el naufragio de esta débil democracia se puso en evidencia al producirse un golpe de Estado. En desarrollo de estos acontecimientos sucedieron hechos que hasta hoy no han sido aclarados de manera mínimamente satisfactoria. En un primer momento, el golpe de Estado, supuestamente tenía como objetivo defender a Sukarno de un presunto complot organizado por la facción anticomunista del ejército. Pero, aún hoy, no ha sido esclarecido quién estaba detrás de esa trama. Esta intentona, aparentemente fallida, desató una cadena de acontecimientos terribles y trágicos para los indonesios. Pero lo más significativo es que lo sucedido en Indonesia, ha sido calcado, se ha repetido en muchas otras partes, y de la misma manera, abundan las dudas, las penumbras, las sombras y el desconocimiento, a lo cual se agrega una cosa que sí es cierta, y es que en todas estas amargas experiencias vividas, se evidencia con toda claridad la existencia de una política deliberada de sepultar y condenar al olvido todo los horrores de esos hechos, y de manera especial, que la juventud opte por no querer saber nada de lo que sucedió realmente y como sacar las debidas enseñanzas para el futuro.

Como no hay interés internacional ni nacional de establecer la verdad de lo que sucedió, solo existe una estimación (no alejada de la realidad), de que entre uno y dos (1 y 2) millones de indonesios fueron sacrificados en uno de los genocidios más espantosos de esta llamada civilización democrática capitalista e imperialista, de esta moderna civilización defensora de los Derechos Humanos. De esos uno o dos millones de indonesios lanzados a la hoguera, 300.000 fueron miembros y simpatizantes del Partido Comunista Indonesio (PKI). El olor a chamusquina aún no se había disipado y Sukarno fue cediendo el Gobierno al general Suharto, quien supuestamente había conjurado la intentona de derrocarlo y que efectivamente asumió el Gobierno en 1.965. Como cosa “extraña”, el país fue inundado de inversiones de las trans-multinacionales, del Banco Mundial y de privatizaciones de los recursos naturales. 

Según el lenguaje del zoológico politiquero de nuestro hábitat, lo anterior es “Historia Patria”. Sin embargo, “allí está el detalle”. Como la historia patria no sirve porque es la versión amañada de los mismos de siempre, y la Historia real nos la han ocultado y nosotros no hacemos el esfuerzo por conocerla, quedamos debiéndole al politiquero cuando nos dice: “eso es Historia Patria”. El hoy exgeneral Prabowo Subieanto, yerno del dictador Suharto, quien para la época del golpe de Estado se desempeñaba como comandante de un batallón de fuerzas especiales del ejército indonesio, después de las movilizaciones y revueltas de 1.998 que exigían la salida de Suharto, fue expulsado del ejército por acusaciones de violación de Derechos Humanos. Si bien este hizo todo lo que estuvo a su alcance para evitar la salida de Suharto (su suegro) del Gobierno, no lo logró. En el año 2.000, fundó su propio partido político postulándose dos veces a la Presidencia, siendo derrotado por el gobernante actual Joko “jokowi” Widodo. 

Hasta allí, se puede decir que las cosas han sucedido dentro de lo normal. No obstante, lo verdaderamente interesante es lo que viene en continuación. En una tercera postulación, este exgeneral candidato, ha sufrido una metamorfosis asombrosa. Echó a la hoguera, quizá igual que antes lo hizo con miles de indonesios, sus trajes de militar y reapareció con otros, dando la sensación de un hombre jovial, con lenguaje y maneras contrarias a lo que era antes. De general con sus discursos virulentos, pasó a presentarse como “un tierno abuelito” inofensivo y cariñoso. Para esta campaña, usó intensivamente las redes con su nuevo look, con tono y lenguaje tranquilos y pausados, exactamente igual al de su anterior rival, quien ya en 2.019, lo había colocado como su Ministro de Defensa. 

Ese arte magistral de cosmética, junto con sus “nuevos” modales, le resultaron sumamente “exitosos”. Tanto que, en las pasadas elecciones de febrero de este año, en el preconteo rápido no oficial pero muy aproximado, la estimación le daba un 58% de los votos, suficientes para ganar en primera vuelta en las próximas elecciones. Según REDACCION DE BBC NEWS MUNDO, responsable del artículo que informa sobre la metamorfosis del general, “Mas de la mitad de los 205 millones de electores del país son milennials o miembros de la generación Z, quienes adicionalmente constituyen una parte sustancial de los 167 millones de indonesios que usa redes sociales”. Además, Prabowo asumió la agenda de políticas de Jokowi, y para rematar, designó como fórmula electoral a Gibran Rakabuming Ralka, hijo mayor de Jokowi. Más que la candidatura de ese oscuro personaje, blanqueado por los magos de la cosmética y su vertiginoso ascenso después “del blanqueo”, no puede dejar de despertar preocupaciones, sospechas y alarma. Los autores del artículo señalan que: “En todo caso, el militar retirado realizó su campaña apuntando estratégicamente a una generación que no tiene recuerdos de la era de Suharto,” …Grave, terriblemente grave. No solo en Indonesia crecen los milennials, para quienes la Historia con sus personajes siniestros importa un carajo. Ante esta atroz realidad, dichoso danzaría Gobels en la punta de los dedos gordos de los pies, al ver los prodigios que él no pudo realizar porque la tecnología de los medios de su época no se lo permitía. 

Desde mediados de la década de los años 60 del siglo XX, EE. UU., había entrado en una situación difícil de crisis económica y política por la derrota militar que tuvo que aceptar y cargar por la heroica resistencia del pueblo vietnamita y retirarse con todas las consecuencias que esto le acarreó, y la famosa “guerra fría” con la otra superpotencia, Rusia, había entrado en su apogeo. Teniendo en cuenta estos hechos, de ninguna manera puede ser gratuito que desde 1.973, comenzaran a aparecer en los Barrios de estratos altos en Santiago de Chile, pancartas que anunciaban, sin tapujos, ¡YA VIENE YACARTA! ¡ESPERE YAKARTA! aludiendo a que el golpe militar estilo Yakarta en Indonesia era cuestión de poco tiempo. Y tampoco es gratuito que nosotros hayamos incluido esa imagen como el testimonio más vivo y actual que nos permite percibir el hilo conductor entre los acontecimientos de Yakarta en Indonesia y los de Santiago de Chile, 9 años después y observar toda la cadena de acontecimientos que han sucedido después y siguen sucediendo hoy, en presencia de la confrontación de los dos bloques imperialistas actuales. 



¿A qué conclusiones llega
mos observando someramente estos hechos?  

  • Los acontecimientos de Yakarta y de Santiago de Chile, fueron típicas acciones ocasionadas por la confrontación de las dos superpotencias imperialistas del momento, EE. UU. por defender su dominio y posiciones, y Rusia por ganar influencia, adeptos y mercados, o “guerra fría”, como fue denominada y se le conoce. Una observación superficial simplemente, revela que el patrón, el libreto es el mismo. Naturalmente cambian los personajes, el tipo específico de acciones tácticas y las maneras de actuar, pero la estrategia, es decir los intereses que cada uno persigue y el libreto, en lo esencial son los mismos.  
  • La cadena de acontecimientos posteriores, entre los cuales podemos mencionar los golpes de Estado en Uruguay, Argentina, el bloqueo económico y político a Cuba por parte de EE. UU., la intervención rusa en Afganistán, su manipulación y utilización de movimientos guerrilleros en África como en Angola y el Congo, su nefasta intervención en la Resistencia del pueblo palestino y el bloqueo al dirigente Arafat, etc., etc., todos ellos siguiendo el mismo hilo de la confrontación de las dos superpotencias por dominio del mundo, nos revela con suficiente claridad que, la esencia de la política de las potencias imperialistas es acumular capital y riquezas saqueando, ojalá a todos los pueblos del mundo, y es por eso que indefectiblemente tienen que entrar en colisiones, confrontaciones y guerras para desalojarse el uno al otro. Y esta esencia no cambiará porque se presenten con el nombre que se presenten y se adornen con los discursos más atractivos y engañosos que quieran. Esas potencias no pueden vivir sin extraerle el sudor y la sangre a su propio pueblo y a todos los pueblos del mundo que puedan.  
  • La “guerra fría” no terminó; simplemente cambió de temperatura. Después del colapso de la superpotencia rusa en 1.989, su recuperación a partir del 2.000 y su acercamiento a la nueva potencia en ascenso, China, para conformar el otro de los dos grandes bloques imperialistas actuales, la confrontación entre ellos se ha recalentado. El descenso de la actividad económica mundial y la irreversible decadencia en que está sumido este sistema imperialista, los ha llevado a tratar de mantener la actividad productiva y el comercio principalmente de armamento militar, es decir, a impulsar la economía de guerra y a descargar la crisis y decadencia sobre las espaldas de la clase obrera y los pueblos. Este colapso en que está metido todo el sistema imperialista, no se resuelve con reformitas de los reformistas, lo cual, no significa que estemos en contra de toda reforma, sino que apoyamos las que realmente contribuyan a mejorar las condiciones de vida de las clases populares; o, creyendo que se puede volver atrás al modelo anterior del llamado “Estado de bienestar” o “Estado intervencionista”, que en mucho alimentó la zanganería de la burocracia sindical y de la aristocracia obrera que arruinaron el movimiento sindical de la clase obrera. Atrás, no hay tal “Estado burgués de bienestar” ni retorno a la “democracia” burguesa. Y adelante menos hay tales embelecos. Al frente, lo que está garantizado es que esa confrontación continúe profundizándose mediante la expansión y agravamiento de las guerras locales, pero con el riesgo inminente de pasar a la guerra global que, en el estado actual de armamentismo y rearme nuclear, y sin Movimiento Revolucionario que lidere la lucha por la paz, es una amenaza real para la supervivencia de la especie humana. 
Teniendo en cuanta lo anterior y todo lo que podamos esclarecer de esa realidad, reiteramos nuestros interrogantes del comienzo: 
¿¡QUÉ O A QUIENS ESTAMOS ESPERANDO!? ¿A QUE VENGA YAKARTA? ¿A QUE LLEGUE YAKARTA? ¿AL TANQUETAZO COMO EN SANTIAGO DE CHILE O EN EL PALACIO DE JUSTICIA EN BOGOTA? ¿ESTAMOS ESPERANDO A DON RODOLFO HECHO UN TATARABUELO INOFENSIVO Y TIERNO? O A ¿UN BARBOSA ELEGANTE, JOBIAL Y CARIÑOSO? O A UNA CABAL ADELGAZADA, MUY DECENTE Y AMABLE, ¿ACARICIANDO Y BESANDO TALVES A DOS MUÑECOS, UNO NEGRO Y OTRO DE RASGOS INDÍGENAS? 
No olvidemos que, tanto en Yakarta como en Santiago de Chile, muchos de los reformistas, excepto Allende y unos pocos que lo acompañaron hasta última hora, confiaron de manera insulsa en que una de las superpotencias, EE. UU. respetaría esos procesos dulces, suaves y exentos de esos odiosos extremismos; y que la otra superpotencia, Rusia, que los pedaleaba, estimulaba, apoyaba y empujaba a la candela, hiciera algo por advertirle a la gente del peligro que la amenazaba y contribuir a prepararla para que creara medios de defensa. Nada de eso llegó, y cuando el tendal de muertos, heridos, presos y perseguidos ya estaba en completa indefensión, los abandonaron. 
EN MEDIO DE ESTA BARBARA CONFRONTACIÓN DE LOS DOS BLOQUES IMPERIALISTAS ACTUALES, NO ESPEREMOS IDILICOS FUTUROS. 
Lo que la experiencia histórica nos muestra y nos enseña es que mientras exista este monstruoso sistema imperialista, lo razonable y cuerdo es prepararnos continua y sistemáticamente para enfrentar lo peor. En esta realidad, lo único que seguro que tenemos por delante es el agravamiento continuo y recrudecimiento de las guerras locales y del peligro inminente de una Tercera Guerra Mundial mucho más devastadora que las anteriores. ¿Es inevitable ese desenlace? No. No es que sea inevitable. Se puede evitar. Pero para eso se necesitan fuerzas políticas y sociales muy grandes y fuertes. Y eso no lo tenemos en el momento, con el agravante que hay no pocos sectores políticos y sociales que evaden la solución de este problema, que se niegan, con muy diversos pretextos y argumentos, a avanzar en esa dirección, a comprometerse a consolidar verdaderos procesos de construcción de organización y fuerza política, con la capacidad para poder resistir, en unas condiciones de enfrentamiento mucho más violento de los que están colocados al lado de uno u otro bloque imperialista.

Cordialmente

EL FARO SOCIAL
Popayán, febrero 20 de 2.024 


miércoles, 31 de enero de 2024

DE NADA NOS SERVIRA CAMBIARLE EL NOMBRE...

DE NADA NOS SERVIRA CAMBIARLE EL NOBRE A LOS PROBLEMAS Y A LAS COSAS ESPERANDO RESOLVERLOS, SIN CAMBIAR LA REALIDAD QUE LOS PRODUCE 


POR ESO, NO PERDAMOS EL TIEMPO BUSCANDOLE PELOS A UNA BOTELLA DE VIDRIO, O EN EJERCICIOS INOCUOS DE CREER QUE CAMBIANDOLE EL NOMBRE A LOS PROBLEMAS, MILAGROSAMENTE DESAPARECERAN 


La confrontación entre los dos bloques imperialistas que se disputan el dominio mundial actualmente se agudiza, intensifica, agrava y agravará de manera irreversible. Todos los días y a toda hora lo estamos presenciando. Esta cruenta realidad que promueven los dos bloques imperialistas, los que de uno o de otro modo están involucrados a algún lado, y todos los que consciente o inconscientemente terminan apoyando al uno o al otro bando, pueden pintarla como quieran; pueden adornarla como les parezca, difamarla o adularla; pueden distorsionarla, tergiversarla y generar en torno a ella toda la confusión que puedan; pero lo que no pueden es ocultarla. Tampoco pueden impedir que la gente consciente, cada día vea con mayor claridad y comprenda que esta es una confrontación imperialista más, una guerra reaccionaria de rapiña por reparto de territorios, de recursos humanos, naturales, de mercados y de dominación mundial, ya no por una sola gran potencia, sino también por otras que han ido surgiendo, o se han recuperado. 

A semejante barbarie y brutalidad, los del bloque EE.UU.-Unión Europea-Japón y todos sus aliados, la han denominado “defensa de la civilización occidental”, “defensa del mundo libre” (tradúzcase defensa de los tratados de libre comercio o neoliberalismo), “defensa de la democracia de las tiranías y el terrorismo”. Cabe señalar que, este bloque viene en declive. EE.UU. ya no es la superpotencia que impuso su dominio unipolar por varias décadas. Su poder de gran policía del mundo está lejos de lo que fue y ya no puede decidir a su arbitrio lo que deben hacer los demás. Los del otro bloque Rusia-China-Irán-Corea del Norte y todos los que hacen fila en este bando, la han denominado “lucha contra la hegemonía unipolar de Occidente, por un nuevo orden multipolar”, es decir, con la presencia de dos, tres, cuatro o más potencias por participar en los mercados mundiales de manera “razonable”, “por consenso”, o si eso no es posible, por la fuerza. También en este bloque hay sonoros y atractivos enunciados tales como: por la “no intervención en los asuntos internos de cada país”; “por un nuevo orden mundial multipolar”; por la “defensa de la democracia y hasta del socialismo (claro está, socialismo al estilo Chávez-Maduro y otras variedades), en el que pudieron caber regímenes ultrarreaccionarios como el de Pinochet, la teocracia iraní, y caben por supuesto los reformistas actuales de Chile y el régimen “comunista” de Kim Gong Un. Con tal que se alineen contra el otro bloque, no hay ningún problema. Cabe preguntarles a los cabecillas de este bloque y a sus seguidores: ¿Y de qué les servirá a los millones de hambrientos y miserables del mundo que haya dos, tres, cuatro o más potencias imperialistas disputándose el reparto de la torta, mientras ellos, cada día reciben menos migajas? 

Esta gran confrontación global es la continuación y el resultado de otro período iniciado desde la década de los años 50 del siglo XX en otro escenario y con otras formas, una vez terminada la II Guerra Mundial; que 20 años después tomó cuerpo en las tan estrepitosamente publicitadas “apertura democrática”, “apertura de mercados” y su reluciente luz “vivificadora”: La Globalización, que tantos discursos “esperanzadores” derramó, deleitosos cambios produjo y expectativas alimentó en la fantasía, de los desheredados de siempre, y principalmente, en la inveterada credulidad de quienes esperan que un sistema como éste que ha hecho, hace y hará tantas atrocidades para sostenerse, por su propia voluntad se irá autoreformando hasta convertirse en un idílico paraíso, en el que no habrá ni buenos ni malos sino simplemente seres humanos llenos de bondad. 

Es resultado y remate de un gigantesco y monumental fracaso económico, político, social y cultural, pues esa “vivificadora” luz de la globalización solo encandiló al mundo ofreciendo prosperidad “para todos”, pero lo que la realidad muestra es que el hambre y la pobreza se agigantan en el mundo entero. El progreso para acabar con las desigualdades que prometió, no llegó, y en su lugar encontramos más concentración de riquezas en los círculos dominantes de las pocas potencias que se disputan el dominio mundial y élites que gobiernan los países que orbitan a su lado, es ya sencillamente abismal con respecto a la inmensa mayoría de la población del planeta. Aunque se atragantó de discursos sobre la apertura democrática, lo que los pueblos reciben, es cada vez más látigo y despojo hasta de su capacidad de sentir y pensar, de sus territorios como lo apreciamos a diario en las huestes humanas de migrantes, y la gigantesca expropiación de todas las posibilidades básicas para sobrevivir, como lo vemos en el caso del pueblo palestino. Encendió en la inocencia popular la llama ilusoria sobre las bondades de la apertura de mercados y, simultáneamente, los instintos primarios perversos de los promotores de esa política y en sus aliados y sirvientes; y sí, claro, ésta llegó, no para borrar las desigualdades y generar prosperidad “para todos”, sino para ensanchar y ahondar más esas desigualdades. Petrificó en la fantasía social la idea de que el libre mercado y la apertura de mercados traería crecimiento y abundancia “para todos”, como lo pudimos escuchar de boca del presidente argentino que acaba de posesionarse; y sí, claro, crecimiento económico promovido por este modelo neoliberal hubo en las décadas de los años 70, 80, 90 y primera del siglo XXI, ¿pero los patrimonios y bolcillos de quiénes fueron los que crecieron? El desempleo, la “informalidad”, el hambre y la miseria en la inmensa mayoría del planeta crecen y crecerán de manera alarmante. 

Esta confrontación global que estamos presenciando hoy entre estos dos bloques imperialistas es gigantesca, brutal y muy compleja. A estas alturas, no se reduce ni podemos verla simplemente como episodios aislados de guerras locales, como en cierta forma se dio en las décadas de los años 50, 60 y 70 del siglo XX. Obedece a estrategias políticas y militares globales que cada uno de los dos bloques ha diseñado para mantener el uno el dominio, o forzar el otro, el nuevo reparto de territorios, mercados, zonas de influencia, mano de obra y recursos naturales. 

En este forcejeo de gigantes en el cuadrilátero, el bloque EE. UU.-UE-Japón y sus aliados, buscando mantener a toda costa y a la fuerza su dominio “unipolar” con su cabecilla EE. UU., sin reparar en lo más mínimo en la violación flagrante de normas elementales del Derecho Internacional que tanto dicen defender, después de terminada la II Guerra Mundial, continuó creando fronteras, dividiendo pueblos y creando “Estados” (tradúzcase gobiernos títeres) en Corea del Sur, Vietnam y la Isla de Taiwán separándola de China; en Alemania y en la eurozona de los Balcanes con Yugoeslavia, para después hacer flecos la unión de esos pueblos y masacrarlos en la década de los años 90 del siglo XX, lo mismo que la continuación de su intervención y agresión al pueblo afgano; promoviendo, financiando y realizando, en alianza con fuerzas mercenarias ultraderechistas el golpe de Estado en Indonesia y la matanza de más de 300.000 miembros del Partido Comunista de ese país y luego, en Chile, con lo que ya conocemos ampliamente; imponiendo bloqueos económicos, políticos, militares y sanciones a diestra y siniestra contra diferentes pueblos y Estados en el momento en que estos no obedecieran sus órdenes como en los casos de Cuba y Albania; manteniendo regímenes reaccionarios para asegurar su dominio en África; fortaleciendo económica, política y militarmente instrumentos de agresión como los sionistas de Israel para agredir a los pueblos y Estados árabes como Irak y luego a Libia, Túnez y Siria; promoviendo, financiando, organizando y asesorando fuerzas mercenarias y neofascistas para poner nuevas fichas, controlar el gobierno en Ucrania y luego lanzarlo a la guerra contra uno de los cabecillas del otro bloque; instigando y dándole cobertura política y militar al carnicero de Gaza en las monstruosidades que ha estado cometiendo para mantener el control geopolítico de Oriente Medio. Esto solo para mencionar, al menos, los casos más conocidos en todo este trayecto histórico. 

El otro bloque imperialista Rusia-China-Irán-Corea del Norte, solo comienza a configurarse y actuar en calidad de tal, al iniciarse la segunda década del presente siglo XXI, después de los estragos causados por la crisis financiera de 2.008. Rusia había entrado en franca recuperación, después del colapso de los años 90 y primera década del siglo actual, y China iba en ascenso y expansión con un elevado índice de crecimiento económico. La crisis financiera del momento no afectó a estas economías de la misma manera que a las de Occidente. Como economías capitalistas que ya lo eran y con proyecciones imperialistas, no tenían otra opción que abrirse paso hacia, y, en la economía mundial, en abierta competencia y disputa con las otras economías imperialistas que ya lo eran desde principios del siglo XX, EE.UU.-UE-Japón, y principalmente con EE. UU., en su calidad de gran potencia con su dominio unipolar que había impuesto en buena medida, una vez terminada la II Guerra Mundial. EE. UU. apoyándose en sus aliados en Europa, Japón y todos los demás que hacían fila a su lado, en las élites dominantes tradicionales de los países que secundaban sus políticas, en los ejércitos convencionales y demás fuerzas reaccionarias legales e ilegales, en el gran poder del armamento nuclear que había acumulado desde y después de la II Guerra Mundial, montó todo un cerco militar contra Rusia en los países de Europa Oriental con su principal instrumento, la OTAN; intensificaba la guerra contra el pueblo vietnamita y la amenaza contra China; plagó de bases militares el Asia Suroriental; promovía golpes militares y gobiernos reaccionarios en África, Oriente Medio y América Latina. A todo este conjunto de acciones que eran de carácter político-militar y diplomático, hay que agregar el impulso y despliegue de la llamada “revolución verde” una vez terminada la guerra; luego, la poco conocida revolución tecno-científica, con sus consecuencias y, lo más importante, todo el paquete de políticas del libre comercio, condensado en lo que conocemos como el modelo neoliberal, que continúa dominando el quehacer económico y político a nivel internacional. Con estas dos últimas herramientas, consolidó su superioridad tecnológica, económica, política y militar y, en consecuencia, su dominio mundial, casi como única potencia que podía decidir qué era lo que debían hacer los demás. 

En lo que corresponde particularmente a Rusia, ésta, con el cambio de Dirección del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) y, principalmente de orientación política, emprendió el camino de retorno al capitalismo, de restauración del sistema capitalista, apoyándose en todas las conquistas técnicas, de desarrollo económico, político, social, cultural y sicológico alcanzados por el proceso de construcción del sistema socialista, siendo en el momento la otra gran economía, sólida y fuerte con capacidad de competirle a EE. UU., y en el gran prestigio político que alcanzó por su destacada actuación en la II Guerra Mundial, sin perder tiempo, comenzó a perfilarse como otra gran potencia imperialista y a disputarse con los EE. UU., el dominio mundial, en las décadas de los años 50, 60, 70 y 80 del siglo XX, confrontación que en su momento, se le conoció como la “guerra fría” de “las dos superpotencias”. 

Haciendo uso a fondo de ese gran prestigio político por haber derrotado a los nazi-fascistas alemanes y salir victoriosos, impuso ese cambio de la política de construcción del Sistema Socialista a la gran mayoría de Partidos Comunistas a nivel internacional, a excepción de unos muy pocos que no la aceptaron; siguió usando muchas formas literarias, de organización y de trabajo para mantener la imagen ante los Partidos, grupos y sectores progresistas que habían poyado la lucha y el proceso interno, en especial, el nombre de Unión Soviética y Partido Comunista de la Unión Soviética, sin serlo ya; por eso, muchos sectores críticos, a nivel internacional, comenzaron a denominarlo e identificarlo, sin duda de modo incorrecto, como el “social-imperialismo soviético”; simuló y se presentó siempre como el más fiel y leal apoyo al pueblo vietnamita que estaba siendo sometido a intensos bombardeos, incendiando poblaciones, cultivos y bosques tropicales con fósforo blanco en persecución a los combatientes del Viet-con por la otra superpotencia. 

En su desenfrenada y frenética carrera por acabar con la construcción del Sistema Socialista e intensificar y avanzar en la restauración del Capitalismo para sostener la competencia por el dominio mundial en que ya se habían envuelto, renunció al apoyo a las luchas revolucionarias de los pueblos en el ámbito internacional, en unos casos empujando e impulsando a Partidos Comunistas como los de Indonesia y Chile a embarcarse en proyectos políticos electorales reformistas, y cuando las fuerzas reaccionarias en estos países en alianza con la otra superpotencia produjeron las matanzas de revolucionarios y de sectores políticos y sociales que los apoyaron, los abandonaron a su suerte y no hicieron absolutamente nada por proteger a las víctimas. En otros, como en África y América Latina manipulo y puso bajo su control a Movimientos Guerrilleros Revolucionarios al servicio de su política de expansión territorial y de disputa con la otra superpotencia, hasta que, al fin de la década de los años 80 del siglo XX, terminó “rompiéndose por donde se rompen las ollas artesanales de barro” (cerámica), colapsó, o como se decía en la época en lenguaje popular: “se desfondó”. 

En la década de los años 90 del siglo XX hubo de retirarse en gran parte del escenario internacional, lo que de ninguna manera significo el colapso definitivo o la ruina total de su economía y de sus construcciones políticas, sociales, militares, científicas y culturales. Lo dejado por el proceso de la revolución socialista fue grande. En 35-36 años, todos los pueblos que conformaron la Unión Soviética salieron del atraso con respecto al crecimiento y desarrollo de Europa Occidental, de la pobreza y la miseria, en especial de la población campesina numerosa y con un rendimiento de la fuerza de trabajo proverbialmente bajo, mínimo, que no le alcazaba para satisfacer sus necesidades básicas. Con esas bases que habían heredado, se recuperaron y al comenzar la segunda década del siglo XXI, volvió a pisar el escenario internacional, a reactivar la competencia con la otra superpotencia, que durante este lapso había impuesto su dominio único en el mundo. Y para hacerlo ahora, tenía que recuperar, hasta donde fuera posible, viejos aliados, pero, sobre todo, a abrirse paso recuperando y creando nuevos clientes que recepcionaran sus inversiones, comerciaran con sus productos, en algunos de los cuales eran fuertes, pudieran adquirir materias primas, colocar inversiones financiaras, y especialmente promoviendo la venta de equipo militar, renglón en el que se habían fortalecido repotenciando el anterior ya obsoleto, de acuerdo a las nuevas tecnologías. 

Por su lado, China que, a no dudarlo, en términos económicos, es hoy la segunda potencia que está en la disputa por el dominio mundial, hizo algo semejante a lo que hiciera la nueva dirección política en la Unión Soviética al comenzar la década de los años 50 del siglo XX, es decir, desechar, abandonar el proceso de construcción del socialismo, entrar en alianzas con los EE. UU. en 1.979 y emprender la puesta en marcha del programa político de la modernización capitalista de China, o lo que es lo mismo, renunciar a los pocos avances del socialismo y restaurar también el capitalismo. Pero el programa de “modernización de China” como lo pregonaron, no lo reducían solo al desarrollo y crecimiento del capitalismo al interior. Desde ese primer momento ya contenía el perfil básico de expansión para convertir a China en una gran potencia capitalista e imperialista. 

También China, gracias al proceso revolucionario antes y después de la llegada del Partido Comunista chino al poder y al apoyo de todas las fuerzas revolucionarias del mundo, pudo rodearse de un gran prestigio social y político. Entre otras cosas, porque se había labrado, con la ayuda de muchos adeptos en el exterior, la imagen de que “en China se construía un socialismo distinto, hecho con mucha delicadeza, pletórico de lozanía y frescura, tejido con guantes de seda, no como “ese comunismo tosco y burdo que existía en Rusia y la Unión Soviética”. Pero lo más importante es que, también en este caso, con la llegada al poder los comunistas, los revolucionarios y el pueblo organizado, China pudo superar el hambre y las pestes, ponerse en 30 años prácticamente a la altura de las economías de Occidente: Antes de la revolución, en China, el hambre y las pestes diezmaban poblaciones enteras, morían en masa centenares de miles de adultos, niños y ancianos. 

Y tampoco hay que dudar de que, en China, después de 1.979, se ha operado un crecimiento y desarrollo del capitalismo a un ritmo acelerado, llegando en algunos momentos a registrar crecimientos del PIB de hasta el 25% anual. ¿A costa de qué? De que disfruta de una inmensa masa laboral, de una gigantesca fuerza de trabajo, la gran mayoría de la cual ha construido y sigue construyendo ese poder económico, sobreviviendo con dos (2) dólares diarios, y en otros casos, como se sabe, sometida en gigantescas fábricas flotantes que operan en alta mar en condiciones de esclavitud. Así ha sido, es y seguirá siendo el capitalismo mientras exista. Ese no es, como reza el adagio popular, “un cuento chino”, sino un asombroso “milagro” urdido con el sudor y sufrimiento de miles de millones de trabajadores condenados a padecer en el purgatorio sin poder descender más abajo para acabarse de quemar y menos salir de allí, por ahora, para escapar al tormento. 

Muchas personas con algo de información sobre estos procesos, se preguntan: ¿Por qué o cómo ha sido posible que Rusia y China se acerquen y unifiquen cada vez más en otro bloque para disputarse el dominio mundial, después de haber tenido posiciones tan opuestas durante los años 50, 60 y 70 del siglo XX? La razón simple y sencilla es que ambas son economías capitalistas fuertes con proyecciones imperialistas. Ninguna economía capitalista que pretenda consolidarse como potencia imperialista, puede prescindir o renunciar al mercado exterior, a explotar a otros pueblos y extraer grandes riquezas de ellos. Al momento de perfilarse Rusia y China como potencias imperialistas el mundo ya estaba repartido entre las otras potencias tradicionales y en manos de un solo árbitro, EE. UU. La única posibilidad de ir desalojando a estos de diferentes posiciones era conformar otro bloque fuerte, unirse alrededor de ese propósito e ir ganando espacios. 

¿Qué características reviste esta confrontación global de estos dos bloques por el dominio del mundo? a) Obedece a estrategias político-militares y diplomáticas cuidadosamente diseñadas e integrales que van desde la esfera económica en la disputa por mercados, materias primas, espacios geográficos estratégicos, recursos naturales y humanos, disputa financiera y dominio territorial. b) Diseño de políticas específicas, de acuerdo a las condiciones de las diferentes situaciones para aprovechar cualquier oportunidad y/o afinidad para consolidar posiciones, ganar más aliados en la mayoría de países, sobre todo en los dependientes y sus gobiernos para ponerlos a su lado los unos o, mantener esa influencia, los otros. c) Después de la crisis financiera de 2.008 que afectó a toda la economía global, el crecimiento comenzó a descender y detenerse, de manera más acentuada a partir del inicio de esta tercera década del presente siglo, conduciendo a los bloques en contienda a una mayor agudización de su disputa y confrontación, y de hecho, acentuando la carrera armamentista, el rearme de lado y lado y a la militarización de la economía, puesto que ese armamentismo es el que les permite dinamizar el aparato productivo y los mercados. d) En consecuencia se intensifica la preparación militar para pasar a una nueva etapa de confrontación bélica, siguiendo por el momento el libreto táctico de promoción de las guerras locales, según las necesidades y conveniencias, para lo cual han privilegiado el rearme general repotenciando el armamento obsoleto, aumentando desmesuradamente la capacidad de fuego disponible y los presupuestos de guerra, fortaleciendo los ejércitos convencionales, pero de manera especial, los ejércitos irregulares, las bandas de mercenarios y el paramilitarismo como modalidad táctico-operativa, haciéndole el esguince a los controles y conflictos legales, y lo más peligroso: rompiendo los tratados de control de armas nucleares que habían impuesto los EE. UU., lo que llevará, de no haber un cambio significativo, a una nueva carrera por la superioridad nuclear y ya no solo al chantaje de lado y lado, sino al riesgo inminente de aniquilamiento de la humanidad. e) Despliegue de una intensa actividad política y diplomática por parte del bloque ruso-chino en dirección a acercarse, hacer alianzas y establecer nexos de todo tipo con muy diversas fuerzas sociales y políticas, no importa el carácter que tengan, siempre y cuando sean susceptibles de enfrentarlas contra el otro bloque, todo está bien. f) Estas son algunas de las razones por las que hemos planteado que nos encontramos ante el pleno auge de la decadencia en todos los sentidos. En términos políticos, no importan las peores expresiones de regímenes oscurantistas, reaccionarios y carniceros o, progresistas, reformistas y populistas, si son susceptibles de enfrentar al otro bloque, todo está bien. En términos humanísticos, la decadencia es realmente bárbara. Todos los días vemos como el hambre y la miseria desocupa pueblos y territorios, las guerras, por ahora locales, dejan los tendales de muertos y contribuyen a engrosar las huestes de los que huyen, mientras en los campos desolados aparecen las terroríficas escenas de destrucción de la naturaleza. Y en términos culturales, desde la década de los años 50 en adelante, se han venido recuperando y fortaleciendo las formas culturales más obsoletas, retrógradas y reaccionarias, comenzado por los fanatismos religiosos y la irracionalidad. 

En esta gigantesca y compleja confrontación, a menudo los verdaderos enemigos de los cambios que necesitan los pueblos, se nos desaparecen unos, y aparecen otros presentándose como amigos. Caracterizamos y personificamos a unos identificándolos como los “únicos malos”, mientras toda la fuerza que rodea a esos “únicos” se nos diluye y quedamos sin saber dónde reaparecerán. Y no faltan casos en que tomamos como enemigos a los amigos o que pueden ser amigos. Dirigimos nuestras acciones a enfrentar y golpear a los que no son y dejamos a los que sí son, bien tranquilos, agazapados y a buen recaudo por nuestra ceguera política. Gastamos mucho esfuerzo en mostrar fuerza atacando a quienes no son realmente los enemigos, y frente a los que sí son, somos frágiles, y a veces, deliberadamente agrandamos nuestra fragilidad. 

En esta complejidad, sin lugar a dudas, estamos expuestos a equivocarnos y cometer errores, sobre todo, si carecemos de fundamentos teóricos sólidos y de un mínimo de experiencias aprendidas tanto de lo que hemos hecho, como de la Historia del desarrollo social. Nada obtendremos creyendo que, con solo cambiarle el nombre a las cosas, a los problemas y a los hechos, ya hemos logrado deshacernos de ellos. La realidad, por muy dura que se presente, hay que llamarla por su nombre, analizarla como es, como se presenta y enfrentarla como hay que enfrentarla: estudiándola, comprendiéndola y transformándola con las herramientas que nos proporciona el conocimiento objetivo y real de sus características esenciales. No hay más camino para avanzar. 


EL FARO SOCIAL 

Popayán, enero 30/2.024

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